martes, 31 de marzo de 2015

ORACIÓN PARA HOY 310315

AL SILENCIO DE CRISTO EN SU PASIÓN
“Si Cristo te habla al alma, has de quedar solitaria y en silencio, si quieres escuchar a Cristo, has de saber callar”. “Ninguna unión es mayor que la que se da entre las tres divinas Personas que son un solo Dios. Después de ella, ninguna unión es más grande que la que se da entre Dios y el alma. “Cuando Dios mira a la criatura, le da con ello el ser; cuando la criatura mira a Dios, recibe con ello su ser”. Si sucediera que un alma recibiese un beso de la Divinidad, se encontraría llena de perfección y de dicha, abrazada en unidad”.
Eckhart


Hay, Señor, en tu adorable Pasión, una palabra que sin vibrar en mis oídos, llega a lo más profundo de mis entrañas, que me conmueve, admira y enternece y habla como ninguna… No es la palabra de los discípulos que te niegan, ni la de los jueces que te escarnecen, ni la de los sayones que te insultan, ni la de la plebe que te blasfema, ni siquiera la de las piadosas mujeres que te compadecen…
Es la palabra que tu no has pronunciado, la de tu silencio, severo, grave, solemne, no interrumpido ni para quejarte, disculparte, justificarte, ni menos para recriminar, volver por tu honra y la de los tuyos, vindicar tu vida, hundir en los abismos de la nada a tus acusadores…
¡Silencio largo, adorable, misterios de la Pasión de Cristo! ¡Cuánto confundes mi afán de justificarme, disculparme, razonar, volver por los fueros de mi orgullo, egoísmo y amor propio! ¿Cuándo, Señor, cuándo aprenderé tu silencio, y cuándo sabré que Tú, y sólo Tú eres el que justificas y condenas y que el juicio y estima de los hombres nada valen si Tú no los sancionas?
¿Cuándo, Jesús mío, aprenderé a callar, a hablar poco con los hombres y a hablar mucho contigo?
¿Cuándo imitare tu silencio, humilde, paciente, adorable? Jesús autem tacebat.
¡Oh Jesús callado, dame la santa virtud de tu silencio!
 Amén


 DIOS CON NOSOTROS

CONTEMPLAR LA PASIÓN DE CRISTO

UNA PASCUA CON BUENOS FRUTOS 
El pecado de Adán y Eva, el pecado original y sus consecuencias, fue una ofensa infinita contra Dios. Por lo tanto, un acto de reparación era necesario por su justicia. Así que Dios, en su infinita sabiduría y amor decidió enviar a su único Hijo, Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, como medio de reparar esta ofensa infinita.

A través de los Evangelios

Medita en oración la historia de la Pasión en los cuatro Evangelios, cada Evangelio tiene dos capítulos sobre la pasión de Cristo, léalos aquí:
  • Mt. 26-27
  • Mc. 14-15
  • Lc. 22-23
  • Jn. 18-19

Contempla la Cruz 

Pasa algún tiempo en la contemplación silenciosa ante un crucifijo. Contempla con amor la cabeza coronada de espinas. Entonces contempla las cinco llagas sagradas de las que la sangre fluía por la salvación eterna. Acércate y besa las heridas expresando tu sincero agradecimiento.

Recorre el Vía Crucis 

Haz el Camino de la Cruz. Camina lentamente y en oración contemplando las catorce estaciones del Vía Crucis. 

Ve con la Virgen, Juan y la Magdalena acompañando a Jesús el hombre de dolores en su pasión. En oración, pídele al Espíritu Santo cuál de las catorce estaciones toca más profundo tu corazón. Te puede servir el siguiente:

Mira una Película sobre el tema 

Por ejemplo La Pasión de Cristo.  Sin embargo, no la veas simplemente como alguna versión de Hollywood ganadora de un Oscar en la temporada. ¡No! Más bien contempla la película. Entra en el modo ignaciano de la contemplación. Ponte presente allí y dispuesto a acompañar al Señor Jesús en el cuerpo, la mente y el corazón con la Virgen de los Dolores.

Contempla a Jesús cuando Él cuelga en la cruz. Pero ve más profundo. Hazte amigo cariñoso de Jesús. Habla con Jesús, comparte tus sentimientos con Jesús, tus penas, tus luchas, tus miedos, tus dudas, tus inseguridades, ansiedades, tus tentaciones e incluso sus pecados. Díle a Jesús, cuando Él cuelga en la cruz, lo mucho que lo amas, lo mucho que deseas renunciar a tu pecado y cómo quieres estar con Él en el cielo para toda la eternidad.

