El icónico Bogart no era
un hombre religioso, a pesar de que sus padres eran episcopales, y
tanto el cómo su esposa Lauren Bacall, que era judía, enviaban a sus
hijos a la escuela dominical en una iglesia episcopal. Bacall dijo a uno
de sus hijos que “Bogie”, el alias con que se conocía al actor “no era un hombre religioso, pero era un ferviente creyente en los 10 mandamientos y la Regla Dorada”.
Uno de sus biógrafos, Nat Benchley dijo que “su código moral era muy estricto, y se basaba en los 10 mandamiento. El no siempre los obedecía, pero creía en ellos.”
Tanto la historia personal de este famoso actor como su inolvidable papel como Rick en “Casablanca” tienen una extraordinaria consistencia. Es como si la ficción se encontrara con la realidad. Todos en algún momento de nuestras vidas vivimos sumergidos en la fantasía del no compromiso, no creyendo en nadie más que en nosotros mismos y buscando solo nuestra gratificación personal.
Pero hay distintos momentos, que yo llamo oportunidades, en que sin importar la vida que llevemos tenemos la oportunidad de hacer algo virtuoso y con impacto eterno. Como “Bogie” muchos hemos practicado la autoindulgencia con vicios, pecados e inmoralidad. Tambien conocemos la diferencia entre lo bueno y lo malo que nuestra cultura ha incorporado en sus leyes basado en los 10 mandamientos. También hemos aprendido el principio de la siembra y la cosecha y no hacer a otros lo que no queremos que nos hagan a nosotros (Regla Dorada). Podemos alegar cualquier cosa menos ignorancia. Sabemos la diferencia aunque a menudo seamos desobedientes.
Pero Dios en su misericordia nos permite momentos, escenas memorables, en que sencillamente podemos seguir la orden “Ve allí, asiente con tu cabeza y luego vete a casa”, sin mayores cuestionamientos. Personalmente resistí muchos de esos momentos y sin considerarme un sinvergüenza, vivía una vida inmoral y autodestructiva. Aun como creyente y practicante de mi fe como seguidor de Cristo, he tenido que responder diariamente a estos momentos de decisión y asentir. ¿Bajo qué código moral vives? ¿Crees y obedeces? Todos los días tienes la oportunidad de cambiar de rumbo, pero lo que te aseguro es que no puedes contar con todos los días para postergar tu decisión.
Uno de sus biógrafos, Nat Benchley dijo que “su código moral era muy estricto, y se basaba en los 10 mandamiento. El no siempre los obedecía, pero creía en ellos.”
Tanto la historia personal de este famoso actor como su inolvidable papel como Rick en “Casablanca” tienen una extraordinaria consistencia. Es como si la ficción se encontrara con la realidad. Todos en algún momento de nuestras vidas vivimos sumergidos en la fantasía del no compromiso, no creyendo en nadie más que en nosotros mismos y buscando solo nuestra gratificación personal.
Pero hay distintos momentos, que yo llamo oportunidades, en que sin importar la vida que llevemos tenemos la oportunidad de hacer algo virtuoso y con impacto eterno. Como “Bogie” muchos hemos practicado la autoindulgencia con vicios, pecados e inmoralidad. Tambien conocemos la diferencia entre lo bueno y lo malo que nuestra cultura ha incorporado en sus leyes basado en los 10 mandamientos. También hemos aprendido el principio de la siembra y la cosecha y no hacer a otros lo que no queremos que nos hagan a nosotros (Regla Dorada). Podemos alegar cualquier cosa menos ignorancia. Sabemos la diferencia aunque a menudo seamos desobedientes.
Pero Dios en su misericordia nos permite momentos, escenas memorables, en que sencillamente podemos seguir la orden “Ve allí, asiente con tu cabeza y luego vete a casa”, sin mayores cuestionamientos. Personalmente resistí muchos de esos momentos y sin considerarme un sinvergüenza, vivía una vida inmoral y autodestructiva. Aun como creyente y practicante de mi fe como seguidor de Cristo, he tenido que responder diariamente a estos momentos de decisión y asentir. ¿Bajo qué código moral vives? ¿Crees y obedeces? Todos los días tienes la oportunidad de cambiar de rumbo, pero lo que te aseguro es que no puedes contar con todos los días para postergar tu decisión.
“Todos los días debemos decidir a qué diremos que si y a que no”
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