NUESTRA SEÑORA DE LAS LAJAS, COLOMBIA
Las Lajas, al sur de Colombia, está situado entre dos
poblaciones: Ipiales, antigua fundación española para adoctrinamiento de
los lugareños, y Potosí, caserío indígena separado por el río Guáitara,
al que sólo se Ilegaba por un largo tronco, rudimentario puente, cuando
lo había, más aislado que comunicado por el mismo.
María Mueses de Quiñones era una potosina, empleada domestica
en la familia Torresano de Ipïales y madre de una niña sordomuda,
Rosita. Yendo a Ipiales por el estrecho sendero marcado a orillas del
barranco, enmarañado por la densa vegetación ecuatorial, se sentó a
descansar en una especie de cueva formada por una afloración de laja;
allí la niña se desprendió de la madre comenzando a trepar por las rocas
y de pronto comenzó a hablar diciendo: ”Mamita, vea esa mestiza que se ha despeñado con un mesticito en los brazos y dos mestizos a los lados!”.
A la Virgen le gusta manifestarse en parajes hermosísimos, donde
luego se han erigido santuarios de gran belleza y audacia por lo
escarpado, pero en Las Lajas el sitio elegido frente a una cascada de 80
metros de caída es indescriptible y las fotografías sólo nos dan una
pálida idea del mismo.
Decimos misteriosamente, porque a la inversa de Guadalupe no hay
testigos presenciales de la formación de la imagen, y milagrosamente
porque su hechura presenta elementos que superan toda racionalidad. Las
primeras noticias de su descubrimiento provienen de dos fuentes que nos
ubican en el siglo XVIII, alrededor de 1750.
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