Confiésate ante un sacerdote

¿Por qué no te arrodillas ante Jesús colgado en la cruz y con la contrición del corazón más profunda para expresar tu dolor por haber sido responsable de su pasión terrible y desgarradora?

Entonces, terminado este acto de contrición has la mejor confesión de toda tu vida. El salvador sufriente te espera en este Sacramento de la Misericordia con los brazos y el corazón abierto al amor y te perdonará.

Medita en las siete últimas palabras que Jesús expresó en la cruz

“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”
“Tengo sed”
“Mujer, ahí tienes a tu hijo; hijo ahí tienes a tu madre.”
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado”.
“En verdad te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso.”
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.”
“¡Está consumado!”

Puedes apoyarte en estos artículos:
  • Las Siete Palabras de Jesucristo en la Cruz
  • Las Siete Palabras: revelación de Jesús a Sor Josefa Menéndez
  • Y también puedes seguir las últimas horas de Cristo a través de El Reloj de la Pasión de Jesús

Ve a la Santa Misa la mayor cantidad de veces que puedas 

Con mucho, el mayor acto en la tierra es el Santo Sacrificio de la Misa celebrada en el altar. De una manera invisible pero real en cada Misa se renuevan los frutos de la pasión y muerte de Jesús en el Calvario (ese primer Viernes Santo).

Asiste al Santo Sacrificio de la Misa; participa plenamente, activa y conscientemente. Lo más importante, recibe la Eucaristía (por supuesto, si estas en el estado de gracia) con el mayor impulso de amor desde el fondo de tu corazón. No hay mejor manera debajo de los cielos, en la tierra, para entrar en la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, que el Santo Sacrificio de la Misa.

Contempla la Preciosa Sangre 

Jesús derramó su preciosa sangre varias veces por la salvación de la raza humana, para que tu alma pudiera estar con Él para siempre en el cielo.

Pondera lentamente y en oración los diversos momentos que Él derramó Su preciosa sangre, comenzando con la circuncisión como niño pequeño.

A continuación, introdúcete en las distintas escenas en su vida, específicamente en su Pasión en la que Él derramó su preciosa sangre por amor a ti ya mí:
En el jardín donde enormes gotas de sangre se vertieron de sus poros.

La escena donde fue brutalmente azotado por el flagelo romano, lacerando su carne y dejando su cuerpo como una herida abierta. Sufre esto para reparar los pecados contra la virtud de la pureza.

La Coronación de espinas, Su Sagrada Cabeza penetrada desde la raíz hasta su mismo cerebro con fuertes y penetrante espinas, afiladísimas.

El hombro abierto en el Calvario. San Bernardo y otros santos comentan el dolor insoportable que Él debe haber experimentado con la cruz y sus astillas perforando y penetrando su hombro.

El rasgado de las prendas. Al llegar el Calvario los soldados brutalmente arrancaron sus vestidos reabriendo de ese modo las heridas infligidas en la Flagelación del Señor, una vez más, en reparación por los pecados de impureza.

La Crucifixión. Los clavos machacados penetran sus manos y pies sagrados. Su Sangre Sagrada brota. A medida que se cuelga en la cruz su cuerpo Sagrado chorrea sangre goteando hasta el suelo.
Abre el corazón, incluso después de su muerte, Él todavía da de Su Preciosa Sangre. Con la lanza, el soldado atraviesa su costado penetrando su Sagrado Corazón y Sangre y agua brotan.

Recorre los distintos pormenores de la semana que vivió Jesús

Hay un inconmensurable tesoro en las visiones de varios místicos, lee sus escritos a los que puedes acceder:

VISIONES DE CATALINA EMMERICK

  • Visión de la preparación de la Pascua a la Institución de la Eucaristía, visiones de la beata Ana Catalina Emmerick
  • Visión de Jesús en el Monte de los Olivos, visiones de la beata Ana Catalina Emmerick
  • Desde la traición de Judas al encarcelamiento de Jesús, visiones de la beata Ana Catalina Emmerick
  • Desde el encarcelamiento de Jesús a su condena a muerte, visiones de la beata Ana Catalina Emmerick
  • Desde Jesús cargando la cruz hasta sus palabras en la cruz , visiones de la beata Ana Catalina Emmerick
  • Desde las palabras de Jesús en la cruz hasta su muerte, visiones de la beata Ana Catalina Emmerick
  • Jesús baja a los Infiernos y al Purgatorio, visión de Ana Catalina Emmerich
  • La Resurrección de Jesucristo, visión de la beata Anna Catalina Emmerick

