Los dones del Espíritu Santo son hábitos
sobrenaturales infundidos por Dios en las potencias del alma para
recibir y secundar con facilidad las mociones del propio Espíritu Santo
al modo divino o sobrehumano. Los
dones son infundidos por Dios. El alma no podría adquirir los dones por
sus propias fuerzas ya que transcienden infinitamente todo el orden
puramente natural. Los dones los poseen en algún grado todas las almas en gracia. Es incompatible con el pecado mortal.
El Espíritu Santo actúa los dones directa e inmediatamente como causa motora y principal, a diferencia de las virtudes infusas que son movidas o actuadas por el mismo hombre como causa motora y principal, aunque siempre bajo la previa moción de una gracia actual.
El Espíritu Santo actúa los dones directa e inmediatamente como causa motora y principal, a diferencia de las virtudes infusas que son movidas o actuadas por el mismo hombre como causa motora y principal, aunque siempre bajo la previa moción de una gracia actual.
Los dones perfeccionan el acto sobrenatural de las las virtudes infusas.
Por
la moción divina de los dones, el Espíritu Santo, inhabitante en el
alma, rige y gobierna inmediatamente nuestra vida sobrenatural. Ya no es
la razón humana la que manda y gobierna; es el Espíritu Santo mismo,
que actúa como regla, motor y causa principal única de nuestros actos
virtuosos, poniendo en movimiento todo el organismo de nuestra vida
sobrenatural hasta llevarlo a su pleno desarrollo.
DIOS CON NOSOTROS
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