TRES ÍNDICES QUE MIDEN LOS NÍVELES DEMOCRÁTICOS
Las noticias sobre las prácticas autoritarias del Gobierno de
Venezuela sugieren a una parte de la opinión pública que con Chávez el
país dejó de ser una democracia. A continuación, analizamos Venezuela en
relación a tres índices que miden los niveles democráticos.
Joan Prats i Amorós
El pasado viernes, 27
de junio, la ONU expresaba su preocupación acerca de las denuncias de
violaciones de Derechos fundamentales en Venezuela. Quién acusaba al
gobierno de este país era según Naciones Unidas una “reputada
organización de derechos humanos”. Caracas tildó el comunicado de
Naciones Unidas de “deplorable” y señaló una “infame campaña
internacional de descrédito”.
Sean
o no ciertas las fuentes en que se basa la ONU, una respuesta tan
virulenta por parte del gobierno venezolano contribuye a confirmar lo
que se piensa desde hace años: que con Chávez, Venezuela dejó de ser una
democracia.
¿Pero
realmente Venezuela ha dejado de ser un país democrático? Quién diga
que Venezuela no es una democracia no puede basarse en hechos puntuales
como las noticias que llegan del país sobre la creciente violencia en
las manifestaciones. Se requiere por el contrario de un examen más
profundo y realizado en términos de análisis político.
Para
realizar tal examen, lo más fácil es partir de la premisa de que la
democracia es ante todo un sistema de gobierno en que los cargos
públicos son elegidos mediante elecciones por sufragio universal. En
base a esta definición de democracia ha habido diferentes intentos de
“medirla”. Aquí se verán tres de los más conocidos y luego se usarán sus
datos sobre Venezuela de los últimos años.
Polity IV: democracias, regímenes contradictorios con ellos mismos y autocracias
El índice Polity IV es
una medida que asigna a los países una puntuación del -10 a 10. La nota
va en función de la selección del poder ejecutivo, de sus límites
constitucionales y de la presencia de oposición y competencia para
alcanzar el gobierno.
En
base a estos tres ítems, las puntuaciones entre 6 y 10 equivalen a
democracia, -5 a 5 a “anocracia” (un régimen con rasgos contradictorios
entre ellos) y -6 a -10 a países claramente autoritarios.
Freedom House: la democracia como libertades
Freedom House es una ONG de Estados Unidos que mide en su índice Freedom in the World la
democracia de cada país en función de las libertades civiles y los
derechos políticos. Se elabora entonces un índice de libertad en que 1 y
2 equivalen a país libre, 3 a 5 a país parcialmente libre y 5,5 a 7 a
país no libre.
A
pesar de que Freedom House ha sido criticada por someter a todos los
países a una óptica estadounidense de la democracia, es muy empleada
como herramienta comparativa.
Przeworski: ser o no ser democracia
El
prestigioso investigador político Adam Przeworski piensa que un país
sólo puede ser democrático o no serlo, resultando absurdo medir la
democracia en una escala.
Para
ser democrático, un país debe cumplir con celebrar elecciones por
sufragio universal, que éstas enfrenten como mínimo a dos candidatos y
que haya una oposición efectiva. Si una vez comprobados estos elementos
hay dudas, para Przeworski la clave se encuentra en la alternancia de
los gobiernos. Después de dos legislaturas seguidas en el ejecutivo, si
no hay evidencia de que un partido haya dejado en alguna ocasión
anterior el poder, el país será un “caso dudoso” y por regla general
Przeworski no lo clasificará como una democracia.
Analizando Venezuela
Vistos
estos modelos, ¿cómo responden para Venezuela? La respuesta se muestra
en el cuadro aquí presentado. En 1998 hay acuerdo: Venezuela es una
democracia en toda regla. En noviembre de ese mismo año, el partido
Movimiento Quinta República de Hugo Chávez gana las elecciones
legislativas por mayoría absoluta (56% del voto).
Acto
seguido, se prepara una nueva Constitución, siendo aprobada por los
venezolanos en referéndum. El nuevo texto concentra más poderes en el
gobierno, comenzando a desequilibrar el equilibrio entre el poder
legislativo, el ejecutivo y el judicial que toda democracia requiere. Es
por ello que encontramos que dos de los índices empiezan su descenso
entre 1998 y 2000. Freedom House señala además detenciones arbitrarias
de las fuerzas de seguridad y torturas de sospechosos.
Entre
2005 y 2007 se observa una segunda etapa de erosión de la democracia
venezolana, coincidiendo con las elecciones legislativas de 2005 y las
presidenciales de 2006.
En
las primeras, los partidos políticos con más tradición del país, los
democristianos del COPEI y los socialdemócratas Acción Democrática se
retiraron esgrimiendo falta de confianza en el Consejo Nacional
Electoral.
En
las segundas, al ser el tercer mandato de un presidente que nunca antes
había estado en el gobierno, Przeworski clasifica el caso como dudoso.
La tercera victoria de Chávez implica que Venezuela pierda la etiqueta
de “democracia”. Además, el clima en que operan los medios de
comunicación es descrito por Freedom House en su informe de 2007 como
“intimidatorio” y “polarizado”.
La
última fase del retroceso democrático se da entre 2009 y 2010, cuando
se aprueban y aplican varias enmiendas constitucionales que hacen bajar
de nuevo los índices de Freedom House y Polity IV. Entre las
modificaciones destaca la supresión de la norma que impedía a los
candidatos presentarse de forma indefinida a las elecciones
presidenciales. A partir de este momento, Chávez podía seguir siendo
elegido de forma ininterrumpida. Se había acabado así con una de las
limitaciones más determinantes al poder del presidente.
En las últimas elecciones presidenciales tras la muerte de Chávez -que a su vez había
acabado de ser reelegido en 2012-, gana con un margen muy escaso de
votos el candidato chavista Nicolás Maduro. Su victoria provoca una
mejora en el índice Polity IV. Freedom House en cambio señala
irregularidades en el proceso electoral, alta corrupción (posición 160
de 177 según el índice de Transparencia Internacional 2013) y deriva
hacia el oficialismo de los medios de comunicación durante
la campaña electoral. Por otra parte, según Przeworski el país seguiría
siendo una “no-democracia” ya que el candidato vencedor es continuista
del anterior presidente. Así pues, aún no se ha demostrado que el
gobierno esté dispuesto a ceder el poder cuando sea electoralmente
derrotado.
Está por ver cómo gestionará el presidente Nicolás Maduro el país. Actualmente
Venezuela está atravesando una grave escasez de suministros y una alta
inflación. La subsiguiente crisis ha provocado paradójicamente que
Maduro, que era visto como un chavista ortodoxo, esté moviéndose hacia
los sectores más pragmáticos del régimen, que ven necesaria una
reapertura económica.
El
presidente llegó a referirse a los defensores de la economía
planificada como la “izquierda trasnochada”. Mientras, estos sectores
críticos del mismo régimen acusan a Maduro de querer instaurar una
dictadura estalinista. Cabe recordar que a Stalin se le recuerda como un
gobernante obseso con el poder, que encajaba a la perfección con
aquello de que “el fin justifica los medios”. En cualquiera de los
casos, no son buenas noticias para la democracia venezolana.
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