Hay que ser sumamente insensible, hay
que estar muerto en este tiempo para no darse cuenta que una fuerza
preternatural, una fuerza profunda arrastra al hombre al mal. Hay que
ser ciegos, sordos para no darnos cuenta que Satanás quiere desprender a
los hijos de Dios del seno de la Salvación.
Luis E.López P.
En todas las apariciones de la Virgen,
la gran preocupación de Ella son los cientos de miles de hombres y
mujeres que se condenan y van al fuego del infierno por falta de
sinceridad, por falta de honestidad, por la mentira; por la sumisión al
rey de la diversión, al rey de la satisfacción y de la comodidad, por la
sumisión al demonio vivo, a Satanás que camina en nuestra tierra.
Entonces, ¿qué va a pasar? ¿Qué va a suceder? El tiempo anunciado por los profetas ha llegado.
Aún no comienza el dolor de los dolores…pero falta ya poco, muy poco.
Se multiplican cadenas de profecías por
doquier, la mayoría falsas o confusas, más no todas. Pero a falta de luz
y discernimiento son pocos los que reconocen las auténticas apariciones
y mensajes verdaderos, y peor aún, pues muchos que disciernen lo hacen
mal y crean más confusión. Y más grave, es que aún más adelante será en
extremo difícil discernir bien. Aquellos cuyo conocimiento viene de lo
Alto, discernirán según Dios.
El tiempo de la preparación se agota. La
inmensa mayoría no saben aún lo que vendrá al mundo y la humanidad
enfrentará. Los tiempos de los avisos están muy cerca de expirar. La
mano del Gran Poder está presto a azotar a esta generación sorda y
perversa que puebla la tierra y que se atreve a declarar la guerra
contra Dios y contra su Cristo Salvador.
Pésele por la eternidad a quienes
soberbiamente pretenden ser más sabios que la Sabiduría misma, pues el
señor Todopoderoso se reirá y se burlará de ellos. El Señor de lo Alto
está indignado y está presto a inflamar Su Ira a la humanidad que vive
en la tierra y en los cielos. ¡Tened temblor y temor santo a Dios Su
Creador y Redentor que fuimos comprados a gran precio!
Los hombres nacidos de mujer deben
prepararse física, emocional y espiritualmente, pues grandes catástrofes
ocasionadas por desastres naturales están por caer al mundo. Mejor
morir hoy que seguir vivo y no convertirnos, pues será mucho peor lo que
se espera. La naturaleza clama venganza por los pecados que inundan al
mundo. Fuego, viento, agua y tierra serán tan aterradoramente violentos
que serán desconocidos para los hombres de ciencia, que no atinarán a
saber qué sucede en la naturaleza que está más que herida por el pecado.
El corazón de los hombres ya no genera
más que odios, envidias, celos, traición y horrores perversos que
desencadenarán guerras, muerte, destrucción, caos, aberraciones,
enfermedades, epidemias y destrucción. La tierra se convertirá en un
lugar peligroso para la vida.
Millones de hombres perderán la vida, y
lo que es peor perderán su alma para siempre pues no se han convertido
al hacer oídos sordos a las innumerables llamadas del Cielo que por
muchos años han resonado en el mundo entero. Condenada el alma al
infierno eterno no hay esperanza que valga, pues habrá perdido para
siempre al Amor de los Amores, a Nuestro señor Jesucristo, Dios y Hombre
Verdadero. Satanás, príncipe de los demonios y bestias infernales lo
poseerá para siempre sin fin.
Orar, oremos; Dios quiere ver y oír
nuestra oración, nuestra súplica, nuestro arrepentimiento, postrados,
arrodillados, pues hemos pecado. Todos los hombres nacidos de mujer
pecan, menos la Purísima, la Inmaculada, la Esposa, la Hija y la Madre
de Dios, el Ángel Mayor enviado de estos tiempos y desapercibida por
algunos hombres de la Iglesia, que la han perseguido y denostado.
El sacrificio es mandatorio ahora en
estos tiempos, hay que ayunar, ayunemos, mortificar los sentidos, vivir
las virtudes, vivir de fe, amar y perdonar; amar a quien nos hace daño y
persigue, pues las más grandes tentaciones están por desplegarse en la
tierra. La dimensión del mal llegará a su clímax, la Iglesia se
desmoronará y no será más ejemplo ni guía. Su mayor obscuridad está por
ocurrir. Tendremos que ser luz. Iluminar nuestro aposento con el cirio
de la esperanza de una vida de entrega total, sin apegos al mundo, ni a
sus vanidades, ni al dinero, ni a la fama, ni a la gloria terrena que
nada vale. Solo Dios basta.
La más grande batalla que los siglos
han conocido llega. Se revelará el interior de cada uno y el pecador
pecará más y el santo se santificará más. O se es frio o caliente, pues
al tibio Dios lo vomita de su boca. Pero el hombre formado por la
Purísima y sólo superado sobrenaturalmente ganará la batalla, así tiene
que ser, ya que por Justicia Divina y equilibrio y armonía perfecta, ni
Dios ni Su Madre participan directamente. Es el talón que aplasta.
¿Somos parte del talón que aplasta? Gracias Madre por el privilegio;
haznos dignos mediante la entrega diaria.
La Justica de Dios es perfecta. El Amor
de Dios es Justicia, sin sentimentalismos ni apegos humanos. ¿Quién es
mi madre y mis hermanos?, pregunta el Señor, aquél que cumple la
Voluntad de Dios es mi hermana y mis hermanos. Por eso nada ni nadie
debe anteponerse al Amor de Dios, ni padre, ni madre, ni parientes, ni
esposa, ni hijos, ni hacienda, pues quien hace esto no es digno de Él.
Deja que los muertos entierren a los muertos, vende todo lo que tienes y
síguelo. Tendrás una recompensa grande, inmensa. Por cada uno que des
recibirás 100 aquí; la vida eterna y podrías calificar para entrar a la
exclusiva Morada del Padre Eterno.
No tengamos miedo. Por sobre todas las
cosas el Amor vencerá. El Amor que emana del sacrificio que venció en la
cruz…pero convirtámonos y preparémonos pues el tiempo está muy cerca.
Pidamos al Espíritu Santo cuya fiesta celebramos este próximo domingo
que nos haga tener oídos sobrenaturales, pues ya no habrá más tiempo ni
dilación, pues el Ángel está presto a tocar la Trompeta.
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