El Señor
nos ha concedido un gran tesoro, estas veinticuatro horas que viviremos hoy, si
Dios quiere.
Y podemos
decir, sin temor a equivocarnos, que también para nosotros “el tiempo es oro”,
pues es de un valor poco menos que infinito, ya que es en el tiempo cuando
podemos hacer buenas obras y reparar por los pecados pasados.
Por eso
este dicho popular, para un cristiano se debe trocar por este otro: “El tiempo
es gloria”, ya que en cada segundo, en cada minuto que Dios nos concede vivir
en este mundo, podemos conquistar más gloria en el Cielo.
Pensemos un
poco en qué utilizamos el tiempo que tenemos a nuestra disposición, porque no
es eterno, no es infinito, sino que tiene un límite; y sería una lástima
–cuando no una verdadera locura- desaprovecharlo y gastarlo inútilmente.
¡Cuántos
que ahora están en la eternidad, quisieran tener al menos un momento en este
mundo, pero ya no lo tienen! Y nosotros tenemos este tesoro infinito en
nuestras manos y lo despilfarramos groseramente. Estamos a tiempo todavía,
porque no hemos sido llamados a Juicio.
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