LA ESPERANZA SE HIZO NIÑO
IV Adviento
Javier Leoz
1.
Poco
margen tenemos, en el presente año, entre el IV Domingo de Adviento y la
Natividad del Señor. Pero, incluso en ese corto espacio, María emerge como la
gran figura de esta liturgia que nos llevará, mañana ya, a la Solemne Misa del
Gallo.
No
podía faltar, María Madre de Dios, como aquella que nos trae al Salvador en
este tiempo de adviento que es periodo de espera y de esperanza.
Y,
con María, llegó la expectación. ¡Todo está a punto de cumplirse! El “sí” de
aquella mañana en Nazaret, nos traerá en las próximas horas al Dios con
nosotros. Creyó, esperó y se brindó a todo lo que Dios le pidió. ¿Se puede
aguardar más de una mujer que fue un cheque en blanco para el Señor?
María,
la mujer que se vació totalmente para Dios, está llena a rebosar del Espíritu.
Colmada de las promesas que nuestros antiguos confiaban en ver. Seremos
nosotros los que en el día de Navidad, contemplemos cara a cara lo que ha
germinado en el interior de una Virgen.
A Ella, y no lo olvidemos, le debemos
la primera Navidad. ¿Cómo celebrar cristianamente estos próximos días? ¿En
dónde poner el acento? ¿Cómo conseguir que Dios siga naciendo en nosotros?
·
No
lo dudemos, en María, tenemos la respuesta. Sus actitudes, su forma de ser, su
personalidad y su figura, nos dan el tono para desarrollar la melodía que a
Dios más le gusta.
·
No
lo dudemos, en María, convergen una serie de virtudes y de gracias que, al
imitarlas, a la fuerza damos con el secreto y en el clavo para complacer a Dios
y para hacer el Evangelio realidad.
·
¡Sí!
Con María llegó la esperanza. No podemos dejar de lado a ninguna de las dos: ni
a Maria, porque es fuente de esperanza, ni a la esperanza, porque es la mejor
radiografía de una mujer que amó en su corazón y con locura a Dios, mucho antes
que recibirlo en sus propias entrañas.
2. ¡Qué
gran pórtico el de la Navidad! ¡María Virgen! Celebremos con gozo santo estos
próximos días. Dejémonos guiar por esta estrella que ilumina los senderos que
conducen a Belén. Miremos a esta mujer que, siendo pequeña, es grande y
confidente en cuanto que nos enseña a renovar nuestras personas para que Dios
pueda también en nosotros nacer.
Miremos hacia el cielo ¿No la veis?
¿Quién ha dicho que solo aparecerá una estrella en el amplio universo? Hoy, en
este cuarto domingo de adviento, María es también un destello que marca los
compases del caminante que quiere marchar sin detenerse hacia Belén.
Que apuremos estas últimas horas.
Preparemos, por supuesto, el encuentro familiar: la mesa, los dulces, el calor,
el belén o el árbol. Pero, que entre todo ello, no olvidemos lo más importante.
Dios para nacer necesita de un corazón bien dispuesto. Que cuando llegue en las
próximas horas encuentre también una oración en nuestras casas. Que los
villancicos sean un distintivo musical de estas jornadas, que además de
familiares, son días de fe. En definitiva, ya que Dios sale a nuestro encuentro
en un Niño que se mueve en los fondos de Santa María, que salgamos también
nosotros alegres, llenos de fe, preparados, convertidos y dispuestos a que sean
unas navidades santas y cristianas.
Para que, en estas horas de santa tensión,
¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Para que Dios nazca en
nosotros sin pedir nada a cambio
y, sea nuestro corazón,
una cálida cuna donde Jesús
encuentre cobijo y consuelo.
¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Para que, en estas horas de santa tensión,
donde el cielo y la tierra
juegan a juntarse
podamos también nosotros
hambrear
el manjar de Amor que se sirve
en Belén.
¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Queremos que, Tú, seas una
puerta
por la que podamos entrar
y disfrutar del Misterio de
Dios humanado.
Una puerta que, cuando se
abra desde fuera
entendamos y comprendamos
que es Dios quien lo hace
desde dentro
que es Dios quien tira
desde el cielo.
¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Para que no vacilemos ni en
el amor ni en la fe
Para que nos pongamos en
camino hacia Aquel que viene
Para que seamos heraldos de
la Buena Noticia
Para que, el Niño que
quiere salir de tus entrañas,
encuentre aquí y ahora
hermanos que le amen, le
ayuden y le sigan.
¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARIA!
Para que Dios esté pronto
con nosotros
Para que nosotros, pronto
estemos con El
Para que creamos, aun sin
ver
Para que aún sin ver,
creamos por encima de todo.
¡DÁNOS TU CONFIANZA, MARÍA!
Sólo así, podremos vivir,
celebrar
cantar y festejar el encanto de la Navidad.
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