RECORRIDO POR EL VÍA CRUCIS DE LA VÍA DOLOROSA DE JERUSALEN
El itinerario está basado en la procesión organizada por los Franciscanos en el siglo XIV.
Mientras las señalizaciones de las denominaciones del resto de las
diferentes calles hierosolimitanas son traducidas al inglés, hebreo y
árabe, el nombre VIA DOLOROSA es utilizado tal cual en los tres idiomas.
Fuente: www.fotosdehoy.wordpress.com, www.katapi.org y otros
Hay catorce estaciones. La primera de ellas está en el Pretorio,
donde Pilatos condenó a Jesús y éste tomó la cruz (Marcos, 15:15).
Actualmente hay un convento que ocupa una pequeña parte de esta enorme
fortaleza. En sus sótanos hay losas antiguas, conocidas según la
tradición como Gábbata (Juan, 19:13) o enlosado. Bajo este pavimento hay
un gigantesco aljibe construido por Herodes el Grande que seguramente
saciaría la sed de los soldados romanos que se burlaron de Jesús (Mateo,
27: 27-31).
Entre las antigüedades, unos 6 m. por debajo de la actual carretera,
los visitantes encuentran las estaciones del Vía Crucis modestamente
marcadas. Cuando el Ayuntamiento de Jerusalén encontró piedras antiguas
durante las labores de mantenimiento que realizó hace algunos años,
volvió a pavimentar la actual Vía Dolorosa con ellas, las más adecuadas
para mostrar los lugares sagrados a los visitantes cristianos.
Pasado el Pretorio se encuentra la tercera estación, donde Jesús se
cayó con la cruz; la tradición dice que este episodio se repitió, y por
eso está marcado mediante otras dos estaciones. La cuarta estación es
donde Simón tomó la cruz.
Cada estación tiene su propia historia: Jesús se encuentra con María,
una mujer noble de Jerusalén limpia el sudor de la frente de Jesús,
Jesús habla a las mujeres de Jerusalén (Lucas, 23:27-30), y por último,
las estaciones de la crucifixión y el entierro, situadas en la antigua
Iglesia del Santo Sepulcro.
La Primera Estación, Poncio Pilato condena a muerte a Jesús. Es cercana al Monasterio de la Flagelación, donde Cristo fue interrogado por Poncio Pilato y posteriormente condenado.
El castillo o fortaleza Antonia ocupaba un lugar estratégico. Se
menciona por primera vez después del regreso de cautividad de Babilonia.
La tradición cristiana lo considera como el lugar donde Jesús fue
condenado a muerte en la cruz.
El edificio original fue destruido en 167 a. C. por los seléucidas
que construyeron el Baris (= ‘castillo’) en su lugar. El rey Herodes el
Grande amplió el Baris transformándolo en un espléndido palacio
fortificado con preciosas habitaciones, halls encolumnados, casas de
baños y cuarteles. Llamó a este palacio Antonia, en honor de su
benefactor Marco Antonio, el triunviro romano.
Se sugirió que Herodes diseñó este edificio como “bastión para
oprimir al pueblo”. Cualquiera que deseara capturar el recinto del
templo primero tenía que tomar la fortaleza Antonia, que a su vez era
prácticamente inexpugnable.
No está claro si la fortaleza Antonia era también la sede del
gobernador romano (pretorio). La tradición cristiana afirma esto y se
refiere a una parte de la fortaleza como el lugar donde residía el poder
de Poncio Pilato, el procurador romano.
Durante la primera guerra judía, los rebeldes judíos se apoderaron de
la fortaleza (66dc) y pusieron una resistencia heroica, pero se mueren
de inanición y son obligados a rendirse. Tito, el general romano que más
tarde se convirtió en emperador, ordenó que la fortaleza fuera arrasada
(70dc).
La capilla construida en los años 1920 donde hubo un edificio erigido
por los Cruzados, es ahora llevada por los Franciscanos, posee unos
magníficos vitrales representando a Cristo siendo martirizado en la
columna, Pilatos lavándose las manos y la liberación de Barrabás. Sobre
el altar mayor, bajo la cúpula central, se encuentra un mosaico en el
que sobre un fondo dorado aparece la Corona de Espinas.
La Segunda Estación, Jesús carga con la cruz.
Se encuentra cerca de la antigua construcción romana conocida como el
Arco del Ecce Homo, en memoria de las palabras pronunciadas por Poncio
Pilato, mientras mostraba a Jesucristo al pueblo jerosolimitano. Sólo
una parte de este arco triunfal, erigido por Adriano (en el año 135 a.