VISIONES DE MARÍA VALTORTA

  • La Via Dolorosa del Pretorio al Calvario, visiones de Maria Valtorta Crucifixión, Muerte y Descendimiento, visiones de Maria Valtorta
  • La Resurrección de Jesús y la aparición a María, visión de María Valtorta
  • Algunas apariciones de Jesús luego de su Resurrección, visión de María Valtorta

VISIONES DE SOR JOSEFA MENÉNDEZ

  • La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, visiones de Sor Josefa Menéndez (desde el lavatorio de pies al sueño de los Apóstoles)
  • La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, visiones de Sor Josefa Menéndez (desde la traición de Judas a la coronación de espinas)
  • La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, visiones de Sor Josefa Menéndez (desde indulto a Barrabás hasta la muerte de Jesús)

Mira a Nuestra Señora de los Dolores 

Al igual que en la película de Mel Gibson, “La Pasión de Cristo”, ¿por qué no tratar de vivir todos los diferentes momentos de la Pasión, el sufrimiento y muerte de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a través de los ojos y el corazón Doloroso e Inmaculado de María, la Madre de Dios, Madre de la Iglesia y Madre nuestra?
Puedes apoyarte en:
  • El Vía Crucis de la Virgen Dolorosa
  • Via Matris: camino de recuerdos con María

 OS DESEAMOS UNA SEMANA SANTA DE RECOGIMIENTO Y AMOR AL PRÓJIMO



¿QUÉ NOS RECUERDA EL CENÁCULO?

"AQUÉL A QUIEN YO LE DÉ ESTE TROZO DE PAN QUE VOY A MOJAR"
Audio-Santoral: SAN BENJAMÍN DE ARGOL
Jn. 13,21-33;36-38
 
Hoy, Martes Santo, la liturgia pone el acento sobre el drama que está a punto de desencadenarse y que concluirá con la crucifixión del Viernes Santo. «En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche» (Jn 13,30). Siempre es de noche cuando uno se aleja del que es «Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero» (Símbolo de Nicea-Constantinopla).
El pecador es el que vuelve la espalda al Señor para gravitar alrededor de las cosas creadas, sin referirlas a su Creador. San Agustín describe el pecado como «un amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios». Una traición, en suma. Una prevaricación fruto de «la arrogancia con la que queremos emanciparnos de Dios y no ser nada más que nosotros mismos; la arrogancia por la que creemos no tener necesidad del amor eterno, sino que deseamos dominar nuestra vida por nosotros mismos» (Benedicto XVI). Se puede entender que Jesús, aquella noche, se haya sentido «turbado en su interior» (Jn 13,21).
Afortunadamente, el pecado no es la última palabra. Ésta es la misericordia de Dios. Pero ella supone un “cambio” por nuestra parte. Una inversión de la situación que consiste en despegarse de las criaturas para vincularse a Dios y reencontrar así la auténtica libertad. Sin embargo, no esperemos a estar asqueados de las falsas libertades que hemos tomado, para cambiar a Dios. Según denunció el padre jesuita Bourdaloue, «querríamos convertirnos cuando estuviésemos cansados del mundo o, mejor dicho, cuando el mundo se hubiera cansado de nosotros». Seamos más listos. Decidámonos ahora. La Semana Santa es la ocasión propicia. En la Cruz, Cristo tiende sus brazos a todos. Nadie está excluido. Todo ladrón arrepentido tiene su lugar en el paraíso. Eso sí, a condición de cambiar de vida y de reparar, como el del Evangelio: «Nosotros, en verdad, recibimos lo debido por lo que hemos hecho; pero éste no hizo mal alguno» (Lc 23,41).
+ Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué (Manresa, Barcelona, España)


«El Padre y yo vendremos a fijar en él nuestra morada. Que cuando venga encuentre, pues, tu puerta abierta. Ábrele tu alma para que pueda contemplar en ella riquezas de rectitud, tesoros de paz, suavidad de gracia […] Si cierras la puerta de tu alma, dejas afuera a Cristo. Aunque tiene poder para entrar, no quiere sin embargo ser inoportuno, no quiere obligar a la fuerza.»
San Ambrosio, Comentario al salmo 18


 

lunes, 30 de marzo de 2015

AMOR DE MI VIDA

A JESÚS, CUYO AMOR SALVA EL ALMA HERIDA
La mexicana Jackie Herrera forma parte del proyecto católico 10 Talentos de evangelización mediante la música. Este tema, Amor de mi vida, se dedica a Jesucristo como sanador de las llagas que dejan en nuestra vida el dolor y el pecado.


