La devoción al Corazón de María se debe a San Juan Eudes (s. XVII)
quién lo unía al del Corazón de Jesús. Esta vinculación fue también
apoyada por Santa Margarita de Alacoque y mas tarde, por el Pío XII
quién enseña que “para sacar más abundantes frutos del culto al Corazón
de Jesús, los fieles han de unirlo a la devoción al Inmaculado Corazón”.
(Haurietis Aquas). El Corazón de María se representa con tres símbolos,
que significan: las llamas, su amor; el lirio, su pureza y la espada,
su sufrimiento por amor a nosotros.
Clementísimo Dios, que para salvación de pecadores y refugio de
desgraciados, quisiste que el Corazón inmaculado de María fuese lo más
parecido en caridad y misericordia al divino Corazón de su Hijo
Jesucristo: concédenos, por la intercesión y méritos del dulcísimo y
amantísimo Corazón que ahora conmemoramos, el llegar a ser semejantes al
Corazón de Jesús.
ORACIÓN EN HONOR AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA
1. Amabilísimo Corazón de María, que ardéis continuamente en vivas
llamas de amor divino; por él os suplico, Madre mía amorosísima,
abraséis mi tibio corazón en ese divino fuego en que estáis toda
inflamada. Avemaría y Gloria.
2. Purísimo Corazón de María, de quien brota la hermosa azucena de
virginal pureza. Por ella os pido, Madre mía inmaculada, purifiquéis mi
impuro corazón, infundiendo en él la pureza y castidad. Avemaría y
Gloria.
3. Afligidísimo Corazón de María, traspasado con la espada de dolor
por la pasión y muerte de vuestro querido Hijo Jesús, y por las ofensas
que de continuo se hacen a su Divina Majestad; dignaos, Madre mía
dolorida, penetrar mi duro corazón con un vivo dolor de mis pecados y
con el más amargo sentimiento de los ultrajes e injurias que está
recibiendo de los pecadores el Divino Corazón de mi adorable Redentor.
Avemaría y Gloria.
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
PLEGARIA DE CONFIANZA
¡Oh Corazón de María!, el más amable y compasivo de los corazones
después del de Jesús, Trono de las misericordias divinas en favor de los
miserables pecadores; yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a
Vos a quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades con
plenísima seguridad de ser por Vos socorrido. Vos sois mi refugio. mi
amparo, mi esperanza; por esto os digo y os diré en todos mis apuros y
peligros: ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina
de la tribulación llegue a mi alma, ¡Oh Corazón de María, sed la
salvación mía!
Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones coaligadas para mi
eterna perdición me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme
perder el tesoro de la divina gracia, ¡Oh Corazón de María, sed la
salvación mía!
En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso de que depende mi
eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma y los ataques de
mis enemigos, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía.
Y cuando mi alma pecadora se presente ante el tribunal de Jesucristo
para rendirle cuenta de toda su vida, venid Vos a defenderla y a
ampararla. y entonces; ahora y siempre, ¡Oh dulce Corazón de María, sed
la salvación mía!
Estas gracias espero alcanzar de Vos, Oh Corazón amantísimo de mi
Madre a fin de que pueda veros y gozar de Dios en Vuestra compañía por
toda la eternidad en el cielo. Amén.
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