Vivía apasionada por el ideal de
convertir pecadores, a fin de arrebatarlos del suplicio del infierno, cuya
pavorosa visión tanto la impresionó.
Alguna vez preguntaba: “¿Por qué es que
Nuestra Señora no muestra el infierno a los pecadores? Si lo viesen, ya no
pecarían, para no ir allá. Has de decir a aquella Señora que muestre el infierno
a toda aquella gente. Verás cómo se convierten. ¡Qué pena tengo de los
pecadores! ¡Si yo pudiera mostrarles el infierno!”
Antes de morir, Nuestra Señora se dignó
aparecérsele varias veces. He aquí lo que ha dictado a su madrina Madre
Godinho.
Sobre los
pecados
Los
pecados que llevan más almas al infierno son los de la carne.
Han de
venir unas modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor.
Las
personas que sirven a Dios no deben andar con la moda.
Los
pecados del mundo son muy grandes.
Si los
hombres supiesen lo que es la eternidad harían todo para cambiar de vida. Los
hombres se pierden porque no piensan en la muerte de Nuestro Señor ni hacen
penitencia.
Muchos
matrimonios no son buenos, no agradan a Nuestro Señor ni son de Dios.
Sobre las
guerras
Nuestro
Señor dijo que en el mundo habrá muchas guerras y discordias.
Las
guerras no son sino castigos por los pecados del mundo.
Nuestra
Señora ya no puede retener el brazo castigador de su Hijo sobre el mundo.
Es
preciso hacer penitencia. Si la gente se enmienda, Nuestro Señor todavía
salvará al mundo; mas si no se enmienda, vendrá el castigo.
Sobre los
sacerdotes
Pida
mucho por los Padres, pida mucho por los Religiosos.
Los
Padres sólo deben ocuparse de las cosas de la Iglesia.
Los
Padres deben ser puros, muy puros.
La
desobediencia de los Padres y de los Religiosos a sus Superiores y al Santo
Padre, ofende mucho a Nuestro Señor.
Pida
mucho por los Gobiernos.
¡Ay, de
los que persiguen la religión de Nuestro Señor!
Si el
Gobierno deja en paz a la Iglesia y da libertad a la religión será bendecido
por Dios.
Sobre las
virtudes cristianas
No ande
rodeada de lujo; huya de las riquezas.
Sea amiga
de la santa pobreza y del silencio.
No hable
mal de nadie y huya de quien hable mal.
Tenga
mucha paciencia, porque la paciencia nos lleva al cielo.
La
mortificación y los sacrificios agradan mucho a Nuestro Señor.
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