Faltan
pocos días para Navidad. De seguro andamos corriendo con las compras de
regalos y los preparativos para las fiestas. Pero, ¿no crees que nos
convendría hacer un alto para fijar nuestra mirada y nuestro corazón en
el Misterio que nos disponemos a celebrar: el nacimiento de Dios?
La
historia es hermosísima. Seguro que ya la conoces, así que no voy a
repetírtela. Pero quiero que pensemos en esos detalles que no nos cuenta
la Biblia: el cansancio de María después del largo viaje... la
preocupación de José al no conseguir posada... y la alegría de llegar al
establo... que aunque sucio y maloliente, les ofrecía un lugar
resguardado para pasar la noche... María, rompiendo fuente sobre la
paja... y José corriendo a buscar agua al pozo en el frío de la noche...
María, extenuada, que se pone de parto... y José que le anima y le
ayuda como puede... el Bebé que llora... la mirada de ambos, fija en el
Niño recién nacido... la llegada de los pastores... y de los magos... la
sorpresa de María y de José... la risa del Niño... y el brillo en sus
ojos... la noche, que ya no parece tan fría... y las estrellas y la
luna, que alumbran con más intensidad... los ángeles que cantan... y
todos que glorifican a Dios...
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CON AMOR, MARIAM...