jueves, 3 de septiembre de 2015

LO QUE EL OJO NO VE

La compañía tailandesa Vizer, fabricante de cámaras de seguridad, ha logrado un impacto mundial con este anuncio que viene a representar las palabras de Jesucristo en el Evangelio: «No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados» 
Lc 6,36-38



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SANTA MISA PARA HOY 30915

ES NECESARIO QUE NOS INMOLEMOS
Jueves 3 de septiembre de 2015. XXII Semana T.O. - San Gregorio Magno -
Desde el Sembrador - ESNE




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A LA LUZ DEL EVANGELIO Y LA IGLESIA

LOS DIVORCIADOS
San Mateo  escribe en su Evangelio: unos fariseos se acercaron a Jesús de Nazaret y le preguntaron para ponerle a prueba: ¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?… Les contesta: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer, a no ser por  fornicación, (porneya en griego), y se casa con otra, comete adulterio (Mt. (19, 3-9). Texto de la Biblia Vulgata, traducida del griego al latín por san Jerónimo.
 Según dicho texto, nos preguntamos: ¿los cristianos divorciados inocentes por fornicación o infidelidad de su mujer no cometen adulterio y pueden casarse en segundas nupcias?  La Iglesia católica, en su Derecho canónico, sostiene que el matrimonio consentido  es un contrato o  una alianza indisoluble  entre un hombre y la mujer, y como sacramento da  gracia a los cónyuges para la procreación y educación de sus hijos y para su mutua ayuda y complemento de ambos.
Fuente:  José Barros Guede. 


Por tanto, ni en el caso de la fornicación de uno de ellos, no le permite al inocente divorciarse ni poder casarse en segundas nupcias, sino solo separarse dentro de unas condiciones canónicas. Sin embargo, la Iglesia ortodoxa bicentina manifiesta que el matrimonio cristiano consentido es indisoluble entre hombre y una mujer, pero  permite al cónyuge inocente divorciarse y contraer segundo matrimonio cristiano en el caso de fornicación de uno de los cónyuges, en virtud del texto evangélico arriba citado, nisi ob fornicationem.

Históricamente, la Iglesia de Oriente y de Occidente de los dos primeros siglos, en virtud del principio de indisolubilidad del matrimonio cristiano, sostenía que los  cristianos divorciados inocentes del primer matrimonio cometen también adulterio y no podían contraer matrimonio en segundas nupcias ni aun en el caso por fornicación del otro cónyuge. En  cuyo caso permitía su separación. Con ello se oponían a las leyes romanas que admitían el divorcio por consenso y a las leyes judías de repudio de la mujer casada. Doctrina que san Jerónimo y san Agustín defenderá,  basados en que el matrimonio cristiano consentido y válido es indisoluble. En el siglo XI, el papa Gregorio VII estable dicha doctrina a toda la Cristiandad, que será  recogida por Decreto Graciano

Pero, a partir de siglo III, la Iglesia de Oriente y Occidente defiende pastoralmente un segundo matrimonio cristiano para varón inocente separado o divorciado  por fornicación o infidelidad de su mujer casada. Sostienen esta doctrina: San Epifanio, Hereses 30,4, san Basilio canon 9 ad Amphiloch, el concilio primero de Arlés canon 10, Synodus Venética canon 3, Compendiensis causa 32. Es más, Tertuliano y Orígenes manifiestan que una aparte de la Iglesia de Oriente y de Occidente reconocen al marido y a la mujer el derecho de poder volver a casarse  en segundas nupcias  con otro cónyuge por fornicación  de uno de ellos. 

En el siglo XVI, el cardenal Cayetano, famoso teólogo dominico,  en la Epistolae Pauli, Venecia 1531, fol. 50 b, y Erasmo de Róterdam, en Anotaciones ad Corintios en Opera Omnia, eran partidarios del derecho de los cónyuges cristianos inocentes de poder contraer segundo matrimonio  por la fornicación o infidelidad del otro cónyuge, según el texto evangélico arriba citado y a la luz de tradición oriental de la Iglesia ortodoxa. Es más, la Iglesia protestante luterana niega que el matrimonio cristiano sea un sacramento. Considera que es un contrato entre un hombre y una mujer que puede disolverse por mutuo acuerdo de dichas partes.

