SANTORAL: SAN ANTONIO DE PADUA
«TODO EL QUE MIRA A UNA MUJER DESEÁNDOLA, YA COMETIÓ ADULTERIO»
Mt. 5,27-32
El Señor nos pide tener el corazón orientado hacia Él, que nuestros
afectos, pensamientos, deseos, imaginación, memoria y todo ese mundo interior
que sólo Dios conoce, esté iluminado por la gracia; que no se llene de egoísmo,
de pensamientos centrados en uno mismo, en los propios problemas, deseos, gustos
o “derechos”, etc. Preguntémonos ¿qué hay dentro de mi corazón? ¿Qué tengo yo
que purificar en mi interior para hacerlo más agradable a Dios? Una forma
práctica de mortificación interior es abnegarnos en nuestra imaginación,
purificar la memoria, guardar la vista de aquellas imágenes o escenas que no nos
ayuden a agradar a Dios o a vivir la caridad. ¡Si nos diéramos cuenta del cielo
que nos espera, de lo que Dios tiene preparado para aquellos que le aman,
romperíamos inmediatamente con cualquier pecado o imperfección, por muy pequeño
que fuera, con tal de vivir dedicados a Dios! Contemplemos mucho a Cristo. Él
vivió todo lo que enseñó de modo perfecto para darnos ejemplo y merecernos su
gracia.
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