domingo, 3 de octubre de 2010

DIARIO DE SANTA FAUSTINA.... PRIMERA PARTE...

MARIAMCONTIGO.-

Introducción al Diario

Durante la década de 1930, Santa Faustina anotó en su Diario las enseñanzas recibidas directamente de Nuestro Señor Jesucristo en torno a su Divina Misericordia; sus experiencias místicas, así como sus reflexiones y oraciones.  El Diario es un verdadero tesoro, que “descorre las cortinas del cielo” y cuya lectura llega directamente al alma del lector, ya que es a él a quien está dirigido.

El Diario fue escrito por Santa Faustina en polaco.  Los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, en Stockbridge, Massachussets, EUA (*). publicaron una bella y fidedigna traducción al castellano, de más de 600 páginas, bajo el título “Diario, la Divina Misericordia en Mi Alma”, de Santa Faustina Kowalska, la cual se encuentra disponible en diversas librerías católicas.  En lo sucesivo nos referiremos a esta versión simplemente como el “Diario”.

Del Diario hemos extraído y agrupado diversas frases, titulando estos grupos, con el propósito de facilitar su lectura y posterior consulta; tomándolas literalmente a fin de no alterar en nada su contenido.  Cada frase ha conservado el número de referencia del Diario, a fin de facilitarle al lector remitirse al contexto del cual fue extraído. Al igual que en el Diario, hemos indicado en letra “negrita” las citas textuales de Jesús, y en letra “itálica” las citas textuales de la Santísima Virgen María y algunos otros seres celestiales. En algunos casos hemos agregado algunas notas –nuestras- las cuales hemos marcado entre paréntesis.

Esperamos que este esfuerzo por llevar el Mensaje de la Divina Misericordia a la mayor cantidad posible de almas logre su propósito, sin embargo, invitamos a la lectura completa del Diario a fin de que el lector pueda  apreciar en su totalidad el trabajo realizado por Santa Faustina.

1. Santa Faustina y la Santísima Virgen María

(Extractos tomados del Diario de Santa Faustina)

Introducción general 

La lectura del Diario pone en evidencia una profunda y estrecha relación entre Santa Faustina y la Santísima Virgen María.  Tan pronto la joven Elena Kowalska, por instrucciones de Jesús, abandonó su hogar para iniciar su vida religiosa dirigiéndose en tren a Cracovia,  Elena apelaría a la ayuda de su Madre Celestial, la cual le respondería guiando sus primeros pasos, acompañándola durante el resto de su vida como su Madre amorosísima, su compañera solidaria en el sufrimiento y su “instructora” en los asuntos de su hijo Jesús. Presentamos a continuación una serie de extractos del Diario los cuales documentan esta bella y ejemplar relación.  
 

1.      Relación de Santa Faustina con la Santísima Virgen María:

260  (...) Estuve orando sin interrupción hasta las once y me parecía que acababa de llegar.  (Nota: para entonces ya tenía 6 horas de oración).  (...) La Virgen me dijo muchas cosas.  Le ofrecí mis votos perpetuos, sentía que yo era su niña y Ella mi Madre.  No me rehusó nada de lo que yo le había pedido.

620 María es mi instructora que me enseña siempre cómo vivir para Dios.  Mi espíritu resplandece en Tu dulzura y humildad, Oh María.

798  (...)  ella está siempre conmigo.  Ella, como una buena Madre, mira todas mis vivencias y mis esfuerzos.
1414 Solemnidad a la Inmaculada Concepción.  Antes de la Santa Comunión he visto a la Santísima Madre de una belleza inconcebible.  Sonriendo me dijo:  Hija Mía, por mandato de Dios, he de ser tu madre de modo exclusivo y especial, pero deseo que también tú seas Mi hija de modo especial.