De este modo el concilio de Trento establece en noviembre de 1563: Si alguno dijere que la Iglesia  se equivoca, cuando enseña y ha enseñado, siguiendo la doctrina del Evangelio y de los Apóstoles, que el vínculo matrimonial no puede ser disuelto a causa del adulterio del otro cónyuge, y que ninguno de los dos, ni siquiera el inocente que no ha dado ocasión al adulterio pueda contraer nuevo matrimonio durante toda la vida del otro; y que comete adulterio quien despide a la mujer adúltera y casa con otra, sea anatema (Dz 1087). No condena  la doctrina de la Iglesia ortodoxa bicentina que afirma que los cristianos divorciados inocentes por fornicación o adulterio del otro no son adúlteros y que por tanto pueden casarse en segundas nupcias viviendo el anterior cónyuge.

En el concilio Vaticano II, monseñor Elías Zobhy, vicario del patriarca Máximos IV, decía:   Es cierto que Cristo ha hecho indisoluble el vínculo matrimonial por una ley positivo, pero salvo en el caso del adulterio, como indica el evangelio de Mateo (c. 5, v. 19). Corresponde a la Iglesia el sentido de este inciso. Si la Iglesia de Roma lo ha interpretado en sentido estricto, no ha sucedido lo mismo en Oriente, donde la Iglesia lo interpretó, desde los primeros siglos, a favor del posible nuevo matrimonio del cónyuge inocente.

El  actual papa Francisco, hace unos días, ha dicho: Los divorciados vueltos a casar no están excomulgados, y no van a ser tratados absolutamente como tales, sino que forman parte de la Iglesia. Ciertamente, los cristianos  divorciados inocentes y casados en segundas nupcias por fornicación o infidelidad del otro cónyuge no son adúlteros ni están excomulgados, sino que son miembros de la Iglesia si están bautizados y mantienen su fe cristiana.

A ellos, es, pues, necesario que la Iglesia católica, en su próximo Sínodo de la Familia, los trate con comprensión humana y cristiana, a la luz de dicho texto evangélico citado y de la historia y tradición cristianas  y les proporcione un segundo matrimonio.


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ORACIÓN PARA HOY 30915

MAXIMILIANO KOLBE
Para problemas desesperados de salud


¡Oh, San Maximiliano María! Fiel seguidor del Pobrecito de Asís, que encendido en el amor de Dios has pasado tu vida en la asidua práctica de las virtudes heroicas y en las santas obras del apostolado, vuelve tu mirada a nosotros, tus devotos, que confiamos en tu intercesión.
Tu que, irradiado por la luz de la Virgen Inmaculada, atrajisteis innumerables almas hacia los ideales de santidad, llamándoles a toda forma de apostolado para el triunfo del bien y la propagación del Reino de Dios, obténos la luz y la fuerza para obrar el bien atrayendo muchas almas al amor de Cristo.
Tu que, en perfecta imitación del divino Salvador, has alcanzado tan alto grado de caridad para ofrecer, en sublime testimonio de amor, tu vida para salvar aquella de un hermano prisionero, intercede ante el Señor por la gracia que confiadamente te pedimos:  (Mencionar aquí la gracia que se desea alcanzar)
Y, animados por el mismo ardor de caridad, podamos también nosotros con la fe y las obras, dar testimonio de Cristo ante nuestros hermanos, para alcanzar junto a ti, la posesión beatificante de Dios en la luz de la gloria eterna. 
Amén.
 
