lunes, 18 de enero de 2010

REINA DE LA PAZ...

MARIA REINA Y MADRE POR SIEMPRE...

 
“Queridos hijos, trabajen con alegría y arduamente en vuestra conversión”
 (Mensaje del 25-9-2009)

 

Oración a
María Reina de la Paz

¡María, Madre de Dios y Madre nuestra, Reina de la Paz! Tú viniste a nosotros para llevarnos a Dios. Alcánzanos la gracia de no sólo decir: Hágase en mí según Tu voluntad, sino vivirla tal como Tú lo hiciste. Ponemos en Tus manos nuestras manos, a fin de que puedas conducirnos a Jesús en medio de todas las aflicciones y pesares.
Por Cristo, Nuestro Señor. Amén.

Rezar el Credo, 7 Padrenuestros, 7 Avemarías y 7 Glorias


¿Qué armas nos da la Reina de la Paz en Medjugorje?

1. La oración
2. El ayuno
3. La lectura de la Biblia
4. La confesión
5. La Eucaristía


Ejemplos de Oración


Hay una leyenda que cuenta la vida de un volatinero, que daba saltos y saltos por los pueblos para alegrar a la gente. Un día, cansado de esa vida, quiso entrar a un convento para servir a Dios y fue aceptado por su buen corazón. Pero, cuando los monjes iban a la iglesia a rezar en sus grandes libros, él se sentía triste, porque no sabía leer y creía que nunca podría hacer oración como los otros monjes. Una noche, cuando todos estaban dormidos, se fue a la capilla y le dijo al Señor: Señor, Tú sabes que yo no sé leer ni rezar, pero te amo y te lo quiero demostrar con mis saltos y piruetas como cuando hacía reír a la gente. Ojalá te pueda consolar y hacer reír. Así empezó su sesión de saltos y más saltos para alegrar a Jesús. Pero el Superior oyó ruidos y fue a la capilla. Y, cuando le iba a llamar seriamente la atención, vio que Jesús se sonreía desde su imagen; y entendió que estaba contento de aquella manera sencilla de expresarle su amor, que era una bella manera de orar.


Orar no es decir palabras bonitas. Había una vez un campesino pobre que todos los días llevaba su librito de oraciones al campo para orar en los momentos de descanso. Un día se sintió triste, porque se había olvidado su librito y ese día no podría rezar. Entonces, humildemente le dijo: Señor, Tú conoces las oraciones, yo te voy a recitar las letras del alfabeto y tú juntas las letras y compones las bellas oraciones que yo quisiera decirte. Y así empezó a recitar las letras del alfabeto varias veces: A, B, C, D, E, F, G... Y Dios se sintió contento de esa oración, porque para Él lo más importante es el amor.









El padre Mateo Crawley, el apóstol mundial de la devoción al Corazón de Jesús, relata que en una oportunidad se encontró con un indígena chileno, que era carbonero y apenas conocía algo de religión. Era muy ignorante y no sabía ni el padrenuestro ni el avemaría. Pero rezaba todos los días con confianza a Dios. El padre Mateo le preguntó: ¿Cómo rezas? Y el indígena respondió: Por las mañanas le digo: Señor Jesús, tu costal de carbón está listo para trabajar, ayúdame. Y en la tarde le digo: Señor, tu costal de carbón va a descansar, ayúdame. Dice el padre Mateo que ante la fe de aquel carbonero humilde, estuvo a punto de arrodillarse para agradecerle su fe y amor a Dios. (…)


Ahora bien, el mejor lugar para manifestarle nuestro amor a Jesús es en la Eucaristía, donde está verdadera y realmente presente. ¡Qué hermoso es ir a una iglesia solitaria o a una capilla donde está Expuesto el Santísimo Sacramento para poder hablar personalmente con el mismo Jesús de Nazaret!


El mismo Jesús, que hace dos mil años sanaba a los enfermos y bendecía a los niños. ¡Qué alegría para Él, cuando le decimos, con palabras o sin palabras, que lo amamos! Jesús Eucaristía es la mayor fuente de bendiciones del mundo entero. Ahí debemos acudir todos los días para calentar nuestro corazón al sol divino del amor de Jesús. Y ahí tomaremos fuerzas para continuar el camino arduo de la vida diaria.


Dos casos concretos. El 13 de enero de 2001 hubo un terremoto en El Salvador y el padre claretiano Gonzalo Fernández dice: En la calzada, protegida por un toldo improvisado, encontré a una anciana de 86 años, a la que el terremoto había arrebatado parte de la casa en la que vivía con su hija y sus nietos.


