La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de
nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por
tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón
que ama sin medida.
Y tanto nos ama, que sufre
cuando su inmenso amor no es correspondido. La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón
de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo
imitemos especialmente en estos 30 días. Esto
significa que debemos vivir este mes demostrándole a Jesús con nuestras obras
que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha
demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y
enseñándonos el camino a la vida eterna.
Todos los días podemos
acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre
nos está esperando y amando.
Debemos vivir recordándolo y
pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le
dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la
familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.).
Debemos, por tanto, pensar
si las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.
Tener en casa o en el
trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a recordar su gran
amor y a imitarlo en este mes de junio y durante todo el año.
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