COLÓN SE SINTIÓ UN ELEGIDO
DEL PLAN DE DIOS
Más allá de la discusión de si Colón fue el primer
extranjero en llegar a América –probablemente no lo haya sido -, es
significativo que su descubrimiento haya llegado hasta nuestra épocas
como el verdadero descubrimiento del nuevo continente, lo cual nos puede
hablar de un plan de Dios guiando la epopeya.
Hay varios pasajes del Antiguo
testamento, de los profetas, que profetizan el descubrimiento, a los
cuales Colón citaba para legitimar su posición de elegido para hacerlo.
Fuentes: Infocatólica, Veghazi
Los profetas ya lo habían predicho, hasta el mismo Colón conocía los vaticinios divinos.
Abdías es el más breve de los profetas; está hablando del intercambio
del pueblo elegido (el antiguo Esaú, que vendió su primogenitura) a un
pueblo nuevo (Jacob, la Iglesia, España). Por las “ciudades del
Mediodía”, se refiere a los pueblos que están hacia el Occidente, hacia
lo que hoy es América.
España será el portaestandarte de la Iglesia que llevará, cual un nuevo Israel con sus Reyes Católicos, la Fe por doquier.
Más claro, puede advertirse la voluntad de Dios en el profeta Isaías, el “evangelista” de la Encarnación del Verbo:
“¡Ay, tierra (España) de susurro de
alas, la de más allá de los ríos de Kus (Etiopía), la que envía por mar
embajadores, y en barcos de papiros sobre las aguas! Id, mensajeros
veloces, a la nación esbelta y de brillante piel, al pueblo temible
desde siempre, nación vigorosa y dominadora, cuya tierra surcan ríos (… )
Pues antes de la siega, al acabar la floración (…). En aquel tiempo se
presentará un obsequio a Yahveh Sabaoth (…) de parte de un pueblo
esbelto y de brillante piel, y de parte de un pueblo temible desde
siempre, nación vigorosa y dominadora, cuya tierra surcan ríos” (Is 18,1-7).
Fue, según narra Zacarías de Vizcarra el obispo de Burgos, Pablo de
Santa María (†1435) quien aplicó esta profecía de extraña
interpretación al futuro descubrimiento de tierras por parte de España.
Y hay más en Isaías,
“¿Quiénes son éstos que como nube
vuelan, como palomas a sus palomares? Los barcos se juntan para mí, los
navíos de Tarsis en cabeza, para traer a tus hijos de lejos, junto con
su plata y su oro, por el nombre de Yahvé tu Dios y por el Santo de
Israel, que te hermosea”. (Is. 60, 8-9).
Observen ese “Tarsis” que en la exégesis bíblica acostumbra a identificarse con España, como de hecho hizo en su libro “La infancia de Jesús” el Papa Emérito Benedicto cuando hablando de los magos de Oriente afirmaba:
“La promesa contenida en estos textos
extiende la proveniencia de estos hombres hasta el extremo occidente
(Tarsis-Tartessos en España) pero…” (op. cit. pág. 102)
Pero además de que el descubrimiento parece haber sido profetizado en la Biblia, Colón se basó en ello para legitimar su acción.
El día 18 de Octubre de 1492 Colón envió una carta a los Reyes desde Santo Domingo, comenzándola así:
“La Santa Trinidad movió a Vuestras Altezas y por su infinita bondad me hizo a mi mensajero de ello”. En esta carta el Descubridor menciona la Biblia como fundamento para su acción que lo llevo al encuentro del Nuevo Mundo.
Luego continuó así:
“Yo bien que llevase fatiga, estaba
bien seguro que esto no vendría a menos, porque es verdad, que todo
pasara, pero no la Palabra de Dios, y se cumplirá todo lo dicho; el
habló de estas tierras a través de la boca de Isaías en tantos lugares
de su Escritura, afirmando que desde España les sería divulgado su Santo
Nombre”.
Colón también tiene la idea que ha encontrado el Edén:
“la Sacra Escritura testifica que
nuestro Señor hizo el paraíso terrenal y en él puso el árbol de la vida y
de él sale una fuente de donde vienen los cuatro ríos principales:
Ganges, Tigris, Eufrates y Nilo”.
Otro acercamiento escatológico a su trabajo, lo encontramos en una
carta de fines del año 1500. En ella Colón menciona que Dios le hizo
oír una promesa que sin duda él la tomó de la Biblia. Es la frase sobre
el nuevo cielo y la nueva tierra que encontramos en el libro de San
Pedro, el cual a su vez cita al Profeta Daniel. Pero no sólo esto; en
esa misma carta escribe parafraseando al profeta Isaías “que me hiciera de ello mensajero”.
En la misma carta escribe:
“¿Quién duda que este alumbramiento
no fuese del Espíritu? Así como a mí el cual con rayos de claridad
maravillosa consoló con su Santa y Sacra Escritura, 44 libros del Viejo
Testamento y 4 Evangelios, con 23 Epístolas, avivándome que yo prosiga y
continúe sin cesar un momento y con gran prisa”.
Colón consideró su hazaña como el inicio de la profecía de
Jesucristo, que el Evangelio sería predicado por todo el mundo antes del
fin de los tiempos.
Una de las convicciones de Colón era que su empresa no era un acto científico, según sus palabras:
“Yo dije que para la ejecución de la
empresa de las Indias no aprovecho razón, matemática ni mapamundi
(¡que no es verdad!); llanamente se cumple lo que dijo Isaías y esto es
lo que deseo escribir y transmitir aquí.”
Prosigue nuestro Almirante citando al IV Libro de Esdras, versículos 42 y 47 del capitulo 7:
“El tercer día mandaste que las aguas
se reuniesen en la séptima parte de la tierra; secaste sus partes y las
dejasteis secas a fin de que plantadas por Dios y cultivadas por el
hombre te sirviesen. El quinto día dejaste a la séptima parte, donde
estaban reunidas las aguas que produjesen criaturas vivas, aves, peces y
así fue”.
¿Hubo una experiencia espiritual que lo persuadió a buscar apoyo en
la palabra de Dios y luego compartirla con los demás? Algunos críticos
de Colón dicen que consideraba la Biblia como máxima autoridad con el
fin de que nadie refutara su proyecto. Es tanto, que aún no ha podido
ser rebatida la irónica afirmación del investigador mexicano Ramón
Iglesias: “Más que ser Colón el siervo de Dios, era Dios el siervo de Colón”.
Lo que Colón dice es que al evaluar su vida comprendió que ha sido
guiado por el espíritu de Dios, ya que en él se han cumplido las
profecías, de tal forma que aquellos hechos bíblicos que le parecían tan
maravillosos, volvieron a ser realidad. Se podría decir que era una
presunción y un mesianismo excesivo. Los enemigos del Descubridor notan
que ese era el lado débil de Colón. No era el único en su época y
tampoco durante la historia de la humanidad, cuya debilidad consistió en
sentirse escogido.
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