DOMINGO DE RESURRECCION...

MARIA REINA Y MADRE PARA SIEMPRE...

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TRAS LOS PASOS DE UN SANTO...

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“… Es como si dos velas de cera se juntasen tan en extremo, que toda la luz fuese una, o que el pábilo y la luz y la cera es todo uno; mas después bien se puede apartar la una vela de la otra, y quedan en dos velas, o el pábilo de la cera... o como si en una pieza estuviesen dos ventanas por donde entrase gran luz; aunque entra dividida se hace todo una luz” (VII M 2,7)...

Tú, quien te llames, eres vida de Dios. Juntos sois la Vida. ¿Cómo puedes temer, si Él está en ti?. Eres único. Nadie es igual a ti, pero todos/as sois unidad divina. Eres imagen y semejanza del Creador. Sólo en ti está aceptar el camino del Resucitado .... siguiendo siempre adelante, hasta la exultación de tu propia humanidad. Sencillamente porque eres, Dios te hace suyo. Y está en ti!. 

Si tus miedos son realidad mientras vives, ¿qué esperanzas de liberación puedes tener tras la muerte?. Solo el sepulcro es la certeza de que hay un camino hacia la luz. No el camino ingenuo de la oscuridad. Es una ardua luz que surge en medio de la noche para dar fe de que Dios ES en tu propia vida. ¡Y nada tienes que temer!. Tus ojos, que te impelen a reconocer al Resucitado, y a reconocerlo en cada acto de tu vida, están grabados en el corazón de Dios, aún cuando pienses que ya no hay más que vacío.

“Señor, tu eres mi Resurrección, yo soy tu Pascua” (Jiménez Simón, 2006). Es la oración de quien siente en su corazón el espíritu de la tea encendida y la mirada exultante tras la piedra corrida del sepulcro. Es la vocación a la vida: Dios. ¡Y Él es mi luz!.

¡Felicidades!. ¡Feliz Pascua en el Resucitado!. 

Juan Ramón Jiménez Simón

Director del Dpto. de Pastoral del Sordo – Archidiócesis de Sevilla.-