«A LOS PIES DE JESÚS, COMENZÓ
A LLORAR»
Lc. 7,36-50
Siempre que me han preguntado
¿cuál es la diferencia entre reconciliación y confesión?, la respuesta
la encontramos en este pasaje y es muy sencilla: Es el amor.
Solamente quien ama se reconcilia, es decir, busca ser perdonado. El fariseo no siente la necesidad de ser perdonado, lo tiene todo, pero ha olvidado lo más importante: el amor. La mujer de vida pública, en cambio, se descubre vacía, necesitada, lo único que tiene es sed de amor. Es precisamente esta sed de amor lo que la lleva a Jesús, fuente infinita del amor. Había buscado el amor en los hombres y lo único que recibió fue vacío y soledad.
Jesús no ha venido por los sanos sino por los enfermos: Por ti y por mí. No tengamos miedo de acercarnos a la reconciliación pues en ella, Jesús, por medio del sacerdote, nos dará el amor y el perdón de Dios, para despedirnos diciendo: Vete en paz.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Solamente quien ama se reconcilia, es decir, busca ser perdonado. El fariseo no siente la necesidad de ser perdonado, lo tiene todo, pero ha olvidado lo más importante: el amor. La mujer de vida pública, en cambio, se descubre vacía, necesitada, lo único que tiene es sed de amor. Es precisamente esta sed de amor lo que la lleva a Jesús, fuente infinita del amor. Había buscado el amor en los hombres y lo único que recibió fue vacío y soledad.
Jesús no ha venido por los sanos sino por los enfermos: Por ti y por mí. No tengamos miedo de acercarnos a la reconciliación pues en ella, Jesús, por medio del sacerdote, nos dará el amor y el perdón de Dios, para despedirnos diciendo: Vete en paz.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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