Es uno de los Salmos más comentados y orados a lo largo de los siglos, tanto
por la tradición judía como por la cristiana. También es uno de los más usados
en el arte. Basta recordar las numerosas pinturas de las catacumbas. En ellas se
suele representar a Jesús como un joven sin barba, de pie, con vestido corto y
zurrón, con una oveja sobre sus hombros y la cabeza suavemente apoyada sobre la
oveja. En la Liturgia cristiana se lee como salmo responsorial en distintas
fiestas del Señor y se propone para todo tipo de celebraciones (bautizos,
matrimonios, funerales, etc). Es un texto hermoso y poético, que nos habla de la
ternura de Dios y de los sentimientos que experimenta quien se encuentra con Él:
alegría, paz, seguridad, confianza, plenitud de vida.
El cristiano que
ora con el Salmo 23, está llamado a hacer este camino espiritual, verdadera
síntesis del Antiguo y del Nuevo testamento: dejarse guiar por Dios «en medio de
la noche» y vivir en intimidad con Él, hasta participar en su banquete, «la cena
que recrea y enamora», en palabras de S. Juan de la Cruz.
Felicidades en este día de Todos los Santos
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