¡Oh
Señor, ten piedad de mi!
¡Oh Señor; defiéndeme contra el enemigo y
líbrame de todo mal! Que el Señor se digne concederme la gracia para
triunfar sobre todos mis adversarios.
Que el Señor me libere
continuamente de todos mis males.
Señor, socórreme y sálvame, Tú que me
has redimido por Tu Cruz y Tu valiosa sangre.
¡Así sea!
Querido Padre celestial, danos un corazón de niño para
entender todo de buena manera. Concédenos trabajo que de fruto pese a
nuestros defectos y debilidades, porque queremos trabajar con
entendimiento dado por amor. Padre celestial, tú sabes que día y noche
enfrentamos muchas dificultades y contrariedades. Sin embargo, tú nos
ves y nos ayudarás para que tu nombre sea honrado, tu reino venga y tu
voluntad se haga en la tierra igual como se hace en el cielo.
Amén
DIOS CONTIGO
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