1097 Desde aquellos días vivo bajo el manto virginal de la Santísima Virgen, ella me cuida y me instruye; estoy tranquila junto a su Inmaculado Corazón, ya que soy débil e inexperta, por eso, como una niña me abrazo a su Corazón. 

843  (...) Hoy durante la Santa Misa estuve particularmente unida a Dios y a su Madre Inmaculada.  La humildad y el amor de la Virgen Inmaculada penetró mi alma.  Cuanto más imito a la Santísima Virgen, tanto más profundamente conozco a Dios. ...

2. María: Madre protectora y compañera y auxilio en el sufrimiento:


11  Cuando bajé del tren y vi que cada uno se fue por su camino, me entró miedo: -¿Qué hacer?  -¿A dónde dirigirme si no conocía a nadie? Y dije a la Madre de Dios: María dirígeme, guíame.  Inmediatamente oí en el alma estas palabras: que saliera de la ciudad  a una aldea donde pasaría una noche tranquila.  Así lo hice y encontré todo tal y como la Madre de Dios me había dicho.
 
786 (...) Durante las vísperas, mientras continuaba contemplando esta especie de mezcla del sufrimiento y de la gracia, oí la voz de la Santísima Virgen:  Has de saber, hija mía, que a pesar de ser elevada a la dignidad de la Madre de Dios, siete espadas dolorosas me han traspasado el corazón.  No hagas nada en tu defensa, soporta todo con humildad, Dios mismo te defenderá.
 
25  Durante la noche me visitó la Madre de Dios con el Niño Jesús en los brazos.  La alegría llenó mi alma y dije: María, Madre mía, -sabes cuánto sufro?  Y la Madre de Dios me contestó: Yo sé cuánto sufres, pero no tengas miedo, porque yo comparto contigo tu sufrimiento y siempre lo compartiré.  Sonrió cordialmente y desapareció...
 
316  Una vez me visitó la Virgen Santísima.  Estaba triste con los ojos clavados en el suelo; me dio a entender que tenía algo que decirme, pero por otra parte me daba a conocer como si no quisiera decírmelo.  Al darme cuenta de ello, empecé a pedir a la Virgen que me lo dijera y que volviera la mirada hacia mí.  En un momento María me miró sonriendo cordialmente y dijo: Vas a padecer ciertos sufrimientos a causa de una enfermedad y de los médicos, además padecerás muchos sufrimientos por esta imagen (la imagen de la Divina Misericordia), pero no tengas miedo de nada.  ...
 
805  La Inmaculada Concepción.  Desde la mañana temprana sentía la cercanía de la Virgen Santísima.  Durante la Santa Misa la vi tan resplandeciente y bella que no encuentro palabras para expresar ni siquiera la mínima parte de su belleza.  Era toda blanca, ceñida con una faja azul, el manto también azul, la corona en su cabeza, de toda la imagen irradiaba un resplandor inconcebible.  Soy la Reina del cielo y de la tierra, pero especialmente la madre de su Congregación.  Me estrechó a su corazón y dijo: Yo siempre me compadezco de ti.  Sentí la fortaleza de su Inmaculado Corazón que se transmitió a mi alma.  Ahora comprendo porque desde hace dos semanas iba preparándome a esta fiesta y la anhelaba tanto. ...
 
20 (...)  Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio.  Las almas llaman a María “La Estrella del Mar”.  Ella les trae alivio. ...

33 (...)  En el séptimo día de la novena vi a la Madre de Dios entre el cielo y la tierra, con una túnica clara.  Rezaba con las manos juntas en el pecho, mirando hacia el cielo.  De su corazón salían rayos de fuego, algunos se dirigían al cielo y otros cubrían nuestra tierra.
 
686 (...)  Por la noche vi a la Santísima Virgen con el pecho descubierto, traspasado por una espada.  Lloraba lágrimas ardientes y nos protegía de un tremendo castigo de Dios.  Dios quiere infligirnos un terrible castigo, pero no puede porque la Santísima Virgen nos protege.  Un miedo tremendo atravesó mi alma, ruego sin cesar por Polonia, por mi querida Polonia que es tan poco agradecida a la Santísima Virgen.  Si no hubiera estado la Santísima Virgen, para muy poco habrían servido nuestros esfuerzos. ...  

