23 DE AGOSTO: EL PRÓXIMO FIN DEL MUNDO
Luis Santamaría
Rasputín |
Muchos lectores recordarán el revuelo montado en torno al pasado 21 de diciembre,
fecha del supuesto fin del mundo presagiado por los mayas. Creo que al
final esta civilización quedó exculpada del fracaso de algo que ellos
nunca habían dicho, y que más bien fue una hábil confluencia de los