Con el crecimiento del lado oscuro en el mundo, nos enfrentamos cada vez más a maldiciones, o sea, a operaciones de maldición sobre nuestra persona, sobre nuestras familias y amigos, sobre lo que poseemos.
Fuente: Foundation For Priests
Según el exorcista de España, el P. José Fortea,
“Una maldición es una acción que se hace para dañar a otro con la ayuda de demonios. Hay
maldiciones específicas para matar, para causar que uno sea poseído,
para que las cosas vayan mal en los negocios, y para hacer que alguien
se enferme, etc… Las maldiciones son eficaces sólo si Dios permite que tengan efecto. Cuanto más se reza más se estará protegido contra estas cosas“.
La maldición es muy simplemente la ausencia de Dios o de la corrupción de la creación.
“La corrupción de la procreación” define una maldición en su forma
simple más operativa. Las Maldiciones son la ausencia de Dios. En la
medida en que Dios está ausente es igual a la aflicción de la
maldición. (Papa León XIII Institute).
El P. Fortea explica:
…Lo primero que hay que decir es que quien hace la
maldición-, así como la persona que pudo haber pedido que la maldición
se haga – serán los primeros afectados por lo demoníaca. Sin
lugar a dudas, ellos sufren algún tipo de influencia demoníaca,
posesión, o enfermedad. El mal que desean sobrevendrá de nuevo a
ellos. Un demonio nunca se invoca en vano.
¿Pero es una maldición eficaz contra
la persona a quien va dirigido? Esto depende de la voluntad de Dios. Es
decir, es lo misma que con los accidentes, enfermedades o males. Durante
nuestro tiempo en la tierra, Dios nos permite experimentar el bien y el
mal, porque esta vida es un período de prueba, de purificación. Por
supuesto, la persona que ora y vive en gracia de Dios está protegida. Mientras más uno reza y vive una vida espiritual, más se encuentra protegido (el padre Fortea, Entrevista con un exorcista).
Fortea aconseja:
Si una persona está realmente bajo una maldición, la única forma de eliminarla es hacer justo lo contrario. Es decir, si
una persona ha invocado un demonio para hacer el mal, entonces uno
tiene que invocar a Dios para protegerla, ayudarla y bendecirla. El bien siempre es más fuerte que el mal.
El consejo de Fortea se hace eco de la enseñanza de Cristo,
“Pero a vosotros los que oís digo
Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que les odian, bendigan a
quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan”, (Lc. 6,27-28).
El Señor nos ha dado la oportunidad de bendecir o maldecir por el poder de nuestra lengua, así que la vigilancia es necesaria.
El P. Fortea sugiere que sus feligreses utilicen las siguientes armas muy eficaces si se cree que es víctima de una maldición. Uno no puede ir mal con ellas.
Rezar el Rosario
Leer la Biblia
Hablar con Dios cada día
Asistir a misa con frecuencia, incluso a diario
Colocar un crucifijo bendecido y una imagen de la Santísima Virgen en la casa de uno.
Hacer la señal de la cruz con agua bendita todos los días.
Eliminar objetos maldecidos
La mayoría de los exorcistas están de acuerdo en que los objetos pueden ser maldecidos por algún trabajo de magia, vudú, ritos satánicos o brujería. Los
objetos malditos a veces sin saberlo, se ingieren o pueden estar con la
persona causando daño a través del tacto o por mantener el objeto
maldito en el hogar. Los objetos malditos deben ser encontrados y destruidos, y por lo tanto la maldición se rompe.
Una cosa es dejar de comprar artefactos procedentes de países donde el vudú y la brujería son rampantes.
Es importante subrayar que la vida sacramental es la
protección más potente y que Dios no quiere que tengamos miedo sino que
seamos sólo vigilantes, prudentes y sabios sobre la batalla espiritual.
La carta de Pablo a los Efesios nos instruye a “ponerse al armadura de Dios” y luego confiar. En verdad, el diablo teme al cristiano que conocen su identidad en Cristo, y están llenos de su Espíritu.
El Espíritu Santo viene en nuestra ayuda y nos hace espiritualmente
sensibles para discernir nuestra circunstancia espiritual y cómo
protegerse o ser liberados. Dios ha dado a la Iglesia toda
provisión para la guerra espiritual.
Un exorcista de Roma enseña:
“Incluso la posesión demoníaca puede
convertirse en una escuela de santidad, no sólo para el alma
atormentada, sino también para los amigos, que rezan, sufren y se
sacrifican por la curación y la familia”.
Muchas veces Dios nos está enseñando cómo proclamar su victoria en
medio de la oscuridad. Dios saca el bien de situaciones malas, pero pide
nuestra cooperación en la fe, la esperanza y el amor. Él nos enseña a
rezar su bendición unos sobre los otros.
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