C.) para celebrar la caída de Jerusalén, es visible actualmente. El arco
izquierdo, que no ha llegado a nuestros días, formó parte de un
monasterio islámico, mientras que el derecho todavía se conserva dentro
de la Iglesia del Ecce Homo.
Esta iglesia fue construida durante la segunda mitad del siglo XIX en
un lugar que poseía restos de antiguas ruinas, como el mencionado arco
romano, parte de las fortificaciones y patio de la Fortaleza Antonia e
importantes vestigios del pavimento de la calzada romana, el llamado
litoestrato. En algunas de las piedras existen signos de un antiguo
juego de dados, lo que da soporte a la hipótesis de que se trata del
lugar donde los soldados romanos se jugaron las ropas de Jesús.
El arco del Ecce Homo es parte de la basílica del Ecce Homo (segunda
mitad del S. XIX dc), que pertenece a las Hermanas francesas de Sión y
linda con la catedral de Notre Dame del Monasterio de Sión.
La Tercera Estación Penitencial, Jesús cae por primera vez.
El lugar viene señalado por una pequeña capilla que pertenece a la
Iglesia Católica Armenia. Es un edificio del siglo XIX renovado
completamente por soldados católicos de la armada libre polaca durante
la Segunda Guerra Mundial
La Cuarta Estación, Jesús encuentra a su santísima madre María.
El encuentro entre Jesús y su madre se conmemora mediante un pequeño
oratorio con una exquisita luneta sobre la entrada, adornada con un
bajorrelieve cincelado por el artista polaco Zieliensky. Este encuentro,
sin embargo, no aparece en los textos canónicos
La Quinta Estación, Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz. Una
inscripción en el arquitrabe de una puerta indica el lugar del
encuentro entre Jesús y Simón el Cirineo, que fue quien llevó la pesada
cruz de Cristo hasta el monte Gólgota (Calvario), el lugar de la
crucifixión. Este episodio es recogido en los tres Evangelios
sinópticos.
La Sexta Estación, Verónica limpia el rostro de Jesús.
Una iglesia perteneciente a Griegos Católicos conserva la memoria del
encuentro entre Jesús y la Verónica, cuya tumba también puede ser
visitada en la misma. La reliquia de este encuentro, en el cual, según
la tradición, Verónica limpió el rostro del Señor con un pañuelo de
seda, en el que sus facciones quedaron impresas. Actualmente existen
diferentes iglesias que aseguran conservar el llamado Santo Rostro.
La tradición dice que la capilla atendida por las Hermanitas de Jesús
se encuentra en el sitio donde una mujer se secó el rostro de Jesús con
un pañuelo (en latín: sudarium). El monasterio asociado a la capilla se
dice que se han construido al pie de ese lugar.
Ni el Sudario ni Verónica se mencionan en la Biblia. Sin embargo, en
la iglesia católica el Sudario es venerado como una reliquia valiosa.
La leyenda dice que la piadosa Verónica se lo entregó a Jesús cuando
se dirigía a su ejecución, de forma que él pudiera limpiar su cara con
él, dejando la huella de sus facciones en la tela.
La tela se dobla en tres, y por lo tanto tres huellas idénticas se
supone que se han creado. Se dice que uno de ellos se quedó en
Jerusalén, mientras que los otros dos fueron a Roma (Basílica de San
Pedro) y Jaén en España. Sin embargo, otros diez pueblos afirman poseer
tal sudario.
Vera Icon (‘verdadera imagen’, es decir, una imagen no pintada por
mano humana) es el nombre dado a estas imágenes auténticas de la cara
del sufrimiento de Cristo. Por lo tanto a menudo se piensa que el nombre
de Verónica es una corrupción de Vera Icon; aunque según otra tradición
el nombre de Verónica o Berenice era la hija de la mujer cananea sanada
por Jesús.
En los Hechos de Pilato, y también en las obras de Rufino, Casiodoro y
Malalas, Verónica es el nombre de la mujer que sufría de hemorragias,
fue curada por Jesús y, según Eusebio, dedicó una estatua de metal en
Paneas a Jesús.
La leyenda de Verónica sólo se remonta al año 500 dc, y es una
variante occidental de la leyenda oriental de Abgar de Edesa: Abgar, rey
de Edesa, padecía una enfermedad incurable y le escribió a Jesús
pidiendo ser sanado;
Jesús envió una carta con una impresión de su rostro en una tela de lino y así restaurar la salud de Abgar. Esta imagen de Edesa llamada fue llevado a Constantinopla en 944 y se presume que haya llegado a Roma en 1204 después de la Cruzados capturaron Constantinopla. En Roma preservó primeramente en San Silvestro in Capite y luego en la sacristía de San Pedro a partir de 1870.
