martes, 13 de diciembre de 2011

CRECIMIENTO DE LA DEVOCION A MARIA LIONZA EN VENEZUELA


La marginación, la pobreza y la criminalidad acercan a las personas a cultos también marginales y no a opciones religiosas establecidas y estructuradas. Tal es el caso del culto a María Lionza en Venezuela, que ha estado creciendo fuertemente en estos últimos años en contraposición del catolicismo que ha decaído. De cualquier forma, es importante señalar que ambos cultos no son vistos como antagónicos por los fieles de María Lionza, porque muchos de ellos también se definen como cristianos de alguna denominación. 

  Fuentes: Vatican, BBC, SdeT


Si es verdad, como sostienen algunos investigadores, que la tercera parte de la población venezolana se pone en manos, alguna vez en su vida, de los sacerdotes y de los ritos de ese particular y antiguo culto llamado María Lionza, se confirma la afirmación de G.K. Chesterton. Es decir, que cuando la gente deja de creer en Dios no es verdad que no cree en nada: cree en todo. Pero quizás la cuestión sea más complicada y fascinante, y demuestra la vitalidad de la fe además de la necesidad fisiológica de una creencia que resuelva los problemas concretos, como la pobreza y la enfermedad.

María Lionza es la reina, madre o inspiración de un culto espiritista, popular en Venezuela, cuyos seguidores se hacen llamar “marialionceros”.

El culto actual, es una creación del siglo XIX, basada en la obra escrita por francés León Denizarth-Hippolyte Rivail, que escribía bajo el seudónimo de Allan Kardec. Según lo que ha dejado escrito, la gente podría llamar y hacer regresar las almas de los muertos que se alojarían en los cuerpos vivientes, y los seres queridos y otras personas podrían interrogarles y pedirles consejos y sugerencias para su vida cotidiana. Sus adeptos llevan a cabo numerosos ritos que, en parte, son católicos, en parte vudú y en parte encuentran su origen en el chamanismo. Generalmente, se agrupan en los alrededores de una montaña en Venezuela, la Montaña de Sorte, famosa por sus supuestos poderes sagrados.

Según una leyenda, María Lionza vivió en esa montaña, antes de que Cristóbal Colón descubriera América, alrededor de 1400. La leyenda dice que mientras contemplaba un río, fue atacada y devorada por una anaconda. Desde el interior del reptil, María Lionza estipuló un pacto: se casaría con la montaña si la montaña la salvaba. La montaña la salvó y desde entonces María Lionza y la montaña vivieron como una sola cosa. Pero también existe otra versión: María Lionza fue la hija de un jefe Yaracuy, que habría nacido alrededor de 1500, y se manifiesta cabalgando un tapir. Se dice que reinaba entre las bestias salvajes y sus adeptos la llaman “Reina”.

El nombre de María Lionza (y este es seguramente uno de los motivos de interés para los estudiosos de las religiones y de la inculturación) proviene de Santa María de la Onza (o lo que es lo mismo, Santa María del Jaguar), que proviene de un nombre todavía más amplio: Santa María de la Onza del Prado de Talavera del Nivar; nombre que indica la intención de cristianizar un culto local.

Así nació la actual María Lionza, que desde hace algunas décadas goza de un enorme y excepcional éxito en el país.

Es impresionante el panteón jerárquico. María Lionza, la reina, es el personaje más elevado de las “tres potencias”. La segunda potencia es Guaicapuro, un jefe indio asesinado por los españoles; la tercera es el Negro Felipe, un esclavo negro asesinado por los colonialistas.

Esta trinidad encabeza numerosas “cortes”: la corte india, compuesta por jefes indígenas; la corte médica, guiada por José Gregorio Hernández y por otros médicos famosos; la corte de los Don Juanes, compuesta por personajes del folclor venezolano; la corte de los maestros, guiada por Andrés Bello y otros escritores; la corte Negra y Africana, dirigida por figuras populares como la Negra Matea, que era la niñera de Simón Bolívar, y el Negro Primero, Pedro Camejo, llamado así porque era siempre el primero en entrar en combate; la corte celestial, compuesta por Santos Católicos; la corte política, a cuya cabeza se encuentra Simón Bolívar; la corte de los malandros, compuesta por criminales muertos; y para terminar, la corte vikinga, compuesta por varios importantes jefes vikingos.

