«SANTIFICARÁS LAS FIESTAS»
Para saber
cuándo tenemos un motivo razonable que nos excuse de ir a Misa lo mejor es
consultar con un sacerdote. Si no tienes un sacerdote a
mano, y te urge solucionar tu duda, puede ayudarte la norma siguiente: Puedes
dejar la Misa si, dadas las circunstancias en que te encuentras, dejarías
también prudentemente un negocio de cierta importancia para ti . Si en esas
circunstancias en que te encuentras tuvieras una ocasión única de cobrar cien
mil pesetas, dejarías pasar esa ocasión? Pues la Misa vale más de un
millón. Tiene valor infinito.
Son días de
precepto: Todos los domingos del año. Santa María
Madre de Dios (1 de enero). Reyes (6 de enero). San José
(19 de marzo). Santiago (25 de julio). Propia de España. Asunción
(15 de agosto). Todos los Santos (1 de noviembre). Inmaculada
(8 de diciembre). Navidad (25 de diciembre). Ésta es la lista de las
fiestas de precepto comunes. Pero en algunos sitios habrá que modificarla según
las fiestas locales determinadas por el Obispo de la Diócesis.
Quedan excusados de ir a Misa
los que tienen algún impedimento: una enfermedad que no permita salir de casa,
un viaje que no te dé tiempo de oírla, el vivir lejos de la iglesia más
cercana, una ocupación que no puede abandonarse, por ejemplo: los que cuidan
enfermos y no tienen quien los sustituya.
Los
cristianos santifican el domingo y las demás fiestas de precepto
participando en la Eucaristía del Señor y absteniéndose de las
actividades que les impidan rendir culto a Dios, o perturben la alegría
propia del día del Señor o el descanso necesario del alma y del cuerpo.
Se permiten las actividades relacionadas con las necesidades familiares o
los servicios de gran utilidad social, siempre que no introduzcan
hábitos perjudiciales a la santificación del domingo, a la vida de
familia y a la salud.
Que en no pocas Iglesias locales
descristianizadas un 50, un 80 % de los bautizados viva habitualmente alejado
de la eucaristía es un espanto, es una inmensa ceguera, es algo que no es
posible sin una inmensa y generalizada falsificación voluntarista del cristianismo.
Por eso a todos los cristianos alejados les exhortamos, como el apóstol San
Pablo, «con temor y temblor» (1Cor 2,3), y «con gran aflicción y angustia de
corazón, con muchas lágrimas» (2Cor 2,4). «En el nombre de Cristo os
suplicamos» (2Cor 5,20): «no os engañéis» (1Cor 6,9; 15,33; Gál 6,7), pensando
que la eucaristía no os es necesaria, «no recibáis en vano la gracia de Dios»
(2Cor 6,1). «Miremos los unos por los otros, no abandonando nuestra asamblea,
como acostumbran algunos» (Heb 10,24-25).
Quiera
Dios que estas páginas sean una ayuda para los cristianos que «perseveran
en oír la enseñanza de los apóstoles y en la fracción del pan», y un estímulo
también para aquellos cristianos que viven, que malviven, alejados de la Eucaristía, donde Cristo se manifiesta y se comunica a sus fieles.
DIOS LES BENDIGA
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