ORACIÓN PARA HOY 300315

ADORACIÓN DE LA CRUZ
Ella es el “símbolo por antonomasia de la pasión de Jesucristo” y “representa al mismo Jesucristo en el acto de su inmolación. Por eso debe ser adorada con una acto de adoración de ‘latría relativa’ en cuanto imagen de Cristo y por razón del contacto que con Él tuvo”

¡Amoroso y Divino Jesús crucificado, que lleno de amor a los hombres te ofreciste ante el Eterno Padre por víctima expiatoria de los crímenes del mundo! Ya que me concediste la gracia de inspirarme que me ofrezca contigo en holocausto, como víctima que une sus dolores a los tuyos en desagravio de tantas culpas…, yo, criatura indigna y miserable, postrada delante de tu Cruz y con la ayuda de tu gracia, confirmo y ratifico mi promesa de querer padecer con los mismos fines que Tú en ella padeciste… Recibe todo mi ser en holocausto y haz de mi lo que quieras. Sobre los brazos de tu Cruz abro los míos para perdonar y abrazar a todos mis enemigos, cuyo bien y salvación deseo y prometo solemnemente procurar cuanto sea de mi parte, así como el alivio de sus penas e infortunios.
Y en fe de mi promesa, adoro y beso esa Cruz sacrosanta, desde la cual exclamaste momentos antes de expirar: «Padre mío, perdónalos a todos, como yo los perdono.»
Amén


DIOS CON NOSOTROS


ENTRAR EN EL CÍRCULO DEL AMOR


DAME SEÑOR UN CORAZÓN ABIERTO Y UN ALMA GENEROSA
Audio-Santoral:SAN JUAN CLÍMACO
Jn. 12,1-11


Hoy, en el Evangelio, se nos resumen dos actitudes sobre Dios, Jesucristo y la vida misma. Ante la unción que hace María a su Señor, Judas protesta: «Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: ‘¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?’» (Jn 12,4-5). Lo que dice no es ninguna barbaridad, ligaba con la doctrina de Jesús. Pero es muy fácil protestar ante lo que hacen los otros, aunque no se tengan segundas intenciones como en el caso de Judas.
Cualquier protesta ha de ser un acto de responsabilidad: con la protesta nos hemos de plantear cómo lo haríamos nosotros, qué estamos dispuestos a hacer nosotros. Si no, la protesta puede ser sólo —como en este caso— la queja de los que actúan mal ante los que miran de hacer las cosas tan bien como pueden.
María unge los pies de Jesús y los seca con sus cabellos, porque cree que es lo que debe hacer. Es una acción tintada de espléndida magnanimidad: lo hizo «tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro» (Jn 12,3). Es un acto de amor y, como todo acto de amor, difícil de entender por aquellos que no lo comparten. Creo que, a partir de aquel momento, María entendió lo que siglos más tarde escribiría san Agustín: «Quizá en esta tierra los pies del Señor todavía están necesitados. Pues, ¿de quién, fuera de sus miembros, dijo: ‘Todo lo que hagáis a uno de estos pequeños... me lo hacéis a mí? Vosotros gastáis aquello que os sobra, pero habéis hecho lo que es de agradecer para mis pies’».
La protesta de Judas no tiene ninguna utilidad, sólo le lleva a la traición. La acción de María la lleva a amar más a su Señor y, como consecuencia, a amar más a los “pies” de Cristo que hay en este mundo.

Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona, España)


«Barran la mala levadura, vieja y agrietada, y transfórmense en la levadura nueva que es Jesucristo. Que Él sea la sal que los guarde a todos de la corrupción, pues por su olor se les juzgará.»
Cf San Ignacio de Antioquia, Epístola a los Magnesios



