Hace ya algún tiempo recibí por correo electrónico
un mail que me decía que tenía que enviar una serie de cartas a mis
amigos. Decía que si lo hacía me iba a ir muy bien, pero lo que me
asustó es que decía que si no lo hacía me iban a venir una serie de
cosas malas. La verdad no he sabido qué hacer y tengo miedo. ¿Es esto
verdad, es decir, que le pueden pasar todas esas cosas malas a uno si no
envía las cartas?
Pbro. Ernesto María Caro
Querida hermana: Unas de las prácticas actuales que con frecuencia
debilitan nuestra fe es la superstición. Hoy en día, más que en otros
tiempos, esto se ha extendido a una gran cantidad de cristianos. Se cree
en las “patas de conejo” como portadoras de “buena suerte”, se nos
olvida que la suerte no existe, pues la Escritura dice que “todo coopera
para bien de los que aman al Señor” (cfr. Rm. 8,28); hay quienes portan
talismanes (ojos de venado, pirámides, etc.) y otros más amuletos para
prevenir el “mal”, sin tener en cuenta que como dice la Escritura: “Nuestro auxilio es el Nombre del Señor”
(cf. Sal. 121,2). Entre las nuevas formas de superstición se ha
extendido el “enviar cadenas”, las cuales consisten en copiar y enviar
un número determinado de cartas (e-mails) en las que se ofrecen una
serie de beneficios y bendiciones que Dios concederá si se continúa la
“cadena”; por el contrario, el no continuar la cadena, advierte sobre
una serie de calamidades que atraerá consigo sobre la persona que
negligentemente no envíe las cartas (poniendo en ambos casos ejemplos de
personas que se vieron favorecidas o desgraciadas según sea el caso).
Quienes inician o continúan con estas cadenas han olvidado que “Dios envió a su Hijo para salvar y no para condenar”
(Jn. 3,17) y que nada, absolutamente nada, puede condicionar a Dios,
quien es libre para darnos lo que él sabe que es bueno para nosotros. La
fuerza del cristiano, en su petición a Dios, es un corazón puro y una
oración humilde. Creer que una carta condicionará a Dios a darnos lo que
le pedimos nos hace ver como personas ignorantes creyentes en un Dios
que no puede salvar y que no nos ama, por lo cual es pecado grave contra
el primer mandamiento.
“El primer mandamiento prohíbe honrar a dioses distintos del único
Señor que se ha revelado a su pueblo. Proscribe la superstición y la
irreligión. La superstición representa en cierta manera una perversión,
por exceso, de la religión. La irreligión es un vicio opuesto por
defecto a la virtud de la religión.” CIC 2110; 2138
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU COMENTARIO, PRONTO ESTAREMOS COMUNICANDONOS CONTIGO...
CON AMOR, MARIAM...