«VENID QUE YA ESTÁ TODO PREPARADO»
Lc. 14,15-24
El banquete significa el lugar donde la familia y los amigos se
encuentran juntos, gozando de la compañía, de la conversación y de la
amistad en torno a la misma mesa. Esta imagen nos habla de la intimidad
con Dios trinidad y del gozo que encontraremos en la estancia del cielo.
Todo lo ha hecho para nosotros y nos llama porque «ya está todo
preparado» (Lc 14,17). Nos quiere con Él; quiere a todos los hombres y
las mujeres del mundo a su lado, a cada uno de nosotros.
Es necesario, sin embargo, que queramos ir. Y a pesar de saber que es
donde mejor se está, porque el cielo es nuestra morada eterna, que
excede todas las más nobles aspiraciones humanas —«ni el ojo vio, ni el
oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los
que le aman» (1Cor 2,9) y, por lo tanto, nada le es comparable—; sin
embargo, somos capaces de rechazar la invitación divina y perdernos
eternamente el mejor ofrecimiento que Dios podía hacernos: participar de
su casa, de su mesa, de su intimidad para siempre. ¡Qué gran
responsabilidad!
Somos, desdichadamente, capaces de cambiar a Dios por cualquier cosa.
Unos, como leemos en el Evangelio de hoy, por un campo; otros, por unos
bueyes. ¿Y tú y yo, por qué somos capaces de cambiar a aquél que es
nuestro Dios y su invitación? Hay quien por pereza, por dejadez, por
comodidad deja de cumplir sus deberes de amor para con Dios: ¿Tan poco
vale Dios, que lo sustituimos por cualquier otra cosa? Que nuestra
respuesta al ofrecimiento divino sea siempre un sí, lleno de
agradecimiento y de admiración.
Rev. D.
Joan
COSTA i Bou
(Barcelona, España)
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