EXAMEN
Tratemos de comprender juntos qué es la
confesión: si lo comprendes verdaderamente, con la mente y con el corazón, sentirás la necesidad y la alegría de hacer experiencia de este encuentro,
en el que Dios, dándote su perdón mediante el ministro de la Iglesia, crea en tí un corazón nuevo, pone en ti un Espíritu nuevo, para que puedas vivir una existencia reconciliada con Él, contigo mismo y
con los demás, llegando a ser tú también capaz de perdonar y amar, más allá de cualquier tentación de desconfianza y cansancio.
PECADO Y CONFESION-EXAMEN LARGO 3/3
More PowerPoint presentations from MARIAMCONTIGO®
En el 2001, en el programa de televisión de la Madre Angélica en los Estados
Unidos (EWTN), relataron un episodio inédito de la vida de Juan Pablo II.
Un
sacerdote norteamericano de la archidiócesis de Nueva York se disponía a rezar
en una de las parroquias de Roma cuando, al entrar, se encontró con un mendigo.
Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta que
conocía a aquel hombre. Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el
mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles.
El
cura, tras identificarse y saludarle, escuchó de labios del mendigo cómo había
perdido su fe y su vocación. Quedó profundamente estremecido.
Al
día siguiente el sacerdote llegado de Nueva York tenía la oportunidad de
asistir a la Misa privada del Papa, a quien podría saludar al final de la
celebración, como suele ser la costumbre. Al llegar su turno, sintió el impulso
de arrodillarse ante el Santo Padre y pedir que rezara por su antiguo compañero
de seminario, y describió brevemente la situación al Papa.
Un
día después recibió una invitación del Vaticano para cenar con el Pontífice, en
la que solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote
volvió a la parroquia y le comentó a su amigo el deseo del Papa. Una vez
convencido el mendigo, le llevó a su lugar de hospedaje, le ofreció ropa y la
oportunidad de asearse.
El
Pontífice, después de la cena, indicó al sacerdote que los dejara solos, y
pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, le
respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: «una vez
sacerdote, sacerdote siempre». «Pero estoy fuera de mis facultades de
presbítero», insistió en mendigo, que recibió como respuesta: «Yo soy el Obispo
de Roma, me puedo encargar de eso».
El
hombre escuchó la confesión del Santo Padre y le pidió a su vez que escuchará
su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final Juan
Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó
asistente de párroco de la misma, y encargado de la atención a los mendigos.
LaRazón
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU COMENTARIO, PRONTO ESTAREMOS COMUNICANDONOS CONTIGO...
CON AMOR, MARIAM...