3. Enseñanzas espirituales de la Santísima Virgen María a Santa Faustina:

 

3.1  El llamado a sus tres virtudes preferidas:

1415  (...)  Deseo, amadísima hija Mía, que te ejercites en tres virtudes que son mis preferidas y que son las más agradables a Dios: la primera es la humildad, humildad y todavía una vez más humildad.  La segunda virtud es la pureza; la tercera es el amor a Dios.  Siendo Mi hija tienes que resplandecer de estas virtudes de modo especial.  Tras la conversación me abrazó a su corazón y desapareció.

3.2  El llamado a la oración:

325 (...)  Poco después vi a la Virgen que era de una belleza indescriptible y que me dijo: Hija mía, exijo de ti oración, oración y una vez más oración por el mundo, y especialmente por tu patria.  Durante nueve días recibe la Santa Comunión reparadora, únete estrechamente al sacrificio de la Santa Misa.  Durante estos nueve días estarás delante de Dios como una ofrenda, en todas partes, continuamente, en cada lugar y en cada momento, de día y de noche, cada vez que te despiertes, ruega interiormente.  Es posible orar interiormente sin cesar.
 
468  (...)  Luego vi a la Santísima Virgen con una túnica blanca, un manto azul, y la cabeza descubierta, que desde el altar se me acercó, me tocó con sus manos, me cubrió con su manto, y me dijo: Ofrece estos votos por Polonia.  Reza por ella.

3.3 El llamado a la fidelidad en el cumplimiento de la voluntad de Dios:

449 5 de agosto de 1935: Fiesta de Nuestra Señora de la Misericordia.  Me preparé para esta fiesta con mayor fervor que en los años anteriores. (...)  Entonces vi a la Santísima Virgen, indeciblemente bella, que se acercó a mí, del altar a mi reclinatorio y me abrazó y me dijo estas palabras: Soy Madre de todos gracias a la insondable misericordia de Dios.  El alma más querida para mí es aquella que cumple fielmente la voluntad de Dios.  Me dio a entender que cumplo fielmente todos los deseos de Dios y así he encontrado la gracia ante sus ojos.

529 (...)  La Virgen Santísima me dijo aceptar todas las exigencias de Dios como una niña pequeña sin averiguar nada, lo contrario no agrada a Dios.  ...

1244 (...)  me quedé sola con la Santísima Virgen que me instruyó sobre la voluntad de Dios, cómo aplicarla en la vida sometiéndome totalmente a Sus santísimos designios.  Es imposible agradar a Dios sin cumplir Su santa voluntad.  Hija mía, te recomiendo encarecidamente que cumplas con fidelidad todos los deseos de Dios, porque esto es lo más agradable a Sus santos ojos.  Deseo ardientemente que te destaques en esto, es decir en la fidelidad en cumplir la voluntad de Dios.  Esta voluntad de Dios, anteponla a todos los sacrificios y holocaustos.  Mientras la Madre celestial me hablaba, en mi alma entraba un profundo entendimiento de la voluntad de Dios.

3.4  El llamado a la observación de la Pasión de Su hijo Jesús:

561  (...) La Virgen me dijo que me comportara como Ella: a pesar de los gozos, siempre mirara fijamente la cruz y me dijo también que las gracias que Dios me concedía no eran solamente para mí sino también para otras almas.

449  (...) Sé valiente, no tengas miedo de los obstáculos engañosos, sino que contempla atentamente la Pasión de mi Hijo y de este modo vencerás.

