Muchos se preguntan ¿Qué es la Orden de Malta?, ¿es una rémora del
pasado y de las viejas historias de caballeros medievales?, ¿o por el
contrario tiene una función y razón de ser en el mundo del siglo XXI?
La Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta tiene una larga y rica historia. La Orden Soberana y Militar de Malta o “SMOM” para abreviar, remonta
sus orígenes a un hospital de la cruzada de la era en la Tierra Santa
encargado con el cuidado de no sólo los católicos, sino de judios y
musulmanes.
Fuente: Orden de Malta
Mientras que otras órdenes militares se desvanecieron porque su propósito militar ya no era necesario, la Orden de Malta siguió desempeñándose en su misión hospitalaria – para construir hospitales (y defensas) donde quiera que fueran.
Bajo este auspicio, la Orden
no sólo sobrevive, sino que prosperó como una Orden de la Iglesia que
muestra el amor misericordioso de Cristo a los pobres y el sufrimiento.
La Orden de San Juan de Jerusalén es una de las instituciones más antiguas de la civilización occidental y cristiana. Presente en Palestina en torno a 1050, se trata de una Orden religiosa laica, tradicionalmente militar, caballeresca, noble de naturaleza.
Sus 13.500 miembros incluyen hermanos profesos y otras personas que han hecho la promesa de obediencia. Los
otros Caballeros y Damas son laicos dedicados al ejercicio de la virtud
y de la caridad cristiana. Lo que distingue a los Caballeros de Malta
es su compromiso de alcanzar su perfección espiritual dentro de
la Iglesia y de dedicar sus energías al servicio de los pobres y los
enfermos.
La Orden de Malta permanece fiel a sus principios inspiradores, se resume en el lema “Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum”, alimentar, presenciar y proteger la fe y servir a los pobres y los enfermos, que representan al Señor,
que se concreta a través del trabajo voluntario de Damas y Caballeros
en estructuras asistenciales, sanitarias y sociales. Hoy la Orden está presente en más de 120 países con sus propias actividades médicas, sociales y asistenciales.
La Soberana Orden de Malta es un sujeto soberano de derecho internacional,
con su propia constitución, pasaportes, sellos, e instituciones
públicas. El 79º Gran Maestre, Frey Matthew Festing, fue elegido Jefe de
la Orden de por vida el 11 de marzo de 2008.
La Orden, que tiene su sede en Roma, mantiene relaciones diplomáticas con 104 Estados – muchos de los cuales no son católicos – a las que hay que añadir las representaciones ante algunos principales países europeos y organismos europeos e internacionales. La Orden de Malta es neutral, imparcial y apolítica. Estas características la hacen particularmente apta para intervenir como mediadora entre los Estados.
La Orden ha vuelto recientemente a Malta, después de firmar un acuerdo con el Gobierno de Malta que concedió a la Orden el uso exclusivo de Fort St. Angelo por un período de 99 años. Situado en la ciudad de Birgu, el Fuerte perteneció a los Caballeros desde 1530 hasta que la isla fue ocupada por Napoleón en 1798.
Hoy en día, después de la restauración, el Fuerte acoge actividades
históricas y culturales relacionadas con la Orden de Malta.
La Orden de Malta ha sido una Orden religiosa desde 1113,
el año en que fue reconocido por el Papa Pascual II. Como Orden
religiosa, está vinculada a la Santa Sede, pero al mismo tiempo es
independiente como sujeto soberano de derecho internacional. En este
sentido, el carácter religioso de la Orden convive con su plena soberanía. El Gran Maestro es al mismo tiempo jefe de un Estado soberano y cabeza de una Orden religiosa. En esta segunda característica es que la Santa Iglesia Romana le da el rango de cardenal.
La Orden de Malta es una Orden religiosa laica de acuerdo con el Derecho Canónico, donde algunos
de sus miembros son religiosos – que han profesado los tres votos de
pobreza, castidad y obediencia – y otros han dado un voto especial de
obediencia, mientras que la gran mayoría de los caballeros y
damas son miembros laicos. El Gran Maestre de la Orden es elegido de
entre los Caballeros Profesos de Votos Perpetuos.
De acuerdo con la Constitución, se requiere que los miembros de la
Orden de Malta mantengan un comportamiento cristiano ejemplar en su vida
privada y pública, lo que contribuye al mantenimiento de las
tradiciones de la Orden.