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NUESTROS PECADOS SON MOTIVO DE ENCUENTRO CON JESÚS

«BOGA MAR ADENTRO»
Lc. 5,1-11




Nos resulta sorprendente comprobar cómo aquellos pescadores fueron capaces de dejar su trabajo, sus familias, y seguir a Jesús («Dejándolo todo, le siguieron»: Lc 5,11), precisamente cuando Éste se manifiesta ante ellos como un colaborador excepcional para el negocio que les proporciona el sustento. Si Jesús de Nazaret nos hiciera la propuesta a nosotros, en nuestro siglo XXI..., ¿tendríamos el coraje de aquellos hombres?; ¿seríamos capaces de intuir cuál es la verdadera ganancia?
Los cristianos creemos que Cristo es eterno presente; por lo tanto, ese Cristo que está resucitado nos pide, no ya a Pedro, a Juan o a Santiago, sino a Jordi, a José Manuel, a Paula, a todos y cada uno de quienes le confesamos como el Señor, repito, nos pide desde el texto de Lucas que le acojamos en la barca de nuestra vida, porque quiere descansar junto a nosotros; nos pide que le dejemos servirse de nosotros, que le permitamos mostrar hacia dónde orientar nuestra existencia para ser fecundos en medio de una sociedad cada vez más alejada y necesitada de la Buena Nueva. La propuesta es atrayente, sólo nos hace falta saber y querer despojarnos de nuestros miedos, de nuestros “qué dirán” y poner rumbo a aguas más profundas, o lo que es lo mismo, a horizontes más lejanos de aquellos que constriñen nuestra mediocre cotidianeidad de zozobras y desánimos. «Quien tropieza en el camino, por poco que avance, algo se acerca al término; quien corre fuera de él, cuanto más corra más se aleja del término» (Santo Tomás de Aquino).
«Duc in altum»; «Boga mar adentro» (Lc 5,4): ¡no nos quedemos en las costas de un mundo que vive mirándose el ombligo! Nuestra navegación por los mares de la vida nos ha de conducir hasta atracar en la tierra prometida, fin de nuestra singladura en ese Cielo esperado, que es regalo del Padre, pero indivisiblemente, también trabajo del hombre —tuyo, mío— al servicio de los demás en la barca de la Iglesia. Cristo conoce bien los caladeros, de nosotros depende: o en el puerto de nuestro egoísmo, o hacia sus horizontes.
Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez (Rubí, Barcelona, España) 


«De esta contrición del corazón depende la verdad de la penitencia. Así pues, la conversión debe penetrar en lo más íntimo del hombre para que le ilumine cada día más plenamente y lo vaya conformando cada vez más a Cristo.»
Ordo Poenitentiae, n. 6


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miércoles, 2 de septiembre de 2015

LA FE EN CASA

BEBÉ BENDICE LA MESA Y DICE «¡AMÉN!»
La Bendición de la mesa es una costumbre antiquísima entre los cristianos; y, antes, entre nuestros hermanos mayores, los judíos. En los relatos evangélicos se puede observar como el propio Jesús, nuestro Señor, lo hacía. No sólo en la última cena, sino que, por ejemplo, antes de multiplicar los panes, bendice al Padre, pronuncia la bendición de agradecimiento… Lo mismo hacen los discípulos, como se puede apreciar en el libro de Los Hechos de los Apóstoles y otros del Nuevo Testamento.
 Afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: Bendecir es una acción divina que da la vida y cuya fuente es el Padre. Su bendición es a la vez palabra y don ("bene-dictio", "eu-logia")… Desde el comienzo y hasta la consumación de los tiempos, toda la obra de Dios es bendición.


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«LA ESPADA EN LA ROCA»

NO ES EL REY ARTURO, ES EL PRIMER SANTO CON CANONIZACIÓN OFICIAL
Mucha gente conoce la leyenda del Rey Arturo, quien al sacar la espada de una roca demostraba ser el elegido por Dios (o por la magia del mago Merlín) para gobernar.
Pero pocos conocen que hay una espada real clavada en una roca real en una capilla católica italiana, la capilla de Montesiepi, en el pueblecito de Chiusdino, cerca de la abadía de San Galgano.
P.J.G.

