Edición MariamContigo |
No
te lamentes de las oportunidades perdidas. Mientras lo haces, quizás
esté pasando el último tren por delante de tu casa, tal vez está
amaneciendo de nuevo, acaso alguien esté llamando a tu puerta.
No
sigas castigándote por los errores cometidos. Es como repetir siempre
la misma asignatura. De este modo, nunca aprenderás la lección del amor
que Dios te regala cada día, ni el arte de conjugar la vida. El
pasado pasó. ¡Desahoga en Él tus afanes!
Vive agradecidamente el presente: es tu tiempo y tu tarea. De lo contrario, tu futuro puede convertirse en una vana ficción.
En
la adversidad y en la debilidad haz también memoria: reaviva energías
que ya usaste, despierta recursos qué conoces, desempolva entusiasmos
que ya gozaste. Saborearás de nuevo la vida.
No
uses de tu pasado como pretexto compensatorio, como arma arrojadiza
contra alguien, como acumulador de resentimientos: terminará por ser más
fuerte que tú.
La
nostalgia es actitud de necios. Lo mejor, lo más interesante, lo
nuevo (incluso cuando la soledad parece cegarte) es tu presente:
acógelo, sácale partida.
Si
ya no tienes objetivos, ilusiones y esperanza, aterrizarás forzosa y
peligrosamente en el pasado. Deja, por tanto, que por algún resquicio
de tu alma o de tus ventanas, entre un poco de aire que mantenga vivo el
rescoldo.
Mira
siempre agradecido a tu pasado. No te faltan motivos para ello.
Descubrirás que, a pesar de todo, ha valido la pena haber sido escogido
desde la eternidad de Dios para la aventura maravillosa de la vida.
Vive
cada día como una nueva oportunidad. En el pórtico de la Vida que te
ha sido prometida, ya puedes decir (con modestia, claro): Confieso que
he vivido.
He vivido, vivo y... viviré
"Haz memoria de
Jesucristo, resucitado de entre los muertos". La fe de los cristianos tiene su origen
en la historia de Aquél que "pasó entre nosotros haciendo el bien. Pero no pasó.
Sigue vivo. Ser y hacer memoria de Él es apuntarse a la mejor conjugación: He vivido,
vivo y... vivirá.
RECUERDA la frase de San
Agustín:
"Dios no manda
cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y
pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas."
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