Mc. 1,29-39
Jesús, en esta oración quiero contemplar tu rostro de misericordia.
Quiero enamorarme más de Ti para ser un propagador de tu amor y de tu
inmensa misericordia entre todos los hombres.
«El
Señor no había venido solamente a curar los cuerpos, sino también a
guiar a las almas por el camino de la verdadera sabiduría; así como ya
no prohibía comer antes de lavarse las manos así enseña aquí que
conviene temer sólo la lepra del alma (que es el pecado), porque la
lepra del cuerpo no sirve de impedimento a la práctica de la virtud.»
San Juan Crisóstomo, Homilía sobre san Mateo, 26
DIOS CONTIGO
San Juan Crisóstomo, Homilía sobre san Mateo, 26
DIOS CONTIGO
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