jueves, 18 de septiembre de 2014

«HAZ JUZGADO BIEN» 180914

«A LOS PIES DE JESÚS, COMENZÓ
 A LLORAR»
Lc. 7,36-50
Siempre que me han preguntado ¿cuál es la diferencia entre reconciliación y confesión?, la respuesta la encontramos en este pasaje y es muy sencilla: Es el amor.
Solamente quien ama se reconcilia, es decir, busca ser perdonado. El fariseo no siente la necesidad de ser perdonado, lo tiene todo, pero ha olvidado lo más importante: el amor. La mujer de vida pública, en cambio, se descubre vacía, necesitada, lo único que tiene es sed de amor. Es precisamente esta sed de amor lo que la lleva a Jesús, fuente infinita del amor. Había buscado el amor en los hombres y lo único que recibió fue vacío y soledad.
Jesús no ha venido por los sanos sino por los enfermos: Por ti y por mí. No tengamos miedo de acercarnos a la reconciliación pues en ella, Jesús, por medio del sacerdote, nos dará el amor y el perdón de Dios, para despedirnos diciendo: Vete en paz.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro 



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