El problema de la imagen de Verónica es que según la leyenda debe
mostrar el rostro del sufrimiento de Cristo con la Cruz, mientras que en
realidad es una imagen oscura, pálida de Cristo, después de su muerte
en la cruz.
Pañuelos Milagrosos también se mencionan en Hechos 19, 12, donde el
apóstol Pablo lleva con él a Éfeso y utilizó para curar a los enfermos.
La Séptima Estación, Jesús cae por segunda vez. El
lugar de la segunda caída de Jesús y Séptima Estación está señalado con
un pilar situado entre la Vía Dolorosa y la pintoresca calle del
Mercado.
La Octava Estación, Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
En el muro exterior del monasterio griego ortodoxo hay una cruz tallada
ennegrecida por el tiempo. Este es el lugar donde se supone que Jesús
encontró a las piadosas mujeres, como aparece en el Evangelio según San Lucas.
La Novena Estación, Jesús cae por tercera vez. La tercera caída de Jesús es señalada con una columna de la época romana a la entrada del monasterio copto.
Un pilar marca el punto donde Jesús cayó por tercera vez bajo el peso
de la Cruz. El resto de las estaciones de la Cruz están en la Iglesia
del Santo Sepulcro.
La Iglesia del Santo Sepulcro se encuentra por encima del lugar donde
Cristo fue crucificado, murió, fue sepultado y resucitó, y por lo tanto
es uno de los sitios cristianos más sagrados.
Cada comunidad cristiana trató de obtener el mayor terreno posible
para sí mismo dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro. En 1852, el
gobierno otomano aprobó la “Ley del Status Quo”, que determina sus
intereses y sigue vigente hoy en día.
Toda la Iglesia del Santo Sepulcro, la rotonda con la capilla del
Santo Sepulcro y la piedra de la unción, pertenecen conjuntamente a los
griegos ortodoxos (patriarcados de Constantinopla, Alejandría, Antioquía
y Jerusalén), a los armenios y los latinos (católicos romanos); sólo
capillas individuales pertenecen a los coptos, sirios y etíopes.
La Décima Estación, Jesús es despojado de sus vestiduras. Para
entrar llegando desde la novena estación hay dos opciones: la primera
es la que sigue el Via Crucis oficial que hacen el viernes los
franciscanos, y que consiste en volver al zoco para seguir por la vía
pública.
Pero hay otra opción más corta, que consiste en pasar a través del
convento etíope, visitando a nuestro paso sus dos capillas, y saliendo
desde la capilla copta de San Miguel directamente al patio de entrada de
la Basílica.
Nada más cruzar la puerta de entrada a la Basílica del Santo Sepulcro, a la derecha hay unas escaleras que suben al lugar del Calvario. Se trata de una escalera de piedra que sube en forma de caracol y que es poco cómoda de subir por ser estrecha y empinada. Una vez arriba se puede rezar esta estación.
Es fácil imaginarse la escena en la que Jesús es despojado de sus
vestiduras para ser clavado en la Cruz. Al fondo a la izquierda se
levantaría la Cruz. Quizá al fondo, donde está el mosaico se situaría la
Cruz tumbada y preparada para clavar al Señor allí. Y posiblemente
donde nos encontramos, nada más subir las escaleras -arriba ya del
monte-, a Jesús le quitaron las vestiduras.
La Undécima Estación, Jesús es clavado en la cruz. El área alrededor de la roca Gólgota era un lugar de veneración para los cristianos ya en el 1C AD.
Cuando el emperador romano Adriano, después de la revuelta de Bar
Kochba en 135, expulsó a todos los Judios de la ciudad y construyó la
ciudad de Aelia Capitolina en el sitio de la devastada Jerusalén, él
también intentó destruir los sitios cristianos con el fin de borrar la
memoria de ellos.
El suelo de los sitios de la Crucifixión y la Resurrección fue arrasada y un templo a Venus, la diosa del amor fue erigido.
Helena, madre del emperador Constantino el Grande, visitó Tierra
Santa en el año 326. Makarios, el obispo de Jerusalén, le informó que
los sitios de la muerte de Jesús y su resurrección fueron bajo el Templo
de Adriano de Venus.
