jueves, 3 de julio de 2014

EL DESPLOME DEMOCRÁTICO DE UNA NACIÓN

TRES ÍNDICES QUE MIDEN LOS NÍVELES DEMOCRÁTICOS
Las noticias sobre las prácticas autoritarias del Gobierno de Venezuela sugieren a una parte de la opinión pública que con Chávez el país dejó de ser una democracia. A continuación, analizamos Venezuela en relación a tres índices que miden los niveles democráticos.
Joan Prats i Amorós


El pasado viernes, 27 de junio, la ONU expresaba su preocupación acerca de las denuncias de violaciones de Derechos fundamentales en Venezuela. Quién acusaba al gobierno de este país era según Naciones Unidas una “reputada organización de derechos humanos”. Caracas tildó el comunicado de Naciones Unidas de “deplorable” y señaló una “infame campaña internacional de descrédito”.

Sean o no ciertas las fuentes en que se basa la ONU, una respuesta tan virulenta por parte del gobierno venezolano contribuye a confirmar lo que se piensa desde hace años: que con Chávez, Venezuela dejó de ser una democracia.

¿Pero realmente Venezuela ha dejado de ser un país democrático? Quién diga que Venezuela no es una democracia no puede basarse en hechos puntuales como las noticias que llegan del país sobre la creciente violencia en las manifestaciones. Se requiere por el contrario de un examen más profundo y realizado en términos de análisis político.

Para realizar tal examen, lo más fácil es partir de la premisa de que la democracia es ante todo un sistema de gobierno en que los cargos públicos son elegidos mediante elecciones por sufragio universal. En base a esta definición de democracia ha habido diferentes intentos de “medirla”. Aquí se verán tres de los más conocidos y luego se usarán sus datos sobre Venezuela de los últimos años.

Polity IV: democracias, regímenes contradictorios con ellos mismos y autocracias 

El índice Polity IV es una medida que asigna a los países una puntuación del -10 a 10. La nota va en función de la selección del poder ejecutivo, de sus límites constitucionales y de la presencia de oposición y competencia para alcanzar el gobierno.

En base a estos tres ítems, las puntuaciones entre 6 y 10 equivalen a democracia, -5 a 5 a “anocracia” (un régimen con rasgos contradictorios entre ellos) y -6 a -10 a países claramente autoritarios.

Freedom House: la democracia como libertades

Freedom House es una ONG de Estados Unidos que mide en su índice Freedom in the World la democracia de cada país en función de las libertades civiles y los derechos políticos. Se elabora entonces un índice de libertad en que 1 y 2 equivalen a país libre, 3 a 5 a país parcialmente libre y 5,5 a 7 a país no libre.
A pesar de que Freedom House ha sido criticada por someter a todos los países a una óptica estadounidense de la democracia, es muy empleada como herramienta comparativa.  

Przeworski: ser o no ser democracia

El prestigioso investigador político Adam Przeworski piensa que un país sólo puede ser democrático o no serlo, resultando absurdo medir la democracia en una escala.

Para ser democrático, un país debe cumplir con celebrar elecciones por sufragio universal, que éstas enfrenten como mínimo a dos candidatos y que haya una oposición efectiva. Si una vez comprobados estos elementos hay dudas, para Przeworski la clave se encuentra en la alternancia de los gobiernos. Después de dos legislaturas seguidas en el ejecutivo, si no hay evidencia de que un partido haya dejado en alguna ocasión anterior el poder, el país será un “caso dudoso” y por regla general Przeworski no lo clasificará como una democracia.     

Analizando Venezuela

Vistos estos modelos, ¿cómo responden para Venezuela? La respuesta se muestra en el cuadro aquí presentado. En 1998 hay acuerdo: Venezuela es una democracia en toda regla. En noviembre de ese mismo año, el partido Movimiento Quinta República de Hugo Chávez gana las elecciones legislativas por mayoría absoluta (56% del voto).
Acto seguido, se prepara una nueva Constitución, siendo aprobada por los venezolanos en referéndum. El nuevo texto concentra más poderes en el gobierno, comenzando a desequilibrar el equilibrio entre el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial que toda democracia requiere. Es por ello que encontramos que dos de los índices empiezan su descenso entre 1998 y 2000. Freedom House señala además detenciones arbitrarias de las fuerzas de seguridad y torturas de sospechosos.

Entre 2005 y 2007 se observa una segunda etapa de erosión de la democracia venezolana, coincidiendo con las elecciones legislativas de 2005 y las presidenciales de 2006.

En las primeras, los partidos políticos con más tradición del país, los democristianos del COPEI y los socialdemócratas Acción Democrática se retiraron esgrimiendo falta de confianza en el Consejo Nacional Electoral.

En las segundas, al ser el tercer mandato de un presidente que nunca antes había estado en el gobierno, Przeworski clasifica el caso como dudoso. La tercera victoria de Chávez implica que Venezuela pierda la etiqueta de “democracia”. Además, el clima en que operan los medios de comunicación es descrito por Freedom House en su informe de 2007 como “intimidatorio” y “polarizado”.

La última fase del retroceso democrático se da entre 2009 y 2010, cuando se aprueban y aplican varias enmiendas constitucionales que hacen bajar de nuevo los índices de Freedom House y Polity IV. Entre las modificaciones destaca la supresión de la norma que impedía a los candidatos presentarse de forma indefinida a las elecciones presidenciales. A partir de este momento, Chávez podía seguir siendo elegido de forma ininterrumpida. Se había acabado así con una de las limitaciones más determinantes al poder del presidente.

En las últimas elecciones presidenciales tras la muerte de Chávez -que a su vez había acabado de ser reelegido en 2012-, gana con un margen muy escaso de votos el candidato chavista Nicolás Maduro. Su victoria provoca una mejora en el índice Polity IV. Freedom House en cambio señala irregularidades en el proceso electoral, alta corrupción (posición 160 de 177 según el índice de Transparencia Internacional 2013) y deriva hacia el oficialismo de los medios de comunicación durante la campaña electoral. Por otra parte, según Przeworski el país seguiría siendo una “no-democracia” ya que el candidato vencedor es continuista del anterior presidente. Así pues, aún no se ha demostrado que el gobierno esté dispuesto a ceder el poder cuando sea electoralmente derrotado.

Está por ver cómo gestionará el presidente Nicolás Maduro el país. Actualmente Venezuela está atravesando una grave escasez de suministros y una alta inflación. La subsiguiente crisis ha provocado paradójicamente que Maduro, que era visto como un chavista ortodoxo, esté moviéndose hacia los sectores más pragmáticos del régimen, que ven necesaria una reapertura económica.

El presidente llegó a referirse a los defensores de la economía planificada como la “izquierda trasnochada”. Mientras, estos sectores críticos del mismo régimen acusan a Maduro de querer instaurar una dictadura estalinista. Cabe recordar que a Stalin se le recuerda como un gobernante obseso con el poder, que encajaba a la perfección con aquello de que “el fin justifica los medios”. En cualquiera de los casos, no son buenas noticias para la democracia venezolana.


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