Mt. 22,1-14
Dios nos ha invitado de muchas
maneras a participar del Reino, de la vida en abundancia pensada para el
hombre desde toda la eternidad, la cual habíamos perdido por el pecado.
Sin embargo, aceptar o no, depende de cada uno de nosotros. ¿Excusas? ¡Muchas! Pero, como vemos en este pasaje, ninguna cuenta, ni para no asistir ni para presentarnos indignamente a la mesa del Señor. Y digo para presentarnos dignamente a la fiesta, pues un detalle que no se conoce y que, a veces hace que se juzgue duramente al rey, que exige a un pobre el llevar vestido de fiesta, es que el traje de fiesta, en este tipo de eventos, era proporcionado por el mismo que hacía la invitación, por lo que no había excusa para no tenerlo. Lo mismo pasa con nosotros.
Dios nos ha hecho la invitación sin pensar si somos buenos o malos, pobres o ricos; nos ama y nos ha invitado así como somos. Además nos ha llenado de dones, sobre todo, de la gracia santificante, que es el vestido para la fiesta del Reino.
Por ello, no hay excusa para no asistir, para no vivir en el reino del amor, la justicia y la paz en el Espíritu Santo, en una palabra, no hay excusa para no ser santo.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Sin embargo, aceptar o no, depende de cada uno de nosotros. ¿Excusas? ¡Muchas! Pero, como vemos en este pasaje, ninguna cuenta, ni para no asistir ni para presentarnos indignamente a la mesa del Señor. Y digo para presentarnos dignamente a la fiesta, pues un detalle que no se conoce y que, a veces hace que se juzgue duramente al rey, que exige a un pobre el llevar vestido de fiesta, es que el traje de fiesta, en este tipo de eventos, era proporcionado por el mismo que hacía la invitación, por lo que no había excusa para no tenerlo. Lo mismo pasa con nosotros.
Dios nos ha hecho la invitación sin pensar si somos buenos o malos, pobres o ricos; nos ama y nos ha invitado así como somos. Además nos ha llenado de dones, sobre todo, de la gracia santificante, que es el vestido para la fiesta del Reino.
Por ello, no hay excusa para no asistir, para no vivir en el reino del amor, la justicia y la paz en el Espíritu Santo, en una palabra, no hay excusa para no ser santo.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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