POEMA DE ADVIENTO CON MARÍA
Por Francisco Vaquerizo
Espera la Virgen pura, el momento ya inminente,
en que dé a luz al Infante que ha concebido en su vientre,
porque va a nacer el día veinticuatro de diciembre
En la grávida doncella un gozo especial se advierte
y hay un brillo en su mirada que sobrepasa con creces
la belleza y el candor que imaginarse uno puede.
Espera la Virgen pura, el momento ya inminente,
en que la familia humana, sumida en sombras de muerte,
con la venida del Niño, la claridad recupere
y se sienta hija de Dios y heredera de sus bienes.
Espera la Virgen pura, el momento ya inminente,
en que aparezca en la tierra el que será Rey de Reyes
y el que abra al hombre las puertas de las moradas celestes.
Mientras llega ese momento, la esperanza la mantiene
en una íntima vigilia de ternuras y quereres,
siempre atenta a los anuncios que a su Niño se refieren
porque sabe a ciencia cierta que, ya en el mismo Pesebre,
será preciso que empiece a cumplir con sus deberes.
Gozosa mira a José, ensimismada y silente,
mientras piensa que su Niño llenará el globo terrestre
de amor e instaurará un reino que durará eternamente.
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