domingo, 29 de marzo de 2015

ORACIÓN PARA HOY 290315

ORACIÓN DE SAN BUENA AVENTURA
Dulcísimo Jesús, Hijo de Dios vivo, Dios y Hombre verdadero, Redentor de mi alma: por el amor con que sufriste ser vendido de Judas, preso y atado por mi salvación: ¡Ten misericordia de mí!
Benignísimo Jesús mío: por el amor con que padeciste por mi alma tantos desprecios, irrisiones, negaciones y tormentos en la casa de Caifás: ¡Ten misericordia de mi!
Pacientísimo Jesús mío: por el amor con que por mi padeciste tantos falsos testimonios, afrentas injurias y acusaciones falsas en la casa de Pilatos: ¡Ten misericordia de mí!
Mansísimo Jesús de mi alma: por los desprecios, escarnios y burlas de la casa de Herodes; por los azotes, corona de espinas y mofas sangrientas y condenación a muerte de la casa de Pilatos: ¡Ten misericordia de mí!
Piadosísimo Jesús de mi alma: por todo lo que por mí padeciste en tu adorable Pasión, desde la casa de Pilatos hasta el monte Calvario, donde toleraste por mi amor el ser crucificado para que yo me salvase: ¡Ten misericordia de mí, ten misericordia de mí, ten misericordia de mí!.
Amén


DIOS CON NOSOTROS


HACE 500 AÑOS

Santa Teresa sabía que ni la oración ni la misión se podían sostener sin una auténtica vida comunitaria. Por eso, el cimiento que puso en sus monasterios fue la fraternidad: “Aquí todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar” (Camino4,7). Y tuvo mucho interés en avisar a sus religiosas sobre el peligro de la autorreferencialidad en la vida fraterna, que consiste “todo o gran parte en perder cuidado de nosotros mismos y de nuestro regalo” (Camino 12,2) y poner cuanto somos al servicio de los demás. Para evitar este riesgo, la Santa de Ávila encarece a sus hermanas, sobre todo, la virtud de la humildad, que no es apocamiento exterior ni encogimiento interior del alma, sino conocer cada uno lo que puede y lo que Dios puede en él (cf. Relaciones 28).


JORNADA TERESIANA

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 FELIZ DOMINGO DE RAMOS
 

EL LLANTO DE JESÚS SOBRE JERUSALÉN

¿QUIÉN SOY YO ANTE JESÚS QUE SUFRE?
Audio-Santoral: SAN EUSTASIO DE LUXEÜIL
Mc. 14,1-15;47






«Dispongámonos a acoger también nosotros en nuestra vida la voluntad de Dios, conscientes de que en la voluntad de Dios, aunque parece dura, en contraste con nuestras intenciones, se encuentra nuestro verdadero bien, el camino de la vida.»
Benedicto XVI, 20 de abril de 2011



sábado, 28 de marzo de 2015

ORACIÓN PARA HOY 280315

TANTUM ERGO
Tantum ergo, himno compuesto por Santo Tomás de Aquino en el año 1264, a petición del Papa Urbano IV para celebrar la institución de la Solemnidad de Corpus Christi. También para esta fiesta el mismo Papa pidió a Santo Tomás de Aquino que compusiera el Oficio Litúrgico propio. Tantum ergo es parte del himno Pange Lingua, compone las últimas dos de seis estrofas.
Santo Tomás expresa cómo solo a través de la luz de la fe, es que todos nuestros sentidos se pueden postrar ante la Eucaristía. Juan Pablo II, en la homilía del Jueves Santo del 2001 comenta: «En la Eucaristía se ofrecen la salvación y el amor a toda la humanidad. No podemos por menos de quedar fascinados por este misterio. 

Veneremos pues inclinados
tan grande Sacramento
La antigua figura
Ceda el puesto al nuevo rito
la fe supla
a incapacidad de los sentidos
Al Padre y al Hijo
sean dadas alabanzas y júbilo
Salud, honor,
poder y bendición
al que de uno y de otro procede
una gloria igual sea dada.
 
Amén


 DIOS CON NOSOTROS


 

LA CRUZ RESPONDÍA A UNA NECESIDAD

CONGREGAR A LOS HIJOS DE DIOS
Audio-Santoral: SAN GUNTRANO
Jn. 11,45-56

Hoy, de camino hacia Jerusalén, Jesús se sabe perseguido, vigilado, sentenciado, porque cuanto más grande y novedosa ha sido su revelación —el anuncio del Reino— más amplia y más clara ha sido la división y la oposición que ha encontrado en los oyentes (cf. Jn 11,45-46).

Las palabras negativas de Caifás, «os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación» (Jn 11,50), Jesús las asumirá positivamente en la redención obrada por nosotros. Jesús, el Hijo Unigénito de Dios, ¡en la Cruz muere por amor a todos! Muere para hacer realidad el plan del Padre, es decir, «reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos» (Jn 11,52).

