LAS 3 ORACIONES MÁS "PELIGROSAS" QUE PUEDES HACER
Cuidado con lo que
pides; podrías recibirlo.
Aleteia
En 2014, Matthew Wenke y su esposa vieron a su hija Nora
entrar en un convento para seguir su vocación religiosa.
A medida que las puertas se cerraban tras la joven, la
familia sabía que, si ella perseveraba, Nora nunca más volvería a casa porque,
además de hacer los votos habituales –pobreza, castidad y obediencia– las
religiosas pasionistas hacen un cuarto voto: el de clausura.
Wenke, aunque estaba orgulloso de su hija y feliz por su
alegría, necesitaba un tiempo para procesar todo lo que estaba sucediendo,
porque, como él escribió: “Cuando recé por las vocaciones, no quise decir que
Dios me apartara de mi hija”.
Ahí radica el peligro: “Cuidado con lo que pides; podrías
recibirlo”.
Con frecuencia empezamos nuestras oraciones, diciendo la
primera oración “peligrosa”, que es: “hágase tu voluntad”. Pero queremos
alcanzar la gracia que buscamos sin tener que encontrar la cruz.
Yo sé que eso lo hago todo el tiempo: “querido Dios,
enséñame a ser una persona mejor. Hágase tu voluntad, pero no lo hagas de
manera loca, que implique algo trágico, ¿ok? No lograría lidiar con eso”.
Muchas veces, mis oraciones siguen el estilo de Flannary
O’Connor: “Señor, nunca seré santo, pero puedo ser mártir si ellos me matan
rápidamente”.
Queremos todas las bendiciones y, de preferencia, con el
menor sufrimiento posible. Siempre pensamos: “por favor, no destruyas mi vida”.
En realidad, esa es la segunda “oración peligrosa”. En una
entrevista reciente para Aleteia, una joven religiosa dominicana reveló que un
orador, en una conferencia de jóvenes católicos, había desafiado a los
participantes a hacer la siguiente oración: “Oh Dios, arruina mi vida”.
Ella aceptó el desafío y después de hacer aquella oración
audaz y peligrosa, todo su mundo y sus perspectivas cambiaron.
La tercera oración peligrosa, además, es la que el sacerdote
Brad Milunski, hizo en su homilía durante la primera profesión de la hermana Francés
Marie, del Corazón Eucarístico de Jesús. Sí, esta es la hija de Matt Wenke, que
caminaba hacia su clausura.
En la homilía, el sacerdote Milunski admitió que esta es una
oración valiente: “Señor, hazme tuyo”: “Cuando empecé mi ministerio parroquial, tuve la suerte de
estar cerca de un convento de religiosas en Nueva Jersey. La madre superiora se
volvió mi directora espiritual y compartió conmigo un día que, desde el inicio,
su única oración a Dios era simplemente eso: ‘Hazme tuya’.
Tengo que confesar que volví al convento un poco asustado
con esa oración. Y también estaba un poco enojado conmigo mismo por no lograr
hacer esa plegaria sin ofrecer a Dios mi lista de notas de rodapié. Yo decía:
‘Hazme tuyo, pero aquí están mis sugerencias, Señor, sobre cómo puedes
hacerlo’. Tal vez sea algo infantil, pero yo sospecho que no”.
Yo no tengo el valor de decir “Tu voluntad, no la mía”,
aunque sepa que tengo el control de pocas cosas y crea –con todo mi corazón,
porque soy verdadera hija de san Felipe Neri– que “todos los propósitos de Dios
son para el bien; aunque no siempre podamos entenderlos, podemos confiar que
así es”.
Yo creo en eso porque he visto, en mi vida, cómo las cosas
que eran trágicas y sin sentido terminaron sirviendo a un plan mucho mayor que cualquier
cosa que yo pudiera haber soñado.
Así también san Pablo y santa Teresa de Calcuta, en algún
momento, hicieron sus oraciones peligrosas a Dios, diciendo: “Úsame”. Y
terminaron siendo usados.
No tengamos miedo de estas “oraciones peligrosas” y sus
bendiciones.
DIOS CONTIGO
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