Ser
cristiano católico hoy, no es un simple añadido a nuestra condición
humana, un accidente de nuestra historia familiar o personal, un título
honorífico que da ciertos privilegios, o un rótulo que se puede poner y
quitar en cualquier momento, según se crea conveniente.
Ni
es tampoco encender una vela a un santo, hacer una novena para pedir un
favor, ir a la Iglesia los domingos para “escuchar” la Misa, saber unas
cuantas cosas acerca de Dios, de la Virgen o de los santos, hacer una
oración cada mañana o cada noche, dar una limosna de vez en cuando, o
decir unas palabras amables a alguien que lo necesita.
Ser
cristiano católico de verdad, como tenemos que ser; haber recibido el
Bautismo y por ello formar parte de la Iglesia, familia de Dios,
comunidad de salvación, es algo mucho más serio y también más
definitivo; es una decisión de vida, una actitud de vida.
El Bautismo nos marca definitivamente y orienta nuestro ser y nuestra vida en un sentido muy claro y determinado.
BENDECIDO DÍA EN CRISTO JESÚS
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