3.5  El llamado a la vida interior:

454  (...)  No busco la felicidad fuera de mi interior donde mora Dios.  Gozo de Dios en mi interior, aquí vivo continuamente con Él, aquí existe mi relación más íntima con Él, aquí vivo con Él segura, aquí no llega la mirada humana.  La Santísima Virgen me anima a relacionarme así con Él.
 
785 La Santísima Virgen me ha enseñado cómo debo prepararme para la fiesta de la Natividad del Señor.  La he visto hoy sin el Niño Jesús; me ha dicho: “Hija mía, procura ser mansa y humilde para que Jesús que vive continuamente en tu corazón pueda descansar.  Adóralo en tu corazón, no salgas de tu interior.  Te obtendré, hija mía, la gracia de este tipo de la vida interior, que, sin abandonar tu interior, cumplas por fuera todos tus deberes con mayor aplicación.  Permanece continuamente con Él en tu corazón, Él será tu fuerza.  Mantén el contacto con las criaturas si la necesidad y los deberes lo exigen.  Eres una morada agradable a Dios viviente, en la que Él permanece continuamente con amor y complacencia, y la presencia viva de Dios que sientes de modo más vivo y evidente, te confirmará, hija mía, en lo que he dicho.  Trata de comportarte así hasta el día de la Navidad, y después Él Mismo te dará a conocer como deberás tratar con Él y unirte a Él.

3.6  El llamado a la confianza en Su hijo Jesús:

677  Durante la Santa Misa celebrada por el Padre Andrasz, un momento antes de la elevación, la presencia de Dios penetró mi alma y que fue atraída hacia el altar.  Luego vi a la Santísima Virgen con el Niñito Jesús.  El Niño Jesús se tenía de la mano de la Virgen; en un momento el Niño Jesús corrió alegremente al centro del altar, y la Santísima Virgen me dijo: Mira, con qué tranquilidad confío a Jesús en sus manos, así también tú debes confiar tu alma y ser como una niña frente a Él. Después de estas palabras mi alma fue llenada de una misteriosa confianza.  La Santísima Virgen vestía una túnica blanca, singularmente blanca, transparente, sobre la espalda tenía un manto transparente de color del cielo, es decir como el azul, la cabeza descubierta, el cabello suelto; espléndida e indeciblemente bella.  

4. Reflexiones y vivencias en torno a la Navidad:

840   23 de diciembre de 1936.  Vivo este tiempo con la Santísima Virgen y me preparo a este solemne momento de la venida de Jesús.  La Santísima Virgen me enseña sobre la vida interior del alma con Jesús, especialmente en la Santa Comunión. ...

844    Sor C. (Sor Cayetana) vino por la tarde y me llevó a casa para las fiestas.  Estaba contenta de poder estar junto con la Comunidad.  Mientras atravesaba la ciudad me imaginaba que era Belén.  Al ver que toda la gente iba con prisa pensé: -Quién medita hoy este Misterio inconcebible en el recogimiento y en silencio? Oh Virgen purísima, Tú estas hoy de viaje y yo también estoy de viaje.  Siento que el viaje de hoy tiene su significado.  Oh Virgen radiante, pura como el cristal, toda sumergida en Dios, Te ofrezco mi vida interior, arregla todo de manera que sea agradable a Tu Hijo; oh Madre mía, yo deseo con muchísimo ardor que me des al pequeño Jesús durante la Misa de Medianoche.

845 (...)  Después de la cena me sentía muy cansada y doliente, tuve que acostarme, no obstante velaba con la Santísima Virgen en espera de la venida del Niñito.

 846    25 de diciembre de 1936.  Misa de Medianoche.  Durante la Santa Misa la presencia de Dios me penetró por completo.  Un momento antes de la elevación vi a la Madre y al pequeño Niño Jesús, y al viejo Abuelo (San José).  La Santísima Virgen me dijo estas palabras: Hija mía, Faustina, toma este tesoro preciosísimo, y me dio al pequeño Jesús.  ...  