La Iglesia está viviendo también su particular crisis, el problema no está solo fuera (la sociedad) sino también “en casa” y esta situación demanda actividades que fomenten la fe, la esperanza, que animen el fervor espiritual en los fieles: retiros, convivencias, peregrinaciones, adoración eucarística, grupos de oración en las parroquias…

Nuestra Señora en Fátima dijo: “RECEN EL ROSARIO TODOS LOS DÍAS PARA OBTENER LA PAZ EN EL MUNDO”

¿Hemos respondido de verdad a este llamado?

En Medjugorje Nuestra Señora añade:
“SIN ORACIÓN NO HAY PAZ” (Mensaje del 6 de septiembre de 1984)

Todo católico, además de ir a Misa, de confesarse, de formarse a través de cursos, de asistir a reuniones y participar en apostolados y obras de caridad, debería estar integrado a un grupo de oración y dedicarle tiempo a la oración, vivirla, sentirla.


Si gran parte del mundo vive de espaldas a Dios es porque no oramos con el corazón, porque no somos coherentes ni alimentamos nuestra fe.


Que este año 2010 el Espíritu Santo toque los corazones dormidos y dirija nuestros esfuerzos a crear y fomentar grupos de oración.


Urgencia de los grupos de oración


Una vez más, necesitamos insistir en la creación de grupos de oración según los deseos de la Reina de la Paz. Ella desea que en cada parroquia exista al menos un grupo de oración.

¿Cuál es la realidad que nos rodea?

¿Existe en mi parroquia (tú parroquia)
 algún grupo de oración?

Si no existe
¿Estaría dispuesto/a a fundar o participar en uno?

En el momento actual que vive el mundo y concretamente España, con una profunda crisis económica y otra crisis paralela en el campo de los valores, el secularismo interno de la propia Iglesia… la oración se convierte en una necesidad vital.

¿Cuántos templos permanecen cerrados días y horas por toda España?

¿Cuántos párrocos, sacerdotes y religiosos han hecho de su vocación una rutina por la falta de oración?

 Muchos sacerdotes y religiosos están anclados en el “aburguesamiento espiritual”, en la rutina, en la tibieza.. como bien lo define en su primera pastoral el recién nombrado Arzobispo de Sevilla, Monseñor Juan José Asenjo.


Pero Lidia no había perdido la sonrisa ni profería palabras contra Dios ni deseaba morirse. La única cosa que me pidió insistentemente fue la comunión. Me dijo con voz estremecida: Sin la comunión (sin recibir a Jesús) somos como cerdos, no hacemos más que comer y dormir.


El otro caso lo cuenta el novelista francés René Bazin. Durante la segunda guerra mundial, iba todos los días a Misa y veía allí a una joven señora, que estaba con gran recogimiento y serenidad, a pesar de haber perdido a su esposo y tener a sus hijos prisioneros en un campo de concentración. Un día, le preguntó cuál era la razón de su tranquilidad, y ella respondió:
  

             Todos los días recibo a Jesús en la comunión y me da fuerzas para las 24 horas siguientes. La fuerza que recibo en la comunión, me hace superar todas las dificultades.



El sagrario de nuestras iglesias o la custodia donde está Expuesto Jesús sacramentado es el mejor lugar del mundo para entablar una relación de amor y amistad con Dios. Allí nos espera el Dios omnipotente y allí podemos decirle, mejor que en ningún otro lugar, que lo amamos. Por eso, es el mejor lugar del mundo para hacer oración.

Una religiosa contemplativa me escribió: “Mi oración ante Jesús Eucaristía es sencilla. Amo con Jesús a todas las almas. Él me enseña a amar interiormente con su Corazón, como Él ama. Mi único deseo es estar unida y perdida en Él.


Cuando llego a la capilla por la mañana, Jesús ya está en oración y yo me pongo a su lado y me uno a su oración. No sé hacer otra cosa que dejarle hacer a Él su oración en mí. Él pone fuego en mi alma y un deseo inmenso de la salvación de todas las almas. Por eso, me siento madre de toda la humanidad.


No puedo explicarte lo que siento dentro de mí, cuando miro a Jesús y me dejo mirar por Él. Nos amamos con locura y se me pasan las horas de oración y silencio sin darme cuenta. Si aquí en la tierra me pasa esto, ¿cómo será el cielo? Hace un tiempo nos mirábamos en la oración cara a cara y sentí un amor y una alegría inmensa. No tengo palabras para expresarlo. Y Él me dijo: “Esto que ahora sientes, en el cielo será mucho más”. Me dejó fuera de mí.

P. Angel Peña, O.A.R
(Tomado de su libro

 “La Oración del Corazón”, Lima. Perú 2009

ALICIA BOMBINO LUMPUY...















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