El Papa nombra a un cardenal como su
representante en la Orden, el Cardenal Patrono, cuyo deber es promover
los intereses espirituales de la Orden y de sus miembros y de mantener
relaciones con la Santa Sede.
El Papa nombra también al Prelado de la Orden dentro de los tres candidatos propuestos por el Gran Maestre. El Prelado es el superior eclesiástico del clero de la Orden.
La Orden permanece fiel a sus principios inspiradores: la defensa de la Fe y el servicio a los que sufren. Sus
miembros comparten la misma vocación y se esfuerzan juntos por la
solidaridad, la justicia y la paz, sobre la base de las enseñanzas de
los Evangelios y en la más íntima comunión con la Santa Sede. Ellos
están involucrados en la caridad activa y dinámica con el apoyo de la
oración. No son Caballeros o Damas sólo por privilegio de nacimiento o
méritos adquiridos, sino por haber respondido a la llamada para estar
donde hay una necesidad material o moral, donde hay sufrimiento.
Dondequiera que se establecieron, los Caballeros
Hospitalarios siempre establecieron primero un Hospital y Hospicio y
luego, si era necesario, fortificaciones defensivas.
¿Qué significa ser un Hospitalario en el tercer milenio? Significa
dedicarse a aliviar el sufrimiento y llevar el bálsamo de la caridad
cristiana a los enfermos, en cualquier parte del mundo, no sólo en los
hospitales sino también en los hogares y residencias de ancianos en los
barrios de poblaciones indigentes.
La Orden no sólo se dedica a los enfermos, sino también para las personas socialmente aisladas, las víctimas de la persecución y los refugiados de cualquier raza y la fe religiosa.
El nacimiento de la Orden se remonta aproximadamente al año 1048. Mercaderes
de la antigua república marinera de Amalfi obtuvieron del Califa de
Egipto el permiso para construir en Jerusalén una iglesia, un convento y
un hospital para asistir a los peregrinos de cualquier fe o raza.
La Orden de San Juan de Jerusalén – la comunidad monástica que dirigía el hospital – se hizo independiente bajo la dirección de su fundador, el Beato Gerardo.
Con la bula del 15 de febrero de 1113, el Papa Pascual II
aprobó la fundación del hospital y lo puso bajo la tutela de la Santa
Sede, con derecho a elegir libremente a sus superiores sin interferencia
de otras autoridades laicas o religiosas. En virtud de aquella bula el
hospital se transforma en orden laica religiosa. Todos los Caballeros
eran religiosos, atados por los tres votos monásticos de pobreza,
castidad y obediencia.
La constitución del reino de Jerusalén en el marco de las
Cruzadas obligó a la Orden a asumir la defensa militar de los enfermos y
los peregrinos, y a proteger sus centros médicos y las
principales vías de comunicación. A la misión hospitalaria de la Orden
se sumó pues la defensa de la fe. Con el tiempo, la Orden adoptó la cruz
octagonal blanca que sigue siendo hoy en día su símbolo.
Tras la caída de San Juan de Acre y la pérdida de la Tierra Santa en 1291, la Orden Hospitalaria de San Juan estableció su sede y su hospital en Limassol, en la isla de Chipre, donde había estado presente desde 1210 gracias a la concesión de importantes propiedades, privilegios y derechos comerciales.
Siguió construyendo nuevos hospitales, fiel a su misión hospitalaria, y aprovechó la posición estratégica de la isla para organizar una flota naval que protegiera a los peregrinos en la ruta marítima hacia la Tierra Santa.
Los miembros siguieron llegando de toda Europa, contribuyendo así a
reforzar la estructura de la Orden, que pudo hacer nuevas adquisiciones
en la orilla mediterránea. Entre ellos, el importante puerto de
Famagusta, la ciudad de Nicosia y numerosas Encomiendas.
Dada la creciente inestabilidad en Chipre, que limitó su expansión en
la isla, los Hospitalarios consideraron más adecuado establecer la sede de la Orden de San Juan en la isla de Rodas.
Sin embargo, los Lugartenientes Magistrales mantuvieron su presencia en
Chipre, dirigiendo los Prioratos y Encomiendas (según se dice, más de
60 en 1374) durante un siglo más hasta mediados del siglo XV, cuando los
Caballeros fueron llamados a la sede conventual de Rodas.