¡Y ésta es la maravilla y la creatividad de nuestro Dios! Caifás, con su sentencia («Os conviene que muera uno solo...») no hace más que, por odio, eliminar a un idealista; en cambio, Dios Padre, enviando a su Hijo por amor hacia nosotros, hace algo maravilloso: convertir aquella sentencia malévola en una obra de amor redentora, porque para Dios Padre, ¡cada hombre vale toda la sangre derramada por Jesucristo!

De aquí a una semana cantaremos —en solemne vigilia— el Pregón pascual. A través de esta maravillosa oración, la Iglesia hace alabanza del pecado original. Y no lo hace porque desconozca su gravedad, sino porque Dios —en su bondad infinita— ha obrado proezas como respuesta al pecado del hombre. Es decir, ante el “disgusto original”, Él ha respondido con la Encarnación, con la inmolación personal y con la institución de la Eucaristía. Por esto, la liturgia cantará el próximo sábado: «¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Oh feliz culpa que mereció tal Redentor!».

Ojalá que nuestras sentencias, palabras y acciones no sean impedimentos para la evangelización, ya que de Cristo recibimos el encargo, también nosotros, de reunir los hijos de Dios dispersos: «Id y enseñad a todas las gentes» (Mt 28,19).
Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida, España)


«No tengas miedo; tu cruz está unida a la resurrección y a la vida eterna con Dios.»
Cristo al centro, n. 618


viernes, 27 de marzo de 2015

LEYENDO HOY


A SANTA TERESA DE JESÚS
Con motivo del quinto centenario del nacimiento de la santa, Asun Aguirrezábal de Antoñanzas, una de las principales expertas españolas en su vida y obra, desgrana para ReL los aspectos más relevantes de su vida y obra en cuanto pueden ser de aplicación a la Iglesia de nuestro tiempo.


ORACIÓN PARA HOY 270315

CÁNTICO DEL JUSTO
 Alabanza de la providencia divina
Sal. 91
«Él es la Roca, sus obras son perfectas... no existe en él la maldad»



DIOS CON NOSOTROS


RECONOCER AL PADRE EN JESÚS

¿POR CUÁL DE ESAS OBRAS QUERÉIS APEDREARME
Audio-Santoral: SAN RUPERTO DE WORMS
Jn. 10,31-42


Hoy viernes, cuando sólo falta una semana para conmemorar la muerte del Señor, el Evangelio nos presenta los motivos de su condena. Jesús trata de mostrar la verdad, pero los judíos lo tienen por blasfemo y reo de lapidación. Jesús habla de las obras que realiza, obras de Dios que lo acreditan, de cómo puede darse a sí mismo el título de “Hijo de Dios”... Sin embargo, habla desde unas categorías difíciles de entender para sus adversarios: “estar en la verdad”, “escuchar su voz”...; les habla desde el seguimiento y el compromiso con su persona que hacen que Jesús sea conocido y amado —«Maestro, ¿dónde vives?», le preguntaron los discípulos al inicio de su ministerio (Jn 1,38)—. Pero todo parece inútil: es tan grande lo que Jesús intenta decir que no pueden entenderlo, solamente lo podrán comprender los pequeños y sencillos, porque el Reino está escondido a los sabios y entendidos.
Jesús lucha por presentar argumentos que puedan aceptar, pero el intento es en vano. En el fondo, morirá por decir la verdad sobre sí mismo, por ser fiel a sí mismo, a su identidad y a su misión. Como profeta, presentará una llamada a la conversión y será rechazado, un nuevo rostro de Dios y será escupido, una nueva fraternidad y será abandonado.
De nuevo se alza la Cruz del Señor con toda su fuerza como estandarte verdadero, como única razón indiscutible: «¡Oh admirable virtud de la santa cruz! ¡Oh inefable gloria del Padre! En ella podemos considerar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del crucificado. ¡Oh, sí, Señor: atrajiste a ti todas las cosas cuando, teniendo extendidas todo el día tus manos hacia el pueblo incrédulo y rebelde (cf. Is 65,2), el universo entero comprendió que debía rendir homenaje a tu majestad!» (San León Magno). Jesús ha de huir al otro lado del Jordán y quienes de veras creen el Él se trasladan allí dispuestos a seguirle y a escucharle.
Rev. D. Carles ELÍAS i Cao (Barcelona, España) 
 


«Acaece que muchos, aunque a menudo oigan el Evangelio, gustan poco de él, porque no tienen el espíritu de Cristo. El que quiera, pues, experimentar todo el sabor de las palabras de Cristo, conviene que procure conformar con él toda su vida.»
Tomás Kempis, Imitación de Cristo, 1, 1, 2


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