No
hay cosa que Cristo nos recomiende tanto en su Evangelio como la unión
entre todos los cristianos; es que el mundo necesita del testimonio de
unidad, que nosotros los cristianos debemos darle, a fin de llegar a
conseguir que todos los hombres caigan en la cuenta de que son hermanos Y
en consecuencia, se tengan como hermanos, se respeten como hermanos, se
ayuden como hermanos.
Que el hombre deje de mirar al semejante como un enemigo, o, al menos, como un rival que pugna por apoderarse de la parte de felicidad que a él le corresponde.
Que se convenza el hombre de que él no podrá ser verdaderamente feliz, sino en cuanto contribuya a que los demás también lo sean. "Estad siempre unidos en unos mismos sentimientos y deseos"; si esta recomendación de la Biblia fuera cumplida y vivida por todos los hombres, la tierra sería un cielo y las relaciones humanas producirían la felicidad para todos los hombres.
"No habléis mal unos de
otros, hermanos. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano,
habla mal de la Ley y juzga a la Ley; y si juzgas a la Ley, ya no eres
un cumplidor de la Ley, sino un juez" (Sant, 4, 11). No hablar nunca mal
de nadie: debe ser el tema de nuestra frecuente reflexión y examen.
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