Por orden de Constantino, el templo fue derribado y se construyó una
basílica sobre los lugares sagrados. Fue consagrada en 335 como
«Anástasis», es decir, la iglesia de la Resurrección.
La basílica fue destruida por los persas en 614 y reconstruida más
tarde. El califa al-Hakim la destruyó de nuevo en 1009. La nueva
estructura construida por los cruzados y dedicada en 1149.
La Duodécima Estación, Jesús muere en la cruz. Interior
de la Basílica del Santo Sepulcro. La roca (montículo de piedra) del
Gólgota, donde fue plantada la Cruz de Jesús es indicada por la
tradición debajo y alrededor del altar (al centro), perteneciente a los
Greco-ortodoxos.
La Decimotercera Estación, Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María, su madre. El
nombre Gólgota (probablemente del arameo gulgulta = ‘calavera’) es
interpretado por los evangelistas en el sentido de ‘lugar de la calavera
“(Mt. 27.33, Mc. 15.22, Lc. 23.33, Jn. 19.17). Este es el lugar
donde Jesús murió en la Cruz.
El nombre “Monte Calvario” se deriva del Latín calvaria = ‘ el
cráneo’). La explicación del escritor griego Orígenes y una tradición
judía para dar el nombre es que el cráneo de Adán se encuentra aquí y el
hombre fue enterrado aquí.
Para Jerónimo, el Padre de la Iglesia Latina (4 y 5 centuria), se
deriva el nombre de los cráneos de las personas enterradas allí.
La interpretación más probable es que el Gólgota era un cerro con
forma de calavera fuera de las murallas de Jerusalén y fuera utilizado
como lugar de ejecución y entierro.
Los mosaicos y pinturas en los altares individuales del Gólgota
(incluyendo uno del siglo XVI, donado por Fernando de Médicis, el Gran
Duque de Toscana) representan los acontecimientos registrados en los
Evangelios y apócrifos.
La Decimocuarta Estación, Jesús es sepultado. Interior
de la Basílica del Santo Sepulcro. La Rotonda de la Anástasis cubre el
Edículo que contiene los restos de la tumba de Cristo.
Mt. 27,59-60 relata que, después de la crucifixión, Jesús fue
puesto en una tumba de roca, que aún no se había utilizado y que
pertenecía a José, un hombre rico de Arimatea. Una piedra rodó por
delante de la tumba después de que Jesús había sido enterrado. La tumba
estaba en un jardín cerca del lugar de la crucifixión (Jn. 19,41).
La ‘gran’ piedra para cerrar la entrada de la tumba debe haber sido
redonda. Era necesario inclinarse hacia adelante para mirar a la cámara
de entierro (Lc. 24.12, Jn. 20,5-11), lo que significa que la
apertura de la tumba debe haber sido baja.
Cuando las mujeres descubrieron la tumba vacía después de la
Resurrección, dos ángeles estaban sentados en la cámara funeraria lo que
implica que era una tumba del tipo banqueta.
De acuerdo con Jn 19,17-20, Jesús fue crucificado fuera de la
muralla de la ciudad. La actual Iglesia del Santo Sepulcro está dentro
de la muralla de la ciudad.
El sepulcro de Cristo que se muestra en la Iglesia del Santo Sepulcro
no es considerado como auténtico por los anglicanos, que consideran que
la tumba real de Cristo es la Tumba del Jardín, que se encuentra no muy
lejos de la puerta de Damasco, fuera de la muralla de la ciudad actual.
Esta estructura excavada en la roca tiene dos cámaras y fue construida
aproximadamente en el comienzo de la era cristiana.
Un pequeño paso conduce a la tumba de José de Arimatea. Se trata de
una cámara funeraria judía junto a la capilla de los jacobitas. José, un
hombre rico de Arimatea (Mt. 27,57) fue un miembro muy respetado del
Consejo Judío (Mc. 15,43) y se describe en el Nuevo Testamento como
un hombre bueno y justo (Lc. 23,50). Fue discípulo de Cristo, pero en
secreto sólo por miedo de los Judios (Jn. 19,38).
La Piedra de la Unción es motivo de varios altercados
interconfesionales, ya que aunque esta losa de piedra caliza sea común a
las seis confesiones, cada una insiste en colgar sobre el lugar sus
propias lámparas, lo que da lugar a una confusión algo incómoda. Según
la tradición griega, la piedra marca el lugar del Descendimiento, aunque
los católicos romanos opinan que en este lugar fue donde se ungió a
Jesús antes de ser enterrado.
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