LA LUZ
Eloy Sánchez Rosillo
No se puede prever. Sucede siempre
cuando menos lo esperas. Puede pasar que vayas
por la calle, deprisa, porque se te hace tarde
para echar una carta en correos, o que
te encuentres en tu casa por la noche, leyendo
un libro que no acaba de convencerte; puede
acontecer también que sea verano
y que te hayas sentado en la terraza
de una cafetería, o que sea invierno y llueva
y te duelan los huesos; que estés triste o cansado,
que tengas treinta años o que tengas sesenta. Resulta imprevisible. Nunca sabes cuándo ni cómo ocurrirá.
por la calle, deprisa, porque se te hace tarde
para echar una carta en correos, o que
te encuentres en tu casa por la noche, leyendo
un libro que no acaba de convencerte; puede
acontecer también que sea verano
y que te hayas sentado en la terraza
de una cafetería, o que sea invierno y llueva
y te duelan los huesos; que estés triste o cansado,
que tengas treinta años o que tengas sesenta. Resulta imprevisible. Nunca sabes cuándo ni cómo ocurrirá.
Transcurre
tu vida igual que ayer, común y cotidiana.
“Un día más”, te dices. Y de pronto, se desata una luz poderosísima en tu interior, y dejas de ser el hombre que eras hace sólo un momento. El mundo, ahora, es para ti distinto. Se dilata mágicamente el tiempo, como en aquellos días
tan largos de la infancia, y respiras al margen
de su oscuro fluir y de su daño.
Praderas del presente, por las que vagas libre
de cuidados y culpas. Una acuidad insólita
te habita el ser: todo está claro, todo ocupa su lugar, todo coincide, y tú, sin lucha, lo comprendes.
“Un día más”, te dices. Y de pronto, se desata una luz poderosísima en tu interior, y dejas de ser el hombre que eras hace sólo un momento. El mundo, ahora, es para ti distinto. Se dilata mágicamente el tiempo, como en aquellos días
tan largos de la infancia, y respiras al margen
de su oscuro fluir y de su daño.
Praderas del presente, por las que vagas libre
de cuidados y culpas. Una acuidad insólita
te habita el ser: todo está claro, todo ocupa su lugar, todo coincide, y tú, sin lucha, lo comprendes.
Tal vez dura
un instante el milagro; después las cosas vuelven a ser como eran antes de que esa luz te diera tanta verdad, tanta misericordia.
un instante el milagro; después las cosas vuelven a ser como eran antes de que esa luz te diera tanta verdad, tanta misericordia.
Mas te sientes conforme, limpio, feliz, salvado,
lleno de gratitud. Y cantas, cantas.
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