lunes, 24 de mayo de 2010

MARIA AUXILIADORA...

MARIA REINA Y MADRE PARA SIEMPRE... visitanos: http://mariamcontigo.ning.com/ TRAS LOS PASOS DE UN SANTO... http://mariamjuanpbloii.blogspot.com/

María Auxiliadora
(Se celebra el 24 de Mayo)

Mar�a 
AuxiliadoraEn el siglo XIX sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón, llevado por la ambición y el orgullo, se atrevió a encarcelar al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica".

Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a acabar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

Novena a María Auxiliadora
(Recomendada por San Juan Bosco)

  1.  Rezar, durante nueve días seguidos, tres Padresnuestros, Avemarías y Glorias con la siguiente jaculatoria: "Sea alabado y reverenciado en todo momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento" y luego tres Salves con la jaculatoria: "María Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros".
  2. Recibir los Santos Sacramentos de Confesión y Comunión.
  3. Hacer o prometer una limosna en favor de las obras de apostolado de la Iglesia o de las obras salesianas.

San Juan Bosco decía "Tened mucha fe en  Jesús Sacramentado y en María Auxiliadora y estad persuadidos de que la Virgen no dejará de cumplir plenamente vuestros deseos, si han de ser para la gloria de Dios y bien de vuestras almas. De lo contrario, os concederá otras gracia iguales o mayores".
 
NOVENA DE LA CONFIANZA

Madre mía de mi vida,
auxilio de los cristianos,
la pena que me atormenta,
pongo en tus benditas manos.
(Ave María)

Tú que sabes mis secretos,
pues todos te los confío,
da la paz a los turbados
y alivio al corazón mío.
(Ave María)

Y aunque tu amor no merezco,
nadie recurre a Ti en vano,
pues eres Madre de Dios
y Auxilio de los cristianos.
(Ave María)

Finalmente, se reza la oración de San Bernardo:

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.

Quince minutos con María Auxiliadora

¡María! ¡María! ¡Dulcísima María, Madre querida y poderosa Auxiliadora mía! Aquí me tienes; tu voz maternal ha dado nuevos bríos a mi alma y anhelosa vengo a tu soberana presencia... Estréchame cariñosa entre tus brazos... deja que yo recline mi cansada frente sobre tu pecho y que deposite en él mis tristes gemidos y amargas cuitas, en íntima confidencia contigo, lejos del ruido y bullicio del mundo, de ese mundo que sólo deja desengaños y pesares.

Mírame compasiva... estoy triste, Madre, bien lo sabes, nada me alegra ni me distrae, me hallo enteramente turbada y llena de temor...
 
Abrumada bajo el peso de la aflicción, sobrecogida de espanto, busco un hueco para ocultarme, como la tímida paloma perseguida por el cazador... y ese hueco, ese asilo bendito, ese lugar de refugio es, ¡oh Madre Augusta! tu corazón.

A ti me acerco llena de confianza... no me deseches ni me niegues tus piedades. Bien comprendo que no las merezco por mis muchas infidelidades; dignas de tus bondades son las almas santas e inocentes que saben imitarte y a las cuales yo tanto envidio sinceramente, mas Tú eres la esperanza y el consuelo, por eso vengo sin temor. 

¡Madre mía! Permite que yo no toque, sino que abra de par en par la puerta de tu corazón tan bueno y entre de lleno en él, pues vengo cansada y sé que Tú no sabes negarte al que afligido viene a postrarse a tus pies.

¡Virgen Madre! Tu trono se levanta precisamente donde hay dolores que calmar, miserias que remediar, lágrimas que enjugar y tristezas que consolar... por eso, levantándome del profundo caos de mis miserias en que me encuentro sumergida imitando al Pródigo del Evangelio, digo también: "Me levantaré e iré a mi dulce Madre y le diré: ¡Madre buena, aquá está tu hija que te busca! perdona si en algo te he sido infiel, soy tu pobre hija que llora, aquí me tienes aunque indigna a tus favores... te pertenezco y no me separaré de Ti, hasta no llevar en mi pecho el suave bálsamo del consuelo y del perdón.

¿Me abandonarás dulce María? ¿No herirán tus oídos mis clamores? ¡Oh, no! tu apacible rostro ensancha mi confianza, tus castos ojos me miran compasivamente disipando las densas nubes de mi espíritu y de mi abatimiento y zozobra desaparecen con tu materna sonrisa.
 
Si majestuosa empuñas tu cetro en señal de poder, como eres mi Madre, es tan sólo para manifestarme que eres la dispensadora de las gracias y mercedes del cielo para derramarlas con abundancia sobre esta tu pobre hija que sólo desea amarte y agradecerte.

¡Oh sí! Tú eres el Océano, Madre, y yo el imperceptible grano de arena arrojado en él... Tú eres el rocío y yo la pobre flor mustia y marchita que necesita de Ti para volver a la vida. Que nada me distraiga, que nadie me busque... Yo estoy perdida en el mar inmenso de tu bondad, estoy escondida en el seno misterioso de mi bendita Madre.

Reina mía, confiando en tu Auxilio bondadoso y tierno quiero hablarte con la confianza del niño... quiero acariciarte, quiero llorar contigo... traer a mi memoria dulces recuerdos... derramar mi alma en tu presencia para pedirte gracias, arráncame, en una palabra el corazón para regalártelo en prenda de mi amor.

Escucha pues, tierna María, mi dulce Auxiliadora, una a una todas mis palabras y deja que cual bordo de fuego penetre en tu corazón, porque quiero conmoverte... quiero rendirlo y quiero en fin que tu Jesús, que tan amable abre sus bracitos sonriendo con dulzura, repita en mi favor nuevamente aquella consoladora palabra que alienta al desvalido y hace temblar al demonio: "He aquí a tu Madre, he aquí a tu hija".