5. Frutos y gracias de la devoción a la Santísima Virgen María:

40  (...)  Durante la Santa Misa, antes de la Santa Comunión, tuvo lugar la renovación de los votos.  Al levantarnos de los reclinatorios empezamos a repetir la fórmula de los votos y de repente, el Señor Jesús se puso a mi lado, vestido con una túnica blanca, ceñido con un cinturón de oro y me dijo: Te concedo el amor eterno para que tu pureza sea intacta y para confirmar que nunca experimentarás tentaciones impuras, Jesús se quitó el cinturón de oro y ciñó con él mis caderas.  Desde entonces no experimento ninguna turbación contraria a la virtud, ni en el corazón ni en la mente.  Después comprendí que era una de las gracias más grandes que la Santísima Virgen María obtuvo para mí, ya que durante muchos años le había suplicado recibirla.  A partir de aquel momento tengo mayor devoción a la Madre de Dios.  Ella me ha enseñado a amar interiormente a Dios y cómo cumplir Su santa voluntad en todo.  María, Tú eres la alegría, porque por medio de Ti, Dios descendió a la tierra y a mi corazón.
 
1388 Durante una oración aprendí cuánto es agradable a Dios el alma del Padre Andrasz.  Es un verdadero hijo de Dios.  En pocas almas esta filiación de Dios se evidencia tan claramente y es porque tiene una devoción especialísima a la Madre de Dios.
 
564  El día de la Inmaculada Concepción de la Virgen.  Durante la Santa  Misa oí el susurro de ropas y vi a la Santísima Virgen en un misterioso, bello resplandor.  Tenía una túnica blanca con una faja azul y me dijo: Me das una gran alegría adorando a la Santísima Trinidad por las gracias y los privilegios que me ha concedido, y desapareció enseguida.

1412  Con gran celo me he preparado para celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios.  He prestado más atención al recogimiento del espíritu y meditando sobre este privilegio exclusivo de Ella; así que todo mi corazón se sumergía en Ella, agradeciendo a Dios por haber concedido a María este gran privilegio.

6. Palabras de la Santísima Virgen María a las religiosas y a los sacerdotes:

 
625 Por la noche, mientras rezaba, la Virgen me dijo: Su vida  (se refería a las religiosas de la Congregación de Santa Faustina) debe ser similar a la mía, silenciosa y escondida; deben unirse continuamente a Dios, rogar por la humanidad y preparar al mundo para la segunda venida de Dios.
 
1244 15 de agosto de 1937.  Durante la meditación la presencia de Dios me penetró vivamente y conocí la alegría de la Santísima Virgen en el momento de su Asunción... Durante ese acto que se realizó en honor de la Santísima Virgen, al final de ese acto vi a la Santísima Virgen que me dijo: Oh, qué grato es para mí el homenaje de su amor.  Y en ese mismo instante cubrió con su manto a todas las hermanas de nuestra Congregación.  Con la mano derecha estrechó a la Madre General Micaela y con la izquierda a mí, y todas las hermanas estaban a Sus pies cubiertas con su manto.  Luego la Santísima Virgen dijo: Cada una que persevere fielmente hasta la muerte en mi Congregación, evitará el fuego del purgatorio y deseo que cada una se distinga por estas virtudes: humildad y silencio, pureza y amor a Dios y al prójimo, compasión y misericordia.  ...
 
330      Una vez me dijo el confesor que rogara según su intención, y comencé una novena a la Santísima Virgen.  Esa novena consistía en rezar nueve veces la Salve Regina.  Al final de la novena vi a la Virgen con el Niño Jesús en los brazos y vi también a mi confesor que estaba arrodillado a sus pies y hablaba con Ella.  No entendía de que hablaba con la Virgen porque estaba ocupada en hablar con el Niño Jesús que había bajado de los brazos de la Santísima Madre y se acercó a mí.  No dejaba de admirar su belleza.  Oí algunas palabras que la Virgen le decía, pero no oí todo.  Las palabras son estas: Yo soy no sólo la Reina del Cielo, sino también la Madre de la Misericordia y tu Madre.  En ese momento extendió la mano derecha en la que tenía el manto y cubrió con él al sacerdote.  En ese instante la visión desapareció.                           
 