Bajo la dirección del Gran Maestre Frey Foulques de Villaret, en
1307, los Caballeros de la Orden de San Juan llegaron con su flota a
Rodas, completando la adquisición de la isla en 1310 cuando
transfirieron allí su sede. Además de ofrecer un puerto natural a su
flota, la isla presentaba una posición privilegiada, un vínculo entre el
mundo oriental y el mundo occidental.
Desde aquel momento, la defensa del mundo
cristiano exigió la organización de una fuerza naval. La Orden formó una
potente flota y empezó a surcar el Mediterráneo oriental, defendiendo
la Cristiandad en numerosas y célebres batallas.
La independencia de la Orden frente a otros Estados concedida en
virtud de decretos pontificios, junto con el derecho, universalmente
reconocido, de mantener y armar fuerzas militares, constituyó la base de
la soberanía internacional de la Orden.
A principios del siglo XIV las instituciones de la Orden y los
Caballeros que acudían a Rodas procedentes de toda Europa se agruparon
según los distintos idiomas que hablaban. Inicialmente fueron siete los grupos de Lenguas:
Provenza, Auvernia, Francia, Italia, Aragón-Navarra, Inglaterra (con
Escocia e Irlanda) y Alemania. En 1492 Castilla y Portugal se separaron
de la Lengua de Aragón para constituir la octava Lengua. Cada Lengua comprendía Prioratos o Grandes Prioratos, Bailiajes y Encomiendas.
La Orden estaba gobernada por el Gran Maestre (Príncipe de
Rodas) y por el Consejo, acuñaba moneda y mantenía relaciones
diplomáticas con otros estados. Los otros cargos de la Orden se
conferían a los representantes de las diversas Lenguas. La sede de la
Orden, el Convento, estaba integrada por religiosos de diversas
nacionalidades.
Después de seis meses de asedio y de crueles combates con la flota y el ejército del Sultán Solimán el Magnífico, los Caballeros se vieron obligados a rendirse en 1523, abandonando la isla de Rodas con honores militares.
La Orden quedó sin territorio hasta 1530, cuando el Gran
Maestre Frey Philippe de Villiers de l’Isle Adam tomó posesión de la
isla de Malta, cedida a la Orden por el Emperador Carlos V, con la
aprobación del Papa Clemente VII. Se decidió que la Orden permanecería neutral en las guerras entre naciones cristianas.
En 1565 los Caballeros, a las órdenes del Gran Maestre Frey Jean de la Valette, defendieron la isla durante el Gran Asedio Turco, que duró más de tres meses.
Después de esta victoria se construyeron la ciudad y el puerto de La
Valetta, que recibieron el nombre del Gran Maestre, su fundador.
Los Caballeros transformaron Malta con
grandes proyectos urbanísticos: se construyeron palacios e iglesias, así
como enormes bastiones defensivos y varios jardines.
La arquitectura prosperó, así como el patrimonio artístico. En la isla se erigió un nuevo y gran hospital, considerado uno de los mejor organizados y más eficaces del mundo.
Igualmente se fundó una escuela de anatomía, a la que siguió la
facultad de medicina. La Orden contribuyó particularmente al desarrollo
de la oftalmología y la farmacología.
Además de estas actividades, la flota de la Orden de Malta participó
en las maniobras más importantes del Mediterráneo en la lucha contra la
flota otomana y los piratas norteafricanos.
La flota de la Orden participó en la Batalla de Lepanto en
1571, contribuyendo a la victoria de las fuerzas cristianas contra la
expansión del Imperio Otomano en Europa.
Dos siglos después, en 1798, Napoleón Bonaparte ocupó la isla durante la campaña de Egipto por su alto valor estratégico.
Los Caballeros, que tenían prohibido por
la Norma de la Orden alzar las armas contra otros cristianos, se vieron
obligados a abandonar Malta. El Tratado de Amiens, firmado
en 1802, que establecía el derecho soberano de la Orden sobre la isla de
Malta, no fue jamás aplicado.
Después de residir temporalmente en Messina, Catania y Ferrara,
en 1834 la Orden se estableció definitivamente en Roma, donde posee, con
garantía de extraterritorialidad, el Palacio Magistral en via Condotti 68, y la Villa Magistral en la colina del Aventino.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la
misión original de asistencia hospitalaria volvió a ser la actividad
principal de la Orden, reforzándose aún más a lo largo del
último siglo, gracias a la contribución de las actividades de los
Grandes Prioratos y de las Asociaciones Nacionales presentes en
numerosos países del mundo.
