Cuando las cosas van mal en nuestro entorno o contemplamos con impotencia como mueren personas inocentes sin ninguna razón es fácil dejarnos llevar por el desaliento y preguntarnos y Dios, ¿dónde está?.
No podemos comprender porqué ocurren estas tragedias humanitarias y caemos en el error de pensar que Dios nos ha abandonado pero si reflexionamos con serenidad observamos que siempre esta Él entre nosotros.
El siguiente texto, estracto de una Carta Dominical escrita por el Cardenal Ricard María Carles, Arzobispo de Barcelona, se expresa la fortaleza que da creer en Dios a pesar del mal:
En la sinagoga de Roma, en unas grandes lápidas, con muchos nombres, la mayoría de ellos judíos, fusilados en las fosas Ardeatinas, se puede leer:
No podemos comprender porqué ocurren estas tragedias humanitarias y caemos en el error de pensar que Dios nos ha abandonado pero si reflexionamos con serenidad observamos que siempre esta Él entre nosotros.
El siguiente texto, estracto de una Carta Dominical escrita por el Cardenal Ricard María Carles, Arzobispo de Barcelona, se expresa la fortaleza que da creer en Dios a pesar del mal:
En la sinagoga de Roma, en unas grandes lápidas, con muchos nombres, la mayoría de ellos judíos, fusilados en las fosas Ardeatinas, se puede leer:
En las fosas Ardeatinas, sus cuerpos martirizados.
Sobre esta piedra, el nombre imperecedero.
Entre los brazos del Eterno, su alma inmortal.
Sobre esta piedra, el nombre imperecedero.
Entre los brazos del Eterno, su alma inmortal.
He aquí la firmeza de quienes mantienen su fe, a pesar de la crueldad, y no niegan a Dios. ¿Por qué ese recuerdo?.
El Padre-Dios ha puesto todo su amor en la creación y en nosotros. A veces, la respuesta de las personas ha sido el pecado. Pero Dios no ha prescindido de la creación ni se ha alejado de ella tras el pecado. Ha realizado la redención. Al enviar a su Hijo al mundo, restaura los daños causados por el pecado y restablece el destino humano en un nivel superior al que teníamos antes de la encarnación y la redención del Señor.
Pablo, de forma contundente, da como razón de la presencia del mal en el mundo el hecho de que éste no quiera reconocer a Dios.
Sin embargo, ante situaciones terribles del mundo, surge esta pregunta: ¿por qué Dios permite que la humanidad se hunda en el mal? Quizás alguna vez hemos escuchado una pregunta que se expresa así: ¿Se puede creer en Dios después de Auschwitz?.
Me duele mucho que las actuaciones innobles de las personas se las atribuyamos a Dios. ¿Por qué la maldad humana nos ha de alejar de Dios, no siendo obra de él, sino precisamente fruto del alejamiento de Dios? No obran según Dios quienes tanto hicieron sufrir a hombres y mujeres. No dudaron de Dios, ante el martirio de sus hermanos, los fieles judíos que grabaron la lápida a la que aludía.
En uno de aquellos campos de exterminio, un joven intentó escapar y lo colgaron de una horca, haciendo formar a todos los prisioneros para que le vieran morir. En aquel momento, un prisionero preguntó a otro: Y Dios, ¿dónde está? Responde el otro prisionero: Colgando en esta horca. Es decir, en el lugar de los que sufren en manos de quienes están negando a Dios con sus obras. Si es que creemos que Cristo -y así lo afirma Él- está en el lugar de los más pobres y abandonados.
La estremecedora cruz de Cristo no es otra cosa que la manifestación máxima del amor de Dios y de la capacidad de rechazo de la humanidad ante el ofrecimiento del amor de Dios.
En el silencio de la noche, ahí está Dios
En el bullicio de la ciudad, ahí está Dios
En la profundidad del océano, ahí está Dios
En lo más alto del cielo, ahí está Dios
En tus tristezas y penas, ahí está Dios
En tus alegrías y gozos, ahí está Dios
En el bullicio de la ciudad, ahí está Dios
En la profundidad del océano, ahí está Dios
En lo más alto del cielo, ahí está Dios
En tus tristezas y penas, ahí está Dios
En tus alegrías y gozos, ahí está Dios
Cuando duermes, ahí está Dios
Cuando estás despierto, ahí está Dios
Cuando estás despierto, ahí está Dios
En la intimidad de tu hogar, ahí está Dios
En el ajetreo de tu trabajo, ahí está Dios
En los lugares más pobres, ahí está Dios
En los mejores hoteles y mansiones, ahí está Dios
En los corazones de aquellos que creen en El, ahí está Dios
En los corazones de quienes no creen en El, ahí está Dios
En el ajetreo de tu trabajo, ahí está Dios
En los lugares más pobres, ahí está Dios
En los mejores hoteles y mansiones, ahí está Dios
En los corazones de aquellos que creen en El, ahí está Dios
En los corazones de quienes no creen en El, ahí está Dios
Pues tan alto, ancho e incomprensible es el amor de Dios
que aún en los lugares que no esperamos,
en aquellos que solamente vemos el mal,
en lugares tan remotos a la presencia del hombre
que ni siquiera imaginamos, ahí se encuentra Dios
pues fue su promesa: “Yo estaré con ustedes siempre
hasta el fin del mundo",
y puedes estar seguro que El la cumplirá
como hasta ahora.
Por eso sin importar tu situación, problemas,
necesidades o angustias,
aunque no veas claro y no sientas a Dios,
de una cosa puedes estar firmemente convencido:.
AHI ESTA DIOS.
a tu lado sosteniéndote.
(Emily)
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