1585   Una visión de la Santísima Virgen.  Entre una gran claridad vi a la Santísima Virgen con una túnica blanca, ceñida de un cinturón de oro y unas pequeñas estrellas, también de oro, en todo el vestido y las mangas a triángulo guarnecidas de oro.  Tenía un manto de color de zafiro, puesto ligeramente sobre los hombros, en la cabeza tenía un velo liviano transparente, el cabello suelto, arreglado espléndidamente y una corona de oro que terminaba en pequeñas cruces.  En el brazo izquierdo tenía al Niño Jesús.  Nunca antes he visto a la Santísima Virgen bajo este aspecto.  Luego me miró con ternura y dijo: Soy la Madre de los sacerdotes.  Después puso a Jesús en el suelo, levantó la mano derecha hacia el cielo, y dijo: Oh Dios, bendice a Polonia, bendice a los sacerdotes.  Y otra vez se dirigió a mí: Cuenta a los sacerdotes lo que has visto.  Decidí decirlo al padre (Andrasz) en la primera ocasión, pero yo misma no logré comprender nada de esa visión.

7. Advertencia en torno al Día de la Justicia:

 
635  (...)   Entonces vi a la Santísima Virgen que me dijo: Oh, cuán agradable es para Dios el alma que sigue fielmente la inspiración de Su gracia.  Yo di al mundo el Salvador y tu debes hablar al mundo de su gran misericordia y preparar al mundo para Su segunda venida.  Él vendrá, no como un Salvador Misericordioso, sino como un Juez Justo.  Oh, qué terrible es ese día.  Establecido está ya es el día de la justicia, el día de la ira divina.  Los ángeles tiemblan ante ese día.  Habla a las almas de esa gran misericordia, mientras sea aún el tiempo para conceder la misericordia.  Si ahora tú callas, en aquel día tremendo responderás por un gran número de almas.  No tengas miedo de nada, permanece fiel hasta el fin, yo te acompaño con mis sentimientos.

8. Oraciones de Santa Faustina a la Santísima Virgen María:

 
79 Oh María, Madre y Señora Mía.  Te ofrezco mi alma y mi cuerpo, mi vida y mi muerte y todo lo que vendrá después de ella.  Pongo todo en tus manos, oh mi Madre.  Cubre mi alma con tu manto virginal y concédeme la gracia de la pureza de corazón, alma y cuerpo.  Con tu poder defiéndeme de todo enemigo, especialmente de aquellos que esconden su malicia bajo una máscara de virtud.  Oh Espléndida Azucena, Tú eres mi espejo, oh mi Madre.

315 Oh Madre de Dios, Tu alma estuvo sumergida en el mar de la amargura, mira a Tu niña y enséñale a sufrir y a amar en el sufrimiento.  Fortalece mi alma, para que el dolor no la quebrante.  Madre de la gracia, enséñame a vivir en Dios.
 
874 Oh María, Virgen Inmaculada, tómame bajo Tu protección más especial y custodia la pureza de mi alma, de mi corazón y de mi cuerpo.  Tú eres el modelo y la estrella de mi vida.
 
1306  (...)  Oh Virgen purísima, pero también humildísima, ayúdame a conquistar una profunda humildad.  ...
 
915  Oh María, hoy una espada terrible ha traspasado Tu santa alma.  Nadie sabe de Tu sufrimiento, excepto Dios.  Tu alma no se quebranta, sino que es valiente porque está con Jesús.  Dulce María, une mi alma a Jesús, porque sólo entonces podré resistir todas las pruebas y tribulaciones, y sólo mediante la unión con Jesús, mis pequeños sacrificios complacerán a Dios.  Dulcísima Madre, continúa enseñándome sobre la vida interior.  Que la espada del sufrimiento no me abata jamás.  Oh Virgen pura, derrama valor en mi corazón y protégelo.