La espada la clavó allí el caballero San Galgano Guidotti en el siglo XII. No es un personaje completamente legendario y nebuloso, al contrario, se trata del primer santo canonizado mediante un proceso formal de canonización a instancias de un Papa. Fue el Papa Lucio III (1181 a 1185) quien inició el proceso canónico a los 4 años de morir el caballero. Lucio III era un hombre valiente, famoso por plantarle cara al poderosísimo emperador germánico Federico Barbarroja. 

San Galgano, a los 30 años, después de una vida de juventud poco ejemplar como caballero mundano y combatiente no muy noble, presionado por sueños y visiones divinas, decidió retirarse y empezar a vivir como ermitaño. En esa vida de oración, tuvo dos visiones místicas.

En la primera visión, el Arcángel San Miguel dijo que le protegería personalmente.

En la segunda, vio a los Doce Apóstoles y al mismo Dios.

Al acabar la segunda visión, quiso marcar el lugar con una cruz, y como no tenía otros materiales, clavó su espada en el suelo.

La historia dice que la tierra se endureció inmediatamente y que ha quedado dura como la roca desde entonces.

Otras fuentes señalan que clavar la espada en la roca fue el milagro que Dios usó para convencer a Galgano de que dejase de pensar en la vida mundana y se volcase seriamente en la vida de oración.

No hay leyendas sobre otros milagros de San Galgano: sólo la espada, que al parecer hay especialistas que datan en esa época.

Wikipedia especifica que murió con 33 años el 30 de noviembre 1181, día de su celebración litúrgica.

La roca con la espada está hoy protegida por una urna dura y transparente. Según parece, en el correr de los siglos bastantes personas han intentado sacar la espada de la roca, y la capilla intenta disuadir a vándalos y blasfemos exponiendo lo que –asegura un texto- son manos momificadas de un ladrón que intentó llevarse la espada y fue repentinamente atacado y matado por lobos.

Wikipedia añade el dato de que un hombre en 1992, intentando sacar la espada, lo único que consiguió fue romperla. Los responsables de la capilla la volvieron a pegar en su sitio.
 


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SANTA MISA PARA HOY 20915

UNIÓN DE CARIDAD
Miércoles 2 de septiembre de 2015. XXII semana del T.O.
Desde la parroquia de la Purísima Concepción de Barcelona
 Preside: Rvdo. P. Jorge María Gil, o.carm. 



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ORACIÓN PARA HOY 20915

 A LA VIRGEN DE LA ESPERANZA
Para casos muy desesperados

¡Oh excelsa Madre de Dios y Esperanza de los hombres!
tu fuisteis, eres y serás,
después de Jesús, toda mi esperanza.

Oh Madre buena y poderosa,
oh madre de la Esperanza,
sabedor de que has recibido la misión divina de guardar,
guiar, ayudar, alegrar y consolar a las almas,
a ti acudo con inquebrantable fe e ilimitada seguridad.

Tu título de Madre de la Esperanza
me alienta especialmente;
tu eres, por derecho legitimo,
la poderosa Intercesora,
honor y gracia que adquiriste
desde el momento mismo de la Anunciación,
y fuiste acrecentando cada día, con tu propio dolor.

 Tú no me abandonarás, oh Madre mía,
pues tu eres el camino entre mi corazón y Dios.

Sabiendo que tus brazos se abren siempre
con infinito amor y solicitud maternal,
en ellos me arrojo pues sé que no quedare defraudado,
de ti todo lo espero,
contigo siento que el Cielo esta conmigo.

Aún cuando todo el mundo me abandone,
aún cuando la medicina me desahucie,
aún cuando Dios no oyera ya mis ruegos,
aún cuando las tinieblas envolvieran mi alma,
aún cuando todo los caminos se me cerraran,
y sin luz, sin calor, sin fuerza, sin aliento,
sin sostén alguno ni humano ni divino,
estuviera por hundirme en el abismo de la desesperación,
bajo tu amparo me acojo,
pues si tu lo quieres,
sé que al momento seré consolado.

