MARÍA DENTRO DE LA IGLESIA
Es muy significativo que, además de los apóstoles (v. 13), se
recuerde solamente a la Virgen con su nombre propio (María), acompañado
de su máximo titulo funcional (la madre de Jesús). Pero ella no está
separada del resto de la iglesia. Aunque tuvo una misión excepcional y
única, María está en la iglesia y con la iglesia apostólica de
Jerusalén, madre de todas las iglesias cristianas.
Poco después, Pedro recordará que Judas “guió a los que prendieron a
Jesús” (v. 16). El recuerdo de esa defección, a la que siguió luego la
del mismo Pedro (Lc 22,34.54-62), hace también de la comunidad de
Jerusalén un cenáculo de misericordia, de perdón: María está rodeada de
los que abandonaron al Maestro en la hora de las tinieblas (cf Lc
22,53).
Esta reflexión no constituye el punto focal de la narración de Lucas.
Pero tampoco podría decirse totalmente extraña a ella. Una tenue
sugerencia en su favor puede verse en el discurso de Pedro para la
sustitución de Judas (He 1,15-22) y en la negación del mismo apóstol,
tal como nos lo narra también el tercer evangelio (Lc 22,34.54-62).
Realmente Lucas, desde el primer capítulo de los Hechos, polariza la
atención en el tema del testimonio que hay que rendir del Señor Jesús.
En este horizonte también la presencia de María tiene una finalidad
perfectamente comprensible. Lo señalaremos articulando nuestra
exposición en tres cuestiones relativas a su persona en He 1,14.
Fuente: SERRA-A. _DICC-DE-MARIOLOGIA. Págs. 344-347
En la anunciación, el ángel había revelado a la Virgen que el niño
que daría a luz por obra del Espíritu Santo reinaría eternamente en la
casa de Jacob (Lc 1,3133); su misión maternal respecto al rey-mesías
contraía, por tanto, unos vínculos especiales con el pueblo de Dios de
la nueva alianza.
Y, en efecto, el día en que el Espíritu suscita la iglesia de Cristo
como una asamblea de testigos (cf Lc 24,48-29; He 1,8), María se sienta
entre los discípulos como “madre de Jesús” (He 1,14 2, 1 -4).
Lucas, que tanto se había prodigado a propósito de la vocación de
María en la génesis humana del Salvador, se contenta con un solo
versículo para ella a la hora de describir la intervención del Espíritu
en el nacimiento de la iglesia.
Sin embargo, en ese fragmento estaba todo. En efecto, guiada por el
mismo Espíritu, la nueva comunidad de los creyentes se verá urgida a
confrontar He 1,14 con el conjunto narrativo del evangelio de Lucas. El
resultado será el reconocimiento de la filogénesis de la iglesia en la
historia de María. La iglesia es el calco de María.
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