Las buenas acciones tarde o temprano encuentran su premio según la
ley es de que uno siempre recoge lo que siembra.
Algo que vivió
en carne propia un joven que tenía una cita de empleo en una
multinacional con sede en París.
Iba con el tiempo justo por una congestionada vía y, de pronto, vio adelante a una señora que pedía ayuda para montar una llanta. El joven pensó en seguir adelante pero su buen corazón lo movió a prestar apoyo con tan escaso tiempo.
Así lo hizo y al final le pidió a la señora sus datos, en caso de que en la empresa no creyeran en el motivo que lo había demorado.
Llegó
con una hora de retraso y fue entrevistado por una amable sicóloga que
una semana antes también lo había examinado.
Cuando él contó lo que había hecho la entrevistadora le sonrió y, ante su asombro le dijo sonriente: “El puesto es suyo por sus cualidades y también por su nobleza. Aunque no lo crea, usted esta mañana desvaró a mi mamá”.
Cuando él contó lo que había hecho la entrevistadora le sonrió y, ante su asombro le dijo sonriente: “El puesto es suyo por sus cualidades y también por su nobleza. Aunque no lo crea, usted esta mañana desvaró a mi mamá”.
Dios les bendega
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