¡Oh Madre buena y poderosa,

oh Madre de mi Esperanza
escucha mis muy desesperadas necesidades y problemas:
(hacer ahora la petición con infinita confianza),
atiende, te suplico, lo que con gran fe y esperanza solicito,
dame alivio y aliento, dame solución a mis necesidades,
porque yo solo no puedo nada,
escucha mi plegaria, porque de ti todo lo espero,
Madre y Señora mía, Virgen de mi Esperanza.

Por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.
Amén

Rezar la Salve y tres Avemarías.

Repetir le oración y los rezos durante tres días consecutivos.


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EL SEÑOR NOS LEVANTA Y NOS CURA

«UNCIÓN DE LOS ENFERMOS»
Lc. 4,38-44


La gente que busca a Jesús y Él que cura toda “enfermedad” (comenzando por la suegra de Simón Pedro); a la vez, «salían también demonios de muchos, gritando» (Lc 4,41). Es decir: bien y paz, por un lado; mal y desesperación, por otro.
No es la primera ocasión que aparece el diablo “saliendo”, es decir, huyendo de la presencia de Dios entre gritos y exclamaciones. Recordemos también el endemoniado de Gerasa (cf. Lc 8,26-39). Sorprende que el propio diablo “reconozca” a Jesús y que, como en el caso del de Gerasa, es él mismo quien sale al encuentro de Jesús (eso sí, muy rabioso y molesto porque la presencia de Dios perturbaba su vergonzosa tranquilidad).
¡Tantas veces también nosotros pensamos que encontrarnos con Jesús es un estorbo! Nos estorba tener que ir a Misa el domingo; nos inquieta pensar que hace mucho que no dedicamos un tiempo a la oración; nos avergonzamos de nuestros errores, en lugar de ir al Médico de nuestra alma a pedirle sencillamente perdón... ¡Pensemos si no es el Señor quien tiene que venir a encontrarnos, pues nosotros nos hacemos rogar para dejar nuestra pequeña “cueva” y salir al encuentro de quien es el Pastor de nuestras vidas! A esto se le llama, sencillamente, tibieza.
Hay un diagnóstico para esto: atonía, falta de tensión en el alma, angustia, curiosidad desordenada, hiperactividad, pereza espiritual con las cosas de la fe, pusilanimidad, ganas de estar solo con uno mismo... Y hay también un antídoto: dejar de mirarse a uno mismo y ponerse manos a la obra. Hacer el pequeño compromiso de dedicar un rato cada día a mirar y a escuchar a Jesús (lo que se entiende por oración): Jesús lo hacía, ya que «al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario» (Lc 4,42). Hacer el pequeño compromiso de vencer el egoísmo en una pequeña cosa cada día por el bien de los otros (a eso se le llama amar). Hacer el pequeño-gran compromiso de vivir cada día en coherencia con nuestra vida cristiana.
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España) 

«El mismo Apóstol dice también que cuando estaba delicado era cuando se sentía fuerte, pues la fortaleza de Dios se manifiesta francamente en nuestra debilidad. Sed animosa en medio de las aflicciones de vuestra casa.»
San Francisco de Sales, Epistolario, fragmento 8


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martes, 1 de septiembre de 2015

SANTA MISA PARA HOY 10915

HACER COSAS GRANDES
Martes 1 de septiembre de 2015. Semana XXII del T.O.
Desde el Canal de TeleVID, Medellín, Col.
 Preside: Sacerdote Guillermo Betancur



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ORACIÓN PARA HOY 10915

VIRGEN DE LA MERCED
Para protección, injusticias, envidias, difamación, rencor, traición

Santísima Virgen María de la Merced,
Madre de Jesucristo y de todos los hombres,
vida, dulzura, esperanza nuestra,
seguridad y consuelo de los afligidos,

Tú que siempre nos acompañas en el dolor
escucha las súplicas que con sencillez te hacemos;
Madre atiende nuestros ruegos como atendiste
en otro tiempo los de los cautivos cristianos,
y como a ellos los libraste de las cadenas de la opresión,
líbranos hoy a nosotros de todo mal y enemigo,
líbranos de los que por maldad o envidia nos quieren dañar,
aléjanos de la mentira, el engaño y la traición,
 defiéndenos de las calumnias y difamaciones,
líbranos de la avaricia, del egoísmo y la ira,
líbranos de la injusticia, del odio y del rencor.

