miércoles, 10 de diciembre de 2014

ORACIÓN PARA HOY 101214

SALMO 71
 
No me abandones, Señor, ahora que soy viejo
Súplica confiada

  Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca tenga que avergonzarme!
  Por tu justicia, líbrame y rescátame,
inclina tu oído hacia mí, y sálvame.
  Sé para mí una roca protectora,
tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
  ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío,
de las garras del malvado y del violento!
  Porque tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud.
  En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde el seno materno fuiste mi protector,
y mi alabanza está siempre ante ti. 
 
Motivos de tristeza en la vejez

 
Soy un motivo de estupor para muchos,
pero tú eres mi refugio poderoso.
  Mi boca proclama tu alabanza
y anuncia tu gloria todo el día.
  No me rechaces en el tiempo de mi vejez,
no me abandones, porque se agotan mis fuerzas;
  mis enemigos hablan contra mí,
y los que me acechan se confabulan, diciendo:
  "Dios lo tiene abandonado: persíganlo,
captúrenlo, porque no hay quien lo libre".
  ¡Señor, no te quedes lejos de mí;
Dios mío, ven pronto a socorrerme!
  ¡Queden confundidos y humillados
los que atentan contra mi vida!
¡Queden cubiertos de oprobio y de vergüenza
los que buscan mi perdición!
 
Reiteración de la confianza en Dios

 
Yo, por mi parte, seguiré esperando
y te alabaré cada vez más.
  Mi boca anunciará incesantemente
tus actos de justicia y salvación,
aunque ni siquiera soy capaz de enumerarlos.
  Vendré a celebrar las proezas del Señor,
evocaré tu justicia, que es sólo tuya.
  Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
y hasta hoy he narrado tus maravillas.
  Ahora que estoy viejo y lleno de canas,
no me abandones, Dios mío,
hasta que anuncie las proezas de tu brazo
a la generación que vendrá.
  Tu justicia llega hasta el cielo, Señor:
tú has hecho grandes cosas,
y no hay nadie igual a ti, Dios mío.
  Me hiciste pasar por muchas angustias,
pero de nuevo me darás la vida;
me harás subir de lo profundo de la tierra,
  acrecentarás mi dignidad
y volverás a consolarme. 
 
El gozo anticipado

 
Entonces te daré gracias con el arpa,
por tu fidelidad, Dios mío;
te cantaré con la cítara,
a ti, el Santo de Israel.
  Mis labios te cantarán jubilosos,
y también mi alma, que tú redimiste.
  Yo hablaré de tu justicia todo el día,
porque quedarán confundidos y avergonzados
los que buscaban mi perdición. 


LA PAZ DEL CORDERO HABITE EN VOSOTROS SIEMPRE



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