Sólo dos días antes, la FIFA había elegido a este joven de 22 años, nacido en Cúcuta, casado con Daniela (la hermana del guardameta de la selección David Ospina) y padre de una niña (Salomé,
cuyo nombre lleva tatuado en el antebrazo), como mejor jugador de la
fase de grupos de Brasil 2014, con 9,79 puntos sobre 10, tras haber
marcado en todos los partidos y convertirse en el mejor artillero
colombiano en la historia de los Mundiales.
En el partido ante Japón "fabricó sendos pases exquisitos para los dos
tantos de Jackson Martínez, antes de firmar él mismo con una vaselina la
última diana en el triunfo por 4-1". Su volea desde fuera del área tras
controlar con el pecho, que abrió el marcador ante Uruguay en octavos, está considerado por todos los analistas como el mejor gol del Mundial hasta el momento... y no va a ser fácil de superar.
Así que mientras Colombia contiene el aliento ante el decisivo encuentro
con Brasil del próximo viernes, el nombre de James Rodríguez, jugador
del Mónaco y en el punto de mira del Real Madrid, sale en todos los corrillos futboleros.
Un Cristo en la pantorrilla que responde a la profunda religiosidad de James Rodríguez.
El tiempo libre que le deja su ordenada vida de deportista de élite,
padre de familia y estudiante a distancia de Ingeniería de Sistemas lo
divide entre la Play Station 3, el estudio del inglés, la lectura de
libros de superación personal, y la oración en una iglesia católica cercana a su casa.
En general todo el equipo colombiano es muy religioso, y rezan colectivamente antes de todos los partidos (también Chile tuvo su oración especial para el Campeonato del Mundo). Es conocida la filiación evangélica de Radamel Falcao,
a quien James dedicó su segundo gol ante Uruguay para consolarle de la
lesión que le ha privado de estar en Brasil con la selección. El mediocampista Abel Aguilar es muy devoto del Señor de los Milagros de Buga. Y Teófilo Gutiérrez es evangélico como Falcao y ha financiado la construcción de dos templos en Barranquilla.
De James Rodríguez cuentan los que le conocen que es parco y reservado, muy prudente y maduro para su edad. Se casó a los 19 años y la pequeña Salomé nació hace un año en Medellín. Está con ella tod lo que puede: "Ser padre es algo único", confiesa, y su niña, "lo mejor que le ha pasado en su vida".
Ser hincha o ser un delincuente
Y esa sensatez se pone de manifiesto también en el mensaje que dirigió a su hinchada en septiembre pasado para animarla a respaldar al equipo sin recurrir a la violencia:
"No puedo creer que los violentos de los estadios sean hinchas de
verdad. Son delincuentes disfrazados de hinchas. Somos hinchas por
herencia de nuestros abuelos, de nuestros padres, de nuestros barrios,
somos hinchas por convicción, por materia prima de nuestro ADN. Nuestros
hijos serán hinchas, como nosotros. Los hinchas son un jugador más
desde las tribunas. Cuando los jugadores estamos en la cancha sentimos
sus emociones: sus alegrías cuando se gana, sus tristezas y
frustraciones cuando se pierde. Un gol no sería tan emocionante sin
verlos a ustedes gozando en las tribunas. Nosotros, los hinchas del fútbol, no podemos permitir que los delincuentes se disfracen de hinchas y nos provoquen. Vivamos
y gocemos el fútbol, pero también debemos proteger las vidas de todos
los hinchas. Debajo de la camiseta con los colores de nuestros equipos,
todos los colombianos llevamos la camiseta amarilla de nuestra Colombia.
Una Colombia unida por nuestra bandera y por los deseos de vivir en paz en nuestros hogares, en nuestras ciudades, en nuestros campos y en nuestros estadios. Con todo mi corazón de hincha. James Rodríguez".
-C.I.-
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