Ayúdanos Santísima Virgen de la Merced,
a buscar y a encontrar remedio a nuestros problemas;
Madre mediadora, Madre de bondad,
Tú que siempre nos sostienes con maternal amor,
no nos dejes solos danos fuerzas para no desfallecer,
intercede ante tu Hijo Jesucristo
para que solucione nuestras tribulaciones y angustias,
en especial esto que ahora tanta aflicción nos causa:
(pedir con inmensa esperanza lo que se quiere conseguir).

Otórganos Madre y Corredentora,
Reina de nuestros corazones,
las gracias que hoy te presentamos,
ayúdanos con tu caridad y misericordia
en nuestras luchas, desasosiegos y dificultades
y como siempre, danos tu amparo y protección
y presérvanos de toda enfermedad, mal y peligro.

Y ya que nuestro Señor Jesucristo, Tu Hijo,
desde la cruz nos encomendó a tu cuidado y protección,
haz resplandecer sobre nosotros
el dulce nombre con el cuál con amor te veneramos,
Santa María de la Merced,
Madre y Señora Nuestra.

Amén.

Rezar La Salve, Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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EL EVANGELIO ES CAPAZ DE CAMBIAR A LAS PERSONA

«QUEDABAN ASOMBRADOS»
Lc. 4,31-37


Vemos cómo la actividad de enseñar fue para Jesús la misión central de su vida pública. Pero la predicación de Jesús era muy distinta a la de los otros maestros y esto hacía que la gente se extrañara y se admirara. Ciertamente, aunque el Señor no había estudiado (cf. Jn 7,15), desconcertaba con sus enseñanzas, porque «hablaba con autoridad» (Lc 4,32). Su estilo de hablar tenía la autoridad de quien se sabe el “Santo de Dios”.
Precisamente, aquella autoridad de su hablar era lo que daba fuerza a su lenguaje. Utilizaba imágenes vivas y concretas, sin silogismos ni definiciones; palabras e imágenes que extraía de la misma naturaleza cuando no de la Sagrada Escritura. No hay duda de que Jesús era buen observador, hombre cercano a las situaciones humanas: al mismo tiempo que le vemos enseñando, también lo contemplamos cerca de las gentes haciéndoles el bien (con curaciones de enfermedades, con expulsiones de demonios, etc.). Leía en el libro de la vida de cada día experiencias que le servían después para enseñar. Aunque este material era tan elemental y “rudimentario”, la palabra del Señor era siempre profunda, inquietante, radicalmente nueva, definitiva.
La cosa más grande del hablar de Jesucristo era el compaginar la autoridad divina con la más increíble sencillez humana. Autoridad y sencillez eran posibles en Jesús gracias al conocimiento que tenía del Padre y su relación de amorosa obediencia con Él (cf. Mt 11,25-27). Es esta relación con el Padre lo que explica la armonía única entre la grandeza y la humildad. La autoridad de su hablar no se ajustaba a los parámetros humanos; no había competencia, ni intereses personales o afán de lucirse. Era una autoridad que se manifestaba tanto en la sublimidad de la palabra o de la acción como en la humildad y sencillez. No hubo en sus labios ni la alabanza personal, ni la altivez, ni gritos. Mansedumbre, dulzura, comprensión, paz, serenidad, misericordia, verdad, luz, justicia... fueron el aroma que rodeaba la autoridad de sus enseñanzas.
Rev. D. Joan BLADÉ i Piñol (Barcelona, España)


«El instruido en las Escrituras se hace fuerte para arrostrar todas las adversidades.»
Santo Tomás, Catena Aurea, vol. 1


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