martes, 27 de mayo de 2014

ES UN SECRETO...

ACERCA DE GUARDAR SECRETOS

No es nada extraño que la gente chismorree en la peluquería, el bar o el trabajo.  


¿Pero qué te parece si se hace en la iglesia? ¿Crees que esto no ocurre? ¡Piénsalo otra vez! 

La razón por la cual no resulta tan obvio es porque somos expertos en disimularlo. Por ejemplo, un amigo te confía un problema matrimonial o que tiene un hijo drogadicto, ¿y qué haces? Inmediatamente tomas el teléfono y avisas al grupo de oración.

 Lo “compartes” bajo el pretexto de solicitar oración. Dios dice: “El que anda con chismes revela el secreto…” Prov. 11,13. Sencillamente lo hará? 

Los chismes destruyen las reputaciones y rompen las amistades. Lo peor de todo es que la gente se vuelve reticente, por lo que no puede recibir la ayuda que necesita. Por este motivo el Señor lo equipara en gravedad al homicidio (Rm. 1,29). Si crees que esto es desproporcionado, lee lo siguiente: “Las palabras del chismoso son como bocados suaves que penetran hasta las entrañas” Prov. 18,8. Las palabras desconsideradas rompen los corazones…

¿Por qué es Dios tan severo con esto? Porque esta actitud le dice al mundo que no se puede confiar en su pueblo, que alguien con un problema está más seguro en un grupo de terapia que en la congregación…

Desgraciadamente, algunos de los más grandes ofensores somos los cristianos que con miestras lenguas “sueltas” pretendemos impresionar a sus semejantes divulgando detalles sobre las luchas de otros. ¡Qué vergüenza! 

Necesitamos orar: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Señor…” Sal. 19,14


Por lo tanto, ¿puedes tú guardar un secreto? ¡Demuéstralo!




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