Sí, aquí estoy... aquí está tu pobre hija a quien has amado y amas aún con predilección y que te pertenece por todos títulos... la que descansó en tus brazos antes de reposar en el regazo maternal... la que probó tus caricias mucho antes que los maternos besos... ¿lo recuerdas? Yo dormí en tu seno el dulce sueño de la inocencia, viví tranquila bajo tu manto sin conocer ni sospechar siquiera los escollos de la vida, amándote con ardor y gozando de tus caricias con las que preparaste mi alma y corazón para los rudos ataques de mis enemigos y sinsabores de la vida. Tu mano salvadora no sólo me apartó del abismo en que tantas almas han perecido, sino que me regaló con gracias particularísimas y especiales, dones que reservas tan sólo para tus amados.
Todo... todo lo confieso para mayor gloria tuya y quisiera tener mil lenguas para cantar tus alabanzas, digna y elocuentemente, en fervorosos y tiernos himnos de santa gratitud.
¡Ah! cuando me hallo cercada de tinieblas y sombras de muerte, sobrecogida de angustioso quebranto... cuando mi corazón tiembla ante la presencia del dolor, este pensamiento dulcísimo de tus tiernas muestras de predilección viene a ser el rayo luminoso que hace surgir mi frente, dándome alas para remontarme hasta lo infinito... ¡Oh recuerdo consolador! ¡Bendito seas! Eres la escala por la cual subo hasta el trono de la clemencia y del amor santo y verdadero.
Mas ¡ay!... pronto pasaron de aquella alma los días de encanto... con la velocidad del relámpago se disiparon mis goces infantiles y llegó para mí la hora del desamparo... Madre, no puedo soportar su peso... siento quebrantar al mismo tiempo todas mis fuerzas interiores y necesito que tu mano me sostenga para no sucumbir en la lucha... Ansiosa te busco como el pobre náufrago busca su tabla salvadora...
Levanto a Ti mis ojos y mi pesada frente como el marino en busca de la estrella que debe señalarle el puerto. Me siento como abandonada, semejante a una nave sin piloto a merced del oleaje tempestuoso e incesante... ¡Tengo miedo! mucho miedo de perecer, entre las turbias ondas del agitado mar del pecado... Tengo miedo de la justicia divina a quien soy deudora de tantas y tan especialísimas gracias... pero sobre todo tengo miedo... ¡Oh no quisiera ni decirlo... tengo miedo de serte ingrata, abandonándote algún día y olvidando tus ternuras, pagarlas con ingratitud!
¡Jamás lo permitas, Reina mía! Haz que viva siempre unida a Ti, como la débil yedra vive asida fuertemente a la robusta encina defendiéndose del furioso huracán... ¡Qué sería de ésta tu hija, ¡oh Madre!, sin Ti? Mil enemigos me acechan redoblando a cada paso sus infernales astucias... acosada me siento por todas partes y si Tú no me amparas, ¿quién se dolerá de mí? No me alejes, por piedad, sálvame... muestra que eres mi Madre Auxiliadora; olvida por piedad las veces que te he contristado, reduce a polvo mis pecados, lávame con tus lágrimas y límpiame más y más.
Tus brazos son el trono de la misericordia, en ellos descansa tu Jesús... sujétame entre ellos para que no haga uso de la justicia contra mí... dile que acepto el dolor que redime si Tú me lo envías, que venga, si es preciso, el sufrimiento aun cuando mi pobre carne tiemble ante él, con tal que mi alma se torne blanca como la nieve.

Sí, dile a tu amado hijo que yo quiero desagraviar para alcanzar su clemencia, dile que eche un velo sobre mis faltas y miserias y que olvide para siempre lo mala que he sido... ¡María de mi vida! No resta más que la última etapa... mis ensangrentadas huellas van marcando mis pasos en la senda escabrosa de la vida que está por cortarse... mi cansado corazón late aún, sé, porque Tú les das vida y aliento, pero derrama las últimas lágrimas que manan de él cual candente lava.
Terminará mi existencia y ¿qué será de mí, si mi Auxiliadora no viene en ese momento terrible? ¿A quién volverá mis ojos si te alejas en ese instante? La gracia que te he pedido y tanto deseo para mi agonía, es grandísima y no la merezco, pero la espero con plena confianza y tu sonrisa me alentará. Estoy segura de que aun cuando el demonio ruja a mi derredor, preparando su último asalto, tu mano maternal me acariciará y con sin par solicitud me prodigará los últimos consuelos en mi despedida de este triste valle de lágrimas.
Esto lo sé cierto, lo siento en mí y no fallará mi esperanza... ni un momento lo dudo. Los ángeles santos, al ver las ternuras de que será objeto en el terrible trance exclamarán también enternecidos: "Mirad cómo la ama nuestra Reina". Esta es la gracia de las gracias, mi último anhelo, mi petición suprema. Haz ¡oh Madre mía! que tu dulcísimo nombre, que fue la primera palabra que supieron balbucir mis infantiles labios entre las caricias de mi buena madre, sea también la última expresión que suavice y endulce mi sedienta boca al entregar mi alma. ¡Madre!... que mi tránsito sea el postrer tributo de mi amor hacia Ti... que sea la última nota de mis cantos que tantas veces se elevaron en tu loor y el ósculo moribundo que te envíe sea el preludio de mi eterna e íntima unión con la Majestad divina y contigo, ¡oh mi dulce, mi santa y tierna Madre Auxiliadora...!

Fuente: Webcatólica.-

domingo, 23 de mayo de 2010

ORACIONES DESPUES DE COMULGAR...

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ORACIONES PARA DESPUES DE COMULGAR

ACCION DE GRACIAS

Os doy gracias, mi Jesús, del favor que me habéis hecho de venir a mí.

Si al recibir un regalo cualquiera, doy gracias, ¡cuántas más os las daré a Vos, que me habéis dado a Vos mismo en persona!

Gracias os sean dadas por un tan grande beneficio. Ahora puedo decir que yo soy vuestro, y Vos todo mío.

