MARIAMCONTIGO.-
- Desesperación de salvarse
- La presunción de salvarse sin merecimientos
- La impugnación de la verdad conocida
- La envidia o pesar de la gracia ajena
- La impenitencia final
Los pecados que claman al cielo
- Homicidio voluntario
- Pecado impuro contra el orden de la naturaleza
- Opresión del pobre, de la viuda y del huérfano
- La defraudación o retención injusta del jornal del trabajador.
El pecado que no Tiene Perdón
Leemos en las Sagradas Escrituras: "El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón nunca, antes bien será reo de pecado eterno" (Mc 3,29; Cf. Mt 12:32; Lc 12:10).
¿Por qué la blasfemia contra el Espíritu Santo es imperdonable?
Porque se trata del rechazo radical a la gracia que Dios ofrece para la conversión. Según Santo Tomás de Aquino es un pecado “irremisible por su misma naturaleza porque excluye los elementos gracias a los cuales se concede la remisión de los pecados”.
La blasfemia contra el Espíritu Santo es presumir y reivindicar el “derecho” de perseverar en el mal. Es un rechazo a al perdón y a la redención que Cristo ofrece. La blasfemia contra el Espíritu Santo es la obstinación contra Dios llevada hasta el final. Es negarse deliberadamente a recibir la misericordia divina.
Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el # 1864:
No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios, mediante el arrepentimiento, rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (Cf. DV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.
El pecado contra el Espíritu Santo consiste, pues, en la negación de parte de la persona, a aceptar la salvación y el perdón dados por Dios. Cuando el corazón de una persona se obstina de tal manera que no acepta que necesita arrepentirse de sus pecados y se resiste a esta gracia, comete el pecado contra el Espíritu Santo el cual puede llevarlo al infierno. ¿Por qué? No porque la Iglesia y el Señor no puedan perdonarle, todo lo contrario, sino mas bien porque la persona misma, voluntariamente ha rechazado este perdón y salvación dadas por Dios.
No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios, mediante el arrepentimiento, rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (Cf. DV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.
El pecado contra el Espíritu Santo consiste, pues, en la negación de parte de la persona, a aceptar la salvación y el perdón dados por Dios. Cuando el corazón de una persona se obstina de tal manera que no acepta que necesita arrepentirse de sus pecados y se resiste a esta gracia, comete el pecado contra el Espíritu Santo el cual puede llevarlo al infierno. ¿Por qué? No porque la Iglesia y el Señor no puedan perdonarle, todo lo contrario, sino mas bien porque la persona misma, voluntariamente ha rechazado este perdón y salvación dadas por Dios.
Juan Pablo II en su Encíclica sobre el Espíritu Santo, Dominum et vivificantem 46-48, explica este pecado contra el Espíritu
"Esta blasfemia no consiste en el hecho de ofender con palabras al Espíritu Santo; consiste, más bien, en el rechazo de aceptar la salvación que Dios ofrece al hombre por medio del Espíritu Santo."
Mas adelante dice: "...consiste en el rechazo radical de aceptar esa remisión, de la que el mismo Espíritu Santo es el íntimo dispensador, y que presupone la verdadera conversión obrada por El en la conciencia" Si Jesús declara imperdonable este pecado es "porque esta no-remisión está unida, como a su causa, a la no-penitencia, es decir, al rechazo radical a convertirse."
Como nos lo explica el Papa, el pecado contra el Espíritu Santo consiste en la resistencia y el rechazo a la conversión. Es el Espíritu Santo el que nos convence del pecado ( Jn 16:8-9). Rechazar en nuestro corazón esta realidad y obstinarnos en el mal nos lleva a este pecado. Esta era la actitud de los fariseos, que se cerraron a la aceptación del plan divino para reconciliarse con los hombres.
Como nos lo explica el Papa, el pecado contra el Espíritu Santo consiste en la resistencia y el rechazo a la conversión. Es el Espíritu Santo el que nos convence del pecado ( Jn 16:8-9). Rechazar en nuestro corazón esta realidad y obstinarnos en el mal nos lleva a este pecado. Esta era la actitud de los fariseos, que se cerraron a la aceptación del plan divino para reconciliarse con los hombres.
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