LOS RITOS A MARÍA LIONZA

 

Los fieles de todo el país se reúnen todos los años en octubre para celebrar los días más santos del culto. El 12 de octubre, día en el que se celebra la fiesta nacional de la Resistencia Indígena, es considerado el más sagrado de todos. Ese día, numerosos peregrinos se visten con indumentaria indígena y celebran un ritual conocido como “el baile de las brasas”. Sostienen que los espíritus les protegen e impiden que sus pies se quemen mientras caminan sobre una alfombra de carbones ardientes.

La característica principal de su religión reside en que forman parte de ella ritos que prevén la llamada a los muertos. Generalmente son las almas de personas famosas, que se encuentran en el más allá. Se pide a las almas que entren en el cuerpo de personas vivas; los “posesos” murmuran y cantan, y las palabras de los espíritus guía son interpretadas por un sacerdote del culto. Cualquiera puede ser llamado, según los adeptos; no sólo personajes famosos del pasado, sino también personas comunes y naturalmente, las almas de los antepasados.

“La verdadera pregunta es qué espíritus serán escogidos por María Lionza para ocupar nuestros cuerpos, que son los envases que los transportan. Podría ser de los doctores, de la corte Vikinga, de una corte alta o de la más baja, la corte de los malandros”, dice Bernardo Suler, un médium que se prepara para entregarle su materia, temporalmente, a quien corresponda.

Comienzan los rituales, y el aire se enrarece con una mezcla de humo de tabaco -que los marialionceros consideran fundamental para purificar e invocar las ánimas- y la propia energía que emana de espiritistas y seguidores. Las mujeres visten poca ropa, los hombres no llevan camisa. Los médiums experimentan convulsiones, sus rostros y voces se transforman. Algunos se atraviesan agujas en las mejillas, las cejas y las piernas. Uno de ellos toma a un niño pequeño y le da vueltas en el aire. La madre no se inmuta.

En otros rincones, hay sacrificio de pequeños animales, dibujos sobre cuerpos elaborados con sangre. Caminatas sobre brasas ardiendo. Manifestaciones que intentan demostrar que lo que ahí está ocurriendo no es de este mundo. Los “pacientes” yacen en el suelo, aparentemente inconscientes. Al cabo se levantan, como de un sueño. Se dicen iluminados, aligerados o curados.

SU CRECIMIENTO EN VENEZUELA

 

Según Wade Glenn, el culto a María Lionza y otras entidades está creciendo de manera importante en Venezuela. Eso, a pesar de que se estima que 90% de los venezolanos profesan -al menos nominalmente- la religión católica. Pero una cosa parece no excluir a la otra. Bernardo mismo es un claro ejemplo. “Definitivamente soy católico. Todos lo somos. Nos reunimos todos los domingos, vamos a misa. Estudiamos la Biblia y adoramos a Dios y a su hijo, Jesucristo”, dice.

Los seguidores de María Lionza, en este punto de la ceremonia, pueden hacer preguntas a los espíritus y recibir consejos. Prácticamente no hay límites: todo, desde el amor hasta los negocios, pasando por otros asuntos personales, pueden ser el tema de las preguntas que se hacen a los espíritus. Generalmente, antes de tomar decisiones importantes, los fieles consultan o a los espíritus o a los sacerdotes de María Lionza.

Los estudiosos han relevado que el culto se ha hecho cada vez más popular con el crecimiento excesivo de la pobreza y la criminalidad en el país a causa de las grandes dificultades que atraviesa. Más de la tercera parte de la población vive en la pobreza y el nivel de educación es extremadamente bajo. Las instituciones, tanto estatales como de otro tipo, encuentran numerosas dificultades para afrontar y satisfacer las necesidades de la gente, y así, cuando las reivindicaciones fundamentales no encuentran respuestas efectivas, cada vez es más probable que se orienten hacia un culto religioso, y es ese culto lo que les ofrece soluciones.

Según un experto en antropología cultural que ha pasado cuatro años estudiando este fenómeno, la posibilidad de tener una relación personal con una entidad espiritual que podría resolver los problemas de cada uno, “es altamente terapéutica”. Las personas hablan de sus problemas y se dirigen a los espíritus como si de “hermanos” se tratara, y sienten un fuerte vínculo personal con ellos.

Hasta finales de los años 60, el ejercicio tradicional de la curación estaba prohibido. Ahora la legislación es muy permisiva con los cultos de este tipo. Aunque la mayor parte de sus fieles provengan de los sectores más pobres de la población y busquen protección, en uno de los países más inseguros de Sudamérica (donde el 37 por ciento vive en la pobreza), la influencia se está extendiendo a las clases más altas. Y hay quien dice que los que en Estados Unidos irían a un psicólogo, en Venezuela buscarían la ayuda de María Lionza.

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