La actividad hospitalaria y caritativa se desarrolló a gran escala
durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial bajo la dirección del
Gran Maestre Frey Ludovico Chigi Albani della Rovere (1931-1951).
Bajo los Grandes Maestres Frey Angelo de Mojana di Cologna (1962-1988) y Frey Andrew Bertie (1988-2008), los proyectos se intensificaron hasta llegar a las regiones más remotas del planeta.
Manteniendo su misión histórica de asistencia a los enfermos, los necesitados y los más desfavorecidos, la Orden continúa hoy en día su trabajo en más de 120 países.
Sus programas incluyen la asistencia médica y social, el auxilio a
las víctimas de los conflictos armados o de las catástrofes naturales,
los servicios de emergencia y de primeros auxilios, la asistencia a
ancianos, discapacitados y niños necesitados, la organización de
formaciones en primeros auxilios, así como el apoyo a los refugiados y
los desplazados internos, sin distinción de religión, de raza o de
origen.
La Orden de Malta ha ejercido su misión desde una perspectiva
imparcial desde hace más de 900 años, tendiendo la mano a personas de
cualquier creencia – musulmanes, ortodoxos, católicos, protestantes,
judíos.
La Orden se mueve gracias a la implicación
de sus 13.500 miembros, sus cerca de 80.000 voluntarios formados y sus
25.000 empleados, la mayoría de ellos personal médico.
Las organizaciones de la Orden en todo el mundo (Grandes Prioratos,
Asociaciones Nacionales, organizaciones de ayuda y fundaciones) son las
responsables del desarrollo de sus actividades, tanto en las
instituciones permanentes – hospitales, centros ambulatorios y centros
de la tercera edad – como a través de sus programas médico-sociales y
humanitarios.
El Sumo Pontífice nombra un cardenal de la Santa Iglesia Romana como su representante ante la Soberana Orden de Malta, otorgándole el título de Cardinalis Patronus (Cardenal Patrono) y dotándole de facultades especiales.
El Cardinalis Patronus es el encargado de promover los
intereses espirituales de la Orden y sus miembros, y de las relaciones
entre la Santa Sede y la Orden de Malta.
Desde el 8 de noviembre de 2014, el Patrono de la Soberana Orden Militar de Malta es Su Eminencia Reverendísima el cardenal Raymond Leo Burke.
Según la Carta Constitucional, los miembros de la Orden de Malta se
dividen en tres clases y deben conformarse con las enseñanzas de la
Iglesia católica y participar en las actividades asistenciales de la
Orden.
A la Primera Clase pertenecen los Caballeros
de Justicia, o Profesos, y los Capellanes Conventuales Profesos, que
deben profesar los votos de pobreza, castidad y obediencia, con
el fin de perseguir la perfección evangélica. Son religiosos a todos
los efectos, según las normas del Derecho Canónico, pero no están
obligados a la vida en común.
Los miembros pertenecientes a la Segunda Clase, en virtud de la Promesa de Obediencia que han profesado, se obligan a vivir según los principios cristianos y según aquellos principios relativos al espíritu de la Orden. Se subdividen en tres categorías:
– Caballeros y Damas de Honor y Devoción en Obediencia
– Caballeros y Damas de Gracia y Devoción en Obediencia
– Caballeros y Damas de Gracia Magistral en Obediencia.
– Caballeros y Damas de Gracia y Devoción en Obediencia
– Caballeros y Damas de Gracia Magistral en Obediencia.
La Tercera Clase está constituida por miembros laicos que no profesan votos religiosos, ni la Promesa de Obediencia, pero viven según los principios de la Iglesia y de la Orden. Se subdividen en seis categorías:
– Caballeros y Damas de Honor y Devoción
– Capellanes Conventuales ad honorem
– Caballeros y Damas de Gracia y Devoción
– Capellanes Magistrales
– Caballeros y Damas de Gracia Magistral
– Donados y Donadas de Devoción.
– Capellanes Conventuales ad honorem
– Caballeros y Damas de Gracia y Devoción
– Capellanes Magistrales
– Caballeros y Damas de Gracia Magistral
– Donados y Donadas de Devoción.
El Gran Priorato o la Asociación Nacional competente son responsables en cada territorio de las propuestas de admisión.
Puede verse la representación de la Orden en cada continente aquí.
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