1114 (...)  Hoy sentí la cercanía de mi Madre, la Madre Celestial.  Antes de cada Santa Comunión, ruego fervorosamente a la Madre de Dios que me ayude a preparar mi alma para la llegada de Su Hijo y siento claramente su protección sobre mí.  Le ruego mucho que se digne incendiar en mí el fuego del amor divino con el (que) ardía su puro corazón en el momento de la Encarnación del Verbo de Dios. 
 
1413  Me he preparado (para la Fiesta de la Inmaculada Concepción) no solamente con la novena común que hace toda la Comunidad, sino que me he propuesto además saludarla mil veces al día, rezando cada día en su honor mil Avemarías durante nueve días.  Ya es la tercera vez que hago esta novena a la Virgen María que consiste en rezar mil Avemarías diarias, es decir nueve mil saludos forman toda la novena.  No obstante, aunque la he hecho ya tres veces en mi vida, y dos veces fueron cuando cumplía mis deberes, no he perjudicado en nada mis tareas cumpliéndolas con máxima exactitud, y además la he hecho fuera de los ejercicios de piedad, o sea ni durante la Santa Misa, ni durante la bendición, he rezado estas Avemarías.  Una vez hice esta novena cuando estaba en el hospital.   Más hace el que quiere que el que puede.  Fuera del recreo, rezaba y trabajaba; en esos días no he pronunciado ni un sola palabra que no fuera absolutamente necesaria, pero tengo que reconocer que esto requiere mucha atención y esfuerzo, mas para honrar a la Inmaculada no hay nada que sea demasiado.

9. Alabanzas de Santa Faustina a la Santísima Virgen María:

 
161   Oh María, Virgen Inmaculada,
Puro cristal para mi corazón,
Tú eres mi fuerza, oh ancla poderosa,
Tú eres el escudo y la defensa para el corazón débil.
Oh María, Tú eres pura e incomparable,
Virgen y Madre a la vez,
Tú eres bella como el sol, sin mancha alguna,
Nada se puede comparar con la imagen de Tu alma.
Tu belleza encantó el ojo del tres veces Santo,
Y bajó del cielo, abandonando el trono de la sede eterna,
Y tomó el cuerpo y la sangre de Tu Corazón,
Durante nueve meses escondiéndose en el Corazón de la Virgen.
Oh Madre, Virgen, nadie comprenderá,
Que el inmenso Dios se hace hombre,
Sólo por amor y por su insondable misericordia,
A través de Ti, oh Madre, viviremos con Él eternamente.
Oh María, Virgen Madre y Puerta Celestial,
A través de Ti nos ha llegado la salvación,
Todas las gracias brotan para nosotros a través de Tus manos,
Y me santificará solamente un fiel seguimiento de Ti.
Oh María, Virgen, Azucena más bella,
Tu Corazón fue el primer tabernáculo para Jesús en la tierra,
Y eso porque  Tu humildad fue la más profunda,
Y por eso fuiste elevada por encima de los coros de los ángeles y de los santos.
Oh María, dulce Madre mía,
Te entrego el alma, el cuerpo y mi pobre corazón,
Sé tú la custodia de mi vida,
Y especialmente en la hora de la muerte, en el último combate.

1232 Oh dulce Madre de Dios,
Sobre Ti modelo mi vida,
Tú eres para mí una aurora radiante,
Admirada me sumerjo toda en Ti.
Oh Madre, Virgen Inmaculada
En Ti se refleja para mí el rayo de Dios.
Tú me enseñas cómo amar a Dios entre tormentas,
Tú eres mi escudo y mi defensa contra el enemigo. 


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