Como correspondencia a este beneficio, procuraré llevar una vida más santa, más pura, más agradable a Vos. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

SALMO DEL AMOR A JESÚS

Amor
Os amo como os aman los ángeles y Santos, que con Vos están en el Cielo.
Oh Jesús, os amo y deseo que todos los hombres os conozcan y amen.
Os amo por tantos infieles que no os conocen y por tantos impíos que os blasfeman.
Os amo por tantos herejes que os niegan y por tantos malos cristianos que os ofenden.
Os amo por los condenados en el infierno, que nunca tendrán la dicha de amaros.

Adoración

Os adoro, Jesús mío, dentro de mi alma, porque sois mi Creador y mi Señor.

Os adoro, como os adoran los ángeles del Cielo que están en vuestra presencia.

Os adoro como os adoran los ángeles que están alrededor de vuestros altares.

Os adoro como os adora vuestra Santísima Madre; os adoro dentro de mi corazón.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

ORACION DE LA PIEDAD

POSTRADO a vuestros pies, Oh Jesús, os dirijo con todo fervor las siguientes súplicas:

OJOS DE JESÚS, MIRADME. Ahora que estáis en mí, mirad a mi alma y salvadla.

LABIOS DE JES�S, HABLADME. Decidme qu� he de hacer para santificarme.

OH PIES DE JESÚS, SEGUIDME. No quiero en adelante ir a ningún sitio malo.

MANO DE JESÚS, BENDECIDME. Con vuestra bendición me será fácil el no pecar.

CORAZÓN DE JESÚS, AMADME. Sabiendo que Vos me amáis, nada más quiero y deseo.

BRAZO DE JESÚS, CONDUCIDMEE. Guiadme por el camino del bien y apartadme de mal.

Y A LA GLORIA ETERNA LLEVADME. Sí, al Cielo con Vos, con la Virgen Santísima, con los ángeles y Santos. Amén, amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

ORACION DE LA CONFIANZA

CORAZON de Jesús, en Vos confío y espero que me concederéis las gracias que necesito para imitaros y ser verdadero santo.

Por vuestro Corazón, ahora tan unido al mío, os pido que no permitáis que jamás me aparte de Vos por el pecado mortal.

Por vuestro Corazón, tan humillado, haced manso y humilde mi corazón.

Por vuestro Corazón, tan mortificado, dadme fuerza para poder alejar de mí todo cuanto pueda ponerme en peligro de ofenderos.

Por vuestro Corazón tan obediente, haced que sea obediente a mis padres y superiores.

Por vuestro Corazón tan piadoso, concededme el espíritu de piedad hacia Dios, y de hacer con perfección mis devociones.

Por vuestro Corazón tan casto y puro, dadme el don de la pureza y castidad. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

ORACIÓN DEL REFUGIO EN JESÚS

Alma de Cristo, santifícame. Pidamos a Jesús que nos haga santos y que no pequemos.

Cuerpo de Cristo, sálvame. Tenemos un alma; debemos salvarla a toda costa.

Sangre del Costado de Cristo, embriágame. Significa que nos llene de su amor.

Agua del Costado de Cristo, purifícame. Pidamos que nuestra alma sea siempre pura.

Pasión de Cristo, confórtame. Pidamos a Jesús que sepamos resistir las tentaciones.

Oh buen Jesús, óyeme. Que Jesús oiga nuestras oraciones.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de Ti. Es la mayor desgracia separarse de Jesús.

Del maligno enemigo, defiéndeme. Nuestro mayor enemigo es el demonio.

En la hora de mi muerte, llámame.Y mándame ir a Ti. ¿Qué más podemos desear? Ir a Jesús, estar con Jesús.

Para que con tus Santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN DEL TEMOR Y DE LA ESPERANZA 

Oh Jesús mío, atended a mi oración:

Temo al infierno; pero espero en Vos.
Temo el pecado mortal; pero espero que me daréis gracia para no caer en él.
Temo presentarme delante de Vos; pero espero que me daréis sentencia de salvación.

Temo los escándalos del mundo; pero espero que con vuestra gracia no me engañarán.
Temo las malas compañías; pero espero que me ayudaréis a apartarme de ellas.
Espero, Jesús mío, ir al Cielo. Ayudadme.
Espero vivir siempre en gracia de Dios.
Espero presentarme limpio ante Vos.
Espero no dejarme engañar del mundo.
Espero huir de malas compañías.
Os contemplo, Jesús mío, adorado por los ángeles, los Reyes y los pastores.
Os admiro en los brazos de María y en la casa de Nazareth
Os contemplo predicando y haciendo milagros, muerto en una cruz y resucitado.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto

ORACIÓN DE LOS PROPÓSITOS

Acabo de comulgar: acabo de recibiros, Jesús, en mí. 

Escuchad mis propósitos.

¿Me enfado con facilidad? ¿Me domina el orgullo? 

¿Tengo mal genio? Me corregiré.

¿Me porto mal con mi familia? ¿Doy algún disgusto a mis padres? Me portaré mejor.

¿Leo algún libro, novela o revista con relatos o figuras poco decentes? No los leeré más ¿Tengo alguna amistad peligrosa? La dejaré. Mi primer amigo será siempre Jesús.

¿No cumplo con mis deberes en el estudio o en el trabajo? Los cumpliré por amor de Jesús. ¿Me encomiendo a Dios? ¿Dejo por pereza mis oraciones? Las rezaré todos los días.

¿Tengo demasiada afición al juego? Jugaré, pero con orden y a su debido tiempo.

¿Tengo algún defecto, del cual me ha avisado muchas veces? Procuraré enmendarme.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

EL COLOQUIO CON JESÚS

JESÚS: ¿Estás contento de haberme recibido?

Joven: No puedo negarlo, Jesús mío; siento en el fondo de mi corazón un gran gozo.

JESÚS: ¿No te gustaría tener siempre íntima, amistad conmigo?

Joven: Sí, me gustaría mucho.

JESÚS. De ti depende; Yo te amo.

