«TAMBIÉN VOSOTROS ESTAD PREPARADOS»
Lc. 12,39-48
Hoy, con la lectura de este fragmento del Evangelio, podemos ver que cada
persona es un administrador: cuando nacemos, se nos da a todos una
herencia en los genes y unas capacidades para que nos realicemos en la
vida. Descubrimos que estas potencialidades y la vida misma son un don
de Dios, puesto que nosotros no hemos hecho nada para conseguirlas. Son
un regalo personal, único e intransferible, y es lo que nos confiere
nuestra personalidad. Son los “talentos” de los que nos habla el mismo
Jesús (cf. Mt 25,15), las cualidades que debemos hacer crecer a lo largo
de nuestra existencia.
«En el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre» (Lc 12,40), acaba diciendo Jesús en el primer párrafo. Nuestra esperanza está en la venida del Señor Jesús al final de los tiempos; pero ahora y aquí, también Jesús se hace presente en nuestra vida, en la sencillez y la complejidad de cada momento. Es hoy cuando, con la fuerza del Señor, podemos vivir su Reino. San Agustín nos lo recuerda con las palabras del Salmo 32,12: «Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor», para que podamos ser conscientes de ello, formando parte de esta nación.
«En el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre» (Lc 12,40), acaba diciendo Jesús en el primer párrafo. Nuestra esperanza está en la venida del Señor Jesús al final de los tiempos; pero ahora y aquí, también Jesús se hace presente en nuestra vida, en la sencillez y la complejidad de cada momento. Es hoy cuando, con la fuerza del Señor, podemos vivir su Reino. San Agustín nos lo recuerda con las palabras del Salmo 32,12: «Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor», para que podamos ser conscientes de ello, formando parte de esta nación.
Rev. D.
Josep Lluís
SOCÍAS i Bruguera
(Badalona, Barcelona, España)
LLUVIA DE BENDICIONES
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