Joven: Es verdad; pero hay una cosa en mí que me estorba para estar en vuestra compañía

JESÚS: Dime, ¿cuál es ésta?

Joven: Os lo diré mi buen Jesús. Son las pasiones de mi corazón.

JESÚS: Precisamente uno de los efectos de la Comunión es calmar esas Pasiones.

Joven: Oh Jesús, procuraré comulgar con frecuencia y con todo el fervor posible.

Jesús, guardad mi alma del pecado.

Jesús, infundid en mí toda virtud.

Jesús, haced que yo sepa imitaros.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

EL COLOQUIO CON MARÍA

MARÍA: Has recibido ya a mi Hijo. Como yo le tenía en mis brazos, tú le tienes en Tu corazón. Agradécele esta visita.

Joven: Sí, Madre mía desearía yo serle muy agradecido: pero ¿cómo lo he de hacer?

MARÍA: Amándole mucho y tratándole bien, o sea, no echarle fuera con el pecado mortal.

Joven: Es lo que pido a Jesús: que nada me separe de Él.

MARÍA: ¡Qué pena me dan ciertos jóvenes que reciben, es verdad a Jesús, pero le vuelven en seguida las espaldas!

Joven: ¿Es esto Posible? ¿Recibir a Jesús y poco después abandonarle?

MARÍA: Sí, esto hacen los que por la mañana comulgan, y después van con malas compañías, y a malos espectáculos.

Joven: Pues yo prometo que no he de ser de estos. Ayudadme a saberlo cumplir.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

PETICIONES

Vos habéis dicho, Oh Jesús: Pedid y recibiréis. Vengo, pues, a pediros:

...que seóis en todas partes más conocido, más amado, más adorado;
... que bendigáis y sostengáis al Papa de Roma, vuestro representante en la tierra-
... que aumentéis los Sacerdotes y Misioneros que trabajan por la salvación de las almas;
...que los que están en gracia de Dios no caigan en pecado y que los pecadores se conviertan a Vos y no se condenen;
... que bendigáis y santifiquéis a mis padres, hermanos, parientes, amigos y enemigos, para que todos os sirvamos en la tierra y gocemos juntos de Vos en el Cielo;
...que bendigáis a todos mis superiores y encargados de mi educación.
Y para mí os pido estas tres gracias:
que no cometa ningún pecado mortal ...
que me deis una buena y santa muerte...
que, al morir, me abráis las puertas del Cielo.
Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu santo; Un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

LAS PALABRAS DE JESÚS

Jesús habla al corazón de aquel que acaba de comulgar y le dice:

¿De quéle aprovecha al hombre el ganar todo el mundo si se va al infierno?

Aprended de Mí, que soy manso y humilde de Corazón.

Dichosos son los que tienen el corazón limpio de pecado, porque ellos verán a Dios.

Vigilad y haced oración, para que no caigáis en la tentación.

El que toma mi Cuerpo en la Sagrada Comunión habita en Mí, y Yo en Él.

Tengo Yo todo poder en el Cielo y en la tierra. Confiad en Mí. Yo he vencido al mundo.

Yo soy el buen pastor, y vosotros sois mis ovejuelas. Escuchad mis palabras.

Si me pedís alguna cosa, os la concederé, si os conviene para vuestra alma.

Yo he venido al mundo, para que los que creen en Mí no anden en las tinieblas.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

ADORO TE DEVOTE

Te adoro con fervor, deidad oculta,
que estás bajo de estas formas escondidas;
a ti mi corazón se rinde entero,
y desfallece todo si te mira.
Se engaña en ti la vista, el tacto, el gusto.
Mas tu palabra engendra fe rendida;
cuanto el Hijo de Dios ha dicho, creo;
pues no hay verdad cual la verdad divina.
En la Cruz la deidad estaba oculta.
aquí la humanidad yace escondida;
y ambas cosas creyendo y confesando,
imploro yo lo que imploraba el ladrón arrepentido.
No veo, como vio Tomás, tus llagas,
mas por su Dios te aclama el alma mía:
haz que siempre, Señor, en ti yo crea,
que espere en ti, que te ame sin medida.
Oh memorial de la pasión de Cristo,
oh pan vivo que al hombre das la vida:
concede que de ti viva mi alma,
y guste de tus célicas delicias.
Jesús mío, pelícano piadoso,
con tu sangre mi pecho impuro limpia,
que de tal sangre una gotita puede
todo el mundo salvar de su malicia.
Jesús, a quien ahora miro oculto,
cumple, Señor, lo que mi pecho ansía:
que a cara descubierta contemplándote,
por siempre goce de tu clara vista. Amén.

ORACIONES PARA ANTES DE COMULGAR...

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ORACIONES PARA ANTES DE COMULGAR

PREPARACION PARA LA COMUNION
Creo, Jesús mío, que estáis presente en la sagrada Hostia que ha consagrado el Sacerdote en la Santa Misa...

Creo, Jesús, que sois Dios y Hombre verdadero; que sois Dios como el Padre y el Espíritu Santo y que sois Hombre como nosotros...

Creo que como Dios estáis en todo lugar; y como Hombre estáis en el Cielo y en la Hostia consagrada...

Aumentad, Señor, la fe que tengo, a fin de que os pueda recibir dignamente...

Espero que estaréis bien conmigo, pues deseo recibiros con fervor...

Acordaos que me he arrepentido y que he propuesto nunca más pecar...

Venid a mí, Jesús mío, que nunca más os quiero dejar...

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

ORACION DEL AMOR Y CARIDAD

Que bueno sois, Jesús mío, aun con aquellos que os han ofendido, pero que han confesado todos sus pecados... 

Como el padre del pródigo recibió a su hijo, así recibes Vos con amor y cariño a los pecadores arrepentidos...

Esto me mueve, Señor, a postrarme a vuestros pies y a deciros: Os amo, Jesús, os amo...

El amor que me tenéis os movió a bajar del Cielo a la tierra, y este mismo amor os ha movido a quedaros en este Sacramento...

Por este amor me mueve también a mí a amaros; sí, os amo porque me amáis; os amo, porque merecéis ser amado sobre todas las cosas...

Por mí bajasteis del Cielo y quisisteis nacer en un pobre establo; por mí moristeis en una Cruz. Por mí lo hicisteis, Señor.

Os amo y no quiero daros disgusto alguno.

Os amo y me apartará de todo pecado.

Os amo y quiero amaros toda mi vida.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

ORACION DE CONTRICCION Y DOLOR

Jesús, Jesús mío, me pesa de haberos ofendido, porque sois tan bueno y la misma Bondad, que queréis ahora venir a mí...

He confesado mis pecados, y en vuestro nombre me los ha perdonado el Sacerdote, que es vuestro Representante en la tierra...

Estabáis enojado contra mí a causa de mis pecados; pero ahora vuestro enojo se ha convertido en amor y compasión de mí...

Sois Santo, Señor. Me arrepiento de haber sido yo tan pecador, Perdón, Señor...

Gracias, OH Jesús, por haberme perdonado; gracias, porque queráis ahora venir a mí...

Voy como enfermo al médico, para que me cure de mis enfermedades...

Voy como ciego que no ve en el camino del cielo, al que es la Luz del mundo que me ha de salvar...

Quiero recibirte con gran reverencia y humildad, con devoción y amor, con fe y pureza...

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto...


LA COMUNION CON MARIA SANTISIMA

MARIA: Piensa bien en lo que vas a hacer, alma querida; vas a recibir a mi Jesús.

El alma: Sí, Madre mía, lo sé, voy a recibir a Jesús, a aquel mismo Jesús a quien tanto amábais y de quien érais tan amadas.

MARIA: ¿Tienes ya el corazón limpio? ¿Has confesado todos tus pecados? ¿Hay alguna cosa en ti que pueda desagradar a Jesús?

El alma: SI, me he confesado y creo que no tengo pecado alguno en mi conciencia.

MARIA: Bien, hijo mío, así agradas a Jesús y me agradas a Mí. Pero, ¿ya tienes las virtudes necesarias para comulgar?

El alma: ¿Qué virtudes son, Madre mía?

MARIA: Has de amar mucho a Jesús; has de ser obediente, humilde y, sobre todo, pura. Has de comulgar en mi compañía. Recibe a Jesús como le recibo yo.

El alma: Yo deseo tener estas virtudes.

MARIA: Así seré buena tu comunión.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

ORACION DEL DESEO

Que felices son ya, Oh Jesús, los que están con Vos en el Cielo; ellos os alabaron eternamente Y con ellos deseo alabaros.

Ya que no puedo aún veros en el Cielo, deseo recibiros en la tierra oculto bajo las apariencias de esa pequeña Hostia. 

Oh Jesús, me he acordado de Vos y he dicho: Voy, voy a comulgar, pensando que Vos me esperáis y me convidáis a recibiros.

Esto me llena de alegría, y mi corazón os desea para unirse con Vos. Venid, Jesús, venid.

Venid y quitad de mi corazón todo aquello que pueda desagradaros.

Venid y haced que sepa trabajar para santificarme y salvar mi alma.

Venid y hacedme vuestro, siempre vuestro, en esta y en la otra vida. Amén.

Venid y hacedme santo; venid y concededme gozar de Vos en el Cielo. Amén. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: a un Dios en Tres Personas bendigo y canto.

viernes, 21 de mayo de 2010

ESPIRITU DE AMOR...

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EL ESPÍRITU SANTO 

La devoción al Espíritu Santo es de las más excelsas y preciosas entre todas las que puede practicar el cristiano. Él es Dios, es el Santificador. 

Él ha de alumbrarnos, vivificarnos, guiarnos, fortalecernos, abrasarnos con el fuego del amor divino. Él nos hace santos apóstoles.

Consagración al Espíritu Santo...

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignáis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza, y todo el amor de mi Corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús.

Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA PARA PEDIR ALGUNA GRACIA AL ESPÍRITU SANTO

¡Oh María, Hija humildísima del Padre, Madre Purísima del Hijo, Esposa amadísima del Espíritu Santo! Yo te amo y te ofrezco todo mi ser para que lo bendigas. Madre admirable, Consuelo del que llora, Abogada dulcísima de los pecadores, ten piedad de todos aquellos a quienes amo; y por tu Inmaculado Corazón, Sagrario de la Santísima Trinidad, Asiento de tu poder, Trono de Sabiduría y Piélago de bondad, alcánzanos que el Espíritu Santo forme en nuestro corazón un nido en que repose para siempre.

Alcánzame lo que con todo el fervor de mi alma te pido, por los merecimientos de Jesús y los tuyos, si es para gloria de la Trinidad Santísima y bien de mi alma, ¡Virgen Santa, Esposa del Espiritu Santo, acuérdate de que eres mi Madre! Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

¿Oh Espíritu Santo!, alma de mi alma, te adoro; ilumáname, guíame, fortificame, consuélame, dime qué debo hacer, ordéname.

Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas que me suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad.

SIETE VENTAJAS PRECIOSAS PARA EL QUE PROPAGA LA DEVOCIÓN AL ESPÍRITU SANTO

  1.  Se crea un lazo de amor entre nuestra alma y la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
  2.  Un aumento notable de todas nuestras devociones, especialmente a la Sagrada Eucaristía, al Corazón de Jesús y a la Santísima Vírgen. 
  3.  Una seguridad de recibir en el alma más inspiraciones del Espíritu Santo y la fuerza para ponerlas en práctica.  
  4.  Procurar de una manera excelente la gloria de Dios, trabajando cada día en hacer conocer y amar al Santificador de las almas.
  5. Trabajar muy especialmente por el advenimiento del reinado de Dios en el mundo, por la acción del Espíritu vivificante.
  6. Ser verdadera y prácticamente apóstol del Espíritu Santo.
  7. Atraer sobre el alma auxilios espirituales del Espíritu Santo, más íntima unión con Dios por medio del Santificador, mayor progreso en la oración mental, más consuelo y hasta alegría en la hora de la muerte, después de tan sublime apostolado.
El invocar a menudo al Espíritu Santo es prenda segura de acierto en las situaciones variadas de nuestra vida.

CONSAGRACIÓN DE LA "OBRA DEL ESPÍRITU SANTO"

¡Oh Amor, centro y vida de la Trinidad Espíritu Santo!, ven a mí con tus dones y con tu Amor;me consagro totalmente a Ti para que obres en mí tu "Misterio de AMOR", el que empezaste a realizar el día de mi bautismo y que ahora quiero renovar en cada instante de mi vida.

Que tu gracia acompañe siempre todas mis acciones y las transforme en ofrenda permanente para gloria del Padre y bien de todos los hombres mis hermanos. Amen.

Reflexión: Creo en el Espíritu Santo

Creo en la tercera Persona de la Santísima Trinidad. El Espíritu Santo ha sido llamado por algunos autores "el gran desconocido".

Porque, realmente, sabemos que es la tercera persona de la Santísima Trinidad, pero apenas sí lo tratamos.

Es preciso que nosotros, como cristianos, intentemos penetrar en el Misterio de Dios y sepamos agradecerle su ayuda amorosa y constante, debemos atenderlo en el fondo de nuestro corazón, y saber responderle con nuestro amor y nuestras obras a todas las inspiraciones y mociones que de Él recibimos.

Hay una tradición en la antigüedad en la que se llama al Espíritu Santo "el Confortador". Y, realmente, en la práctica, ese nombre y otros muchos pueden aplicarse al Espíritu Santo.

Porque Él nos conforta y nos consuela, nos da fortaleza para resistir la tentación. Nos ayuda y nos guía en el camino hacia Dios.

También la palabra Paráclito se refiere al Abogado, el que nos defiende ante los tribunales. Es quien puede rogar e interceder por nosotros. Quien nos defiende en la lucha contra el enemigo; quien nos inspira y nos enseña en el camino de la vida interior.

Pero realmente la palabra Paráclito significa "el amigo en la necesidad". Ya en los escritos de San Pablo vemos que no se limitaba a pensar que el Espíritu Santo ayudaría a defenderse ante los tribunales, sino que precisa: "El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables " (Rom 8, 26).

Es algo maravilloso ser conscientes de esto: el Espíritu ayuda a nuestra debilidad Si ayuda, ¿por qué no nos confiamos a Él? Si ayuda, ¿por qué no le pedimos? Si ayuda, ¿por qué no descansamos en Él, en vez de querer sacar fuerzas de nuestros medios humanos?

Los medios humanos no son despreciables, sino imprescindibles para todo. Pero tienen una medida, un peso, un contenido.

No podemos creernos superpotentes; no podemos creer que somos capaces de resolver y entender todo, lo divino y lo humano. No podemos pensar que la oración, el trato con Dios se realiza sólo a base de esfuerzo personal: es preciso ponerlo, ¡claro que sí!, pero conscientes de que, sin la ayuda del Espíritu Santo, nada podemos.

Y, si lo invocamos, si creemos en Él y en su ayuda, tenemos que pensar en el Espíritu Santo que reza "en nosotros".

Es tan grande el misterio, que quizás nosotros sólo lo recordamos como algo extraordinario: las lenguas de fuego en el Cenáculo; los Apóstoles, entendiéndose en diversas lenguas; la frase evangélica en que se dice que no se preparen para defenderse, que ya el Espíritu pondrá palabras en sus labios...

Todo esto fue así, y es real. Pero también es real que ahora tenemos la atención directa del Espíritu Santo. 

Cuando nos confirmamos nosotros, o cuando asistimos a la ceremonia de una confirmación, el Don que allí recibe quien se confirma es el mismo que recibieron los apóstoles en el cenáculo, en Pentecostés. Aunque no se vea ni se note nada, ¡es, existe, vive! Y nosotros hemos de recibirlo creyendo, valorando lo que es tener al Espíritu Santo a nuestro lado.

Somos templos del Espíritu Santo, se nos dice al parecer, no nos enteramos. Y de esto debe deducirse nuestra dignidad de hijos de Dios, el respeto a nuestro cuerpo y al cuerpo de los demás, el valor inmenso de saber que no estamos solos.

Al Espíritu Santo debemos invocarlo, rezarle, creer en Él de una forma real y auténtica. No quiere decir esto que nos olvidemos de lo que tenemos que hacer como personas y seres racionales.

Rezar es lo primero. Esperarlo todo de Él, también. Estar seguros, por fe, de su ayuda, también. Y luego.... no tirarnos por un precipicio, fiados del Espíritu Santo, ni acometer una empresa para la que no estamos humanamente preparados; ni "tentar a Dios " o pecar de soberbia, esperando y exigiendo milagros.

Los milagros se dan, hoy como ayer. El Espíritu Santo actúa hoy, como ayer, aunque no oigamos "el viento impetuoso" ni veamos "lenguas de fuego".

Pero nuestra fe, firme y segura, debe ir creciendo a base de pedirla, porque es un Don de Dios; y a base de acogerla y desarrollarla, con amor.

Reflexión de ángeles Linares

Los 7 dones del Espíritu Santo son:

Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios

ORACIÓN PARA PEDIR LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

¡Oh Espíritu Santo!, humildemente te suplico que enriquezcas mi alma con la abundacia de tus dones. 

Haz que yo sepa, con el Don de la Sabiduría, apreciar en tal grado las cosas divinas, que con gozo y facilidad sepa frecuentemente prescindir de las terrenas.

Que acierte con el Don de Entendimiento, a ver con fe viva la trascendencia y belleza de la verdad cristiana. 

Que, con el Don de Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.

Que el Don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de salvación.

Que sepa con el Don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, entre lo falso y lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.

Que, con el Don de Piedad, os ame como a Padre, os sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo. 

Finalmente, que con el Don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración a los mandamientos divinos, cuidando con creciente delicadez de no quebrantarlos lo más mínimo. 

Llenadme sobre todo, de vuestro santo amor. Que ese amor sea el móvil de toda mi vida espiritual. Que lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la sublimidad de vuestra doctrina, la bondad de vuestros preceptos, la dulzura de vuestra caridad. Amén.

LOS DOCE FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benigdidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.

NOVENA AL ESPÍRITU SANTO

Instrucciones:

1.- Cada día se reza el acto de consagración al Espíritu Santo que se indica a continuación:

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignáis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza, y todo el amor de mi Corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús.

Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

2.- Después, cada día se reza la Oración por los 7 dones del Espíritu Santo.

Oh, Señor Jesucristo, que antes de ascender al cielo prometiste enviar al Espíritu Santo para completar tu obra en las almas de tus Apóstoles y discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu Santo para que Él perfeccione en mi alma la obra de tu gracia y de tu amor. Concédeme el Espíritu de Sabiduría para que pueda despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar sólo a las cosas que son eternas, el Espíritu de Entendimiento para iluminar mi mente con la luz de tu divina verdad, el Espíritu de Consejo para que pueda siempre elegir el camino más seguro para agradar a Dios y ganar el Cielo, el Espíritu de Fortaleza para que pueda llevar mi cruz contigo y sobrellevar con coraje todos los obstáculos que se opongan a mi salvación, el Espíritu de Conocimiento para que pueda conocer a Dios y conocerme a mí mismo y crecer en la perfección de la ciencia de los santos, el Espíritu de Piedad para que pueda encontrar el servicio a Dios dulce y amable, y el Espíritu de Temor de Dios para que pueda ser lleno de reverencia amorosa hacia Dios y que tema en cualquier modo disgustarlo. Márcame, amado Señor, con la señal de tus verdaderos discípulos y anímame en todas las cosas con tu Espíritu. Amén.

PRIMER DÍA
¡Espíritu Santo! ¡Señor de Luz! ¡Danos, desde tu clara altura celestial, tu puro radiante esplendor!

El Espíritu Santo

Sólo una cosa es importante: la salvación eterna. Por lo tanto, sólo una cosa hay que temer: el pecado. El pecado es el resultado de la ignorancia, debilidad e indiferencia. El Espíritu Santo es el Espíritu de Luz, de Fuerza y de Amor. Con sus siete dones ilumina la mente, fortalece la voluntad, e inflama el corazón con el amor de Dios. Para asegurarnos la salvación debemos invocar al Divino Espíritu diariamente, porque “el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros” (Rom 8,26).

Oración
Omnipotente y eterno Dios, que has condescendido para regenerarnos con el agua y el Espíritu Santo, y nos has dado el perdón de todos los pecados, permite enviar del cielo sobre nosotros los siete dones de tu Espíritu, el Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento, el Espíritu de Consejo y de Fortaleza, el Espíritu de Conocimiento y de Piedad, y llénanos con el Espíritu del Santo Temor. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

SEGUNDO DÍA
¡Ven, Padre de los pobres. Ven, tesoros que sostienes. Ven, Luz de todo lo que vive!

El don del Temor
El don del Santo Temor de Dios nos llena con un soberano respeto por Dios, y nos hace que a nada temamos más que a ofenderlo por el pecado. Es un temor que se eleva, no desde el pensamiento del infierno, sino del sentimiento de reverencia y filial sumisión a nuestro Padre Celestial. Es el temor principio de sabiduría, que nos aparta de los placeres mundanos que podrían de algún modo separarnos de Dios. “Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan” (Ecl 2,17).

Oración
¡Ven, Oh bendito Espíritu de Santo Temor, penetra en lo más íntimo de mi corazón, que te tenga, mi Señor y Dios, ante mi rostro para siempre, ayúdame a huir de todas las cosas que te puedan ofender y hazme merecedor ante los ojos puros de tu Divina Majestad en el Cielo, donde Tú vives y reinas en unidad de la siempre Bendita Trinidad, Dios en el mundo que no tiene fin!. Amén.
(Padrenuestro y Avemara, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

TERCER DÍA
Tú, de todos los consoladores el mejor, visitando el corazón turbado, da la gracia de la placentera paz.

El don de Piedad
El don de Piedad suscita en nuestros corazones una filial afección por Dios como nuestro amorosísimo Padre. Nos inspira, por amor a Él, a amar y respetar a las personas y cosas a Él consagradas, así como aquellos que están envestidos con su autoridad, su Santísima Madre y los Santos, la Iglesia y su cabeza visible, nuestros padres y superiores, nuestro país y sus gobernantes. Quien está lleno del don de Piedad no encuentra la práctica de la religión como deber pesado sino como deleitante servicio. Donde hay amor no hay trabajo.

Oración
Ven, Oh Bendito Espíritu de Piedad, toma posesión de mi corazón. Enciende dentro mío tal amor por Dios que encuentre satisfacción sólo en su servicio, y por amor a Él me someta amorosamente a toda legítima autoridad. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

CUARTO DÍA
Tú, en la fatiga dulce alivio, refresco placentero en el calor, solaz en medio de la miseria.

El don de Fortaleza
Por el don de Fortaleza el alma se fortalece ante el miedo natural y soporta hasta el final el desempeño de una obligación. La fortaleza le imparte a la voluntad un impulso y energía que la mueve a llevar a cabo, sin dudarlo, las tareas más arduas, a enfrentar los peligros, a estar por encima del respeto humano, y a soportar sin quejarse el lento martirio de la tribulación aún de toda una vida. “El que persevere hasta el fin, ese se salvará”(Mt 24,13).

Oración
Ven, Oh Espíritu de Fortaleza, alza mi alma en tiempo de turbación y adversidad, sostiene mis esfuerzos de santidad, fortalece mi debilidad, dame valor contra todos los asaltos de mis enemigos, que nunca sea yo confundido y me separe de Ti, Oh mi Dios y mi máximo Bien. Amén
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

QUINTO DÍA
¡Luz inmortal! ¡Divina Luz! ¡Visita estos corazones tuyos y llena nuestro más íntimo ser!

El don del Conocimiento
El don del Conocimiento permite al alma darle a las cosas creadas su verdadero valor en su relación con Dios. El conocimiento desenmascara la simulación de las creaturas, revela su vacuidad y hace notar sus verdaderos propósitos como instrumentos al servicio de Dios. Nos muestra el cuidado amoroso de Dios aún en la adversidad, y nos lleva a glorificarlo en cada circunstancia de la vida. Guiados por su luz damos prioridad a las cosas que deben tenerla y apreciamos la amistad de Dios por encima de todo. “El conocimiento es fuente de vida para aquel que lo posee” (Prov 16,22).

Oración
Ven, Oh Bendito Espíritu de Conocimiento, y concédeme que pueda percibir la voluntad del Padre; muéstrame la nulidad de las cosas de la tierra, que tenga idea de su vanidad y las use sólo para tu gloria y mi propia salvación, siempre por encima de ellas mirándote a Ti y tus premios eternos. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

SEXTO DÍA
Si tu apartas tu gracia, nada puro permaneceré en el hombre, todo lo que es bueno se volverá enfermo.

El don del Entendimiento
El Entendimiento, como don del Santo Espíritu, nos ayuda a aferrar el significado de las verdades de nuestra santa religión. Por la fe las conocemos, pero por el entendimiento aprendemos a apreciarlas y a apetecerlas. Nos permite penetrar el profundo significado de las verdades reveladas y, a través de ellas, avivar la novedad de la vida. Nuestra fe deja de ser estéril e inactiva e inspira un modo de vida que da elocuente testimonio de la fe que hay en nosotros. Comenzamos a “caminar dignos de Dios en todas las cosas complaciendo y creciendo en el conocimiento de Dios”.

Oración
Ven, Oh Espíritu de Entendimiento, e ilumina nuestras mentes, que podamos conocer y creer en todos los misterios de la salvación, y que por fin podamos merecer ver la eterna luz en la Luz, y en la luz de la gloria tener una clara visión de Ti y del Padre y del Hijo. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

SÉPTIMO DÍA
Sana nuestras heridas, renueva nuestra fuerza. En nuestra aridez derrama tu rocío. Lava las manchas de la culpa.

El don de Consejo
El don de Consejo dota al alma de prudencia sobrenatural, permitiéndole juzgar con prontitud y correctamente qué debe hacer, especialmente en circunstancias difíciles. El Consejo aplica los principios dados por el Conocimiento y el Entendimiento a los innumerables casos concretos que confrontamos en el curso de nuestras diarias obligaciones en tanto padres, docentes, servidores públicos y ciudadanos cristianos. El Consejo es sentido común sobrenatural, un tesoro invalorable en el tema de la salvación. “Y por encima de todo esto, suplica al Altísimo para que enderece tu camino en la verdad” (Ecl 37,15).

Oración
Ven, Oh Espíritu de Consejo, ayúdame y guíame en todos mis caminos para que siempre haga tu Santa Voluntad. Inclina mi corazón a aquello que es bueno, apártame de todo lo que es malo y dirígeme por el sendero recto de tus Mandamientos a la meta de la vida eterna que yo anhelo. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

OCTAVO DÍA
Dobla la voluntad y el corazón obstinado, funde lo que esté helado, calienta lo que esté frío. Guía los pasos que se han desviado!

El don de Sabiduría
Abarcando a todos los otros dones, como la caridad abraza a todas las otras virtudes, la Sabiduría es el más perfecto de los dones. De la Sabiduría está escrito: “todo lo bueno vino a mí con Ella, y riquezas innumerables me llegaron a través de sus manos”. Es el don de la Sabiduría el que fortalece nuestra fe, fortifica la esperanza, perfecciona la caridad y promueve la práctica de la virtud en el más alto grado. La Sabiduría ilumina la mente para discernir y apreciar las cosas de Dios, ante las cuales los gozos de la tierra pierden su sabor, mientras la Cruz de Cristo produce una divina dulzura, de acuerdo a las palabras del Salvador: “Toma tu cruz y sígueme, porque mi yugo es dulce y mi carga ligera”.

Oración
Ven, Oh Espíritu de Sabiduría y revela a mi alma los misterios de las cosas celestiales, su enorme grandeza, poder y belleza. Enséñame a amarlas sobre todo y por encima de todos los gozos pasajeros y las satisfacciones de la tierra. Ayúdame a conseguirlas y a poseerlas para siempre. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

NOVENO DÍA
Tú, en aquellos que siempre más te confiesan y te adoran, en tus siete dones, desciende. Dales alivio en la muerte. Dales vida Contigo en las alturas. Dale los gozos que no tienen fin. Amén.

Los frutos del Espíritu Santo
Los dones del Espíritu Santo perfeccionan las virtudes sobrenaturales al permitirnos practicarlas con mayor docilidad a la divina inspiración. A medida que crecemos en el conocimiento y en el amor de Dios, bajo la dirección del Santo Espíritu, nuestro servicio se torna más sincero y generoso y la práctica de las virtudes más perfecta. Tales actos de virtudes dejan el corazón lleno de alegría y consolación y son conocidos como frutos del Espíritu Santo. Estos frutos, a su vez, hacen la práctica de las virtudes más activa y se vuelven un poderoso incentivo para esfuerzos aún mayores en el servicio de Dios.

Oración
Ven, Oh Divino Espíritu, llena mi corazón con tus frutos celestiales: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Que nunca esté yo cansado en el servicio de Dios sino que, por continua y fiel sumisión a tu inspiración, merezca estar eternamente unido Contigo, en el amor del Padre y del Hijo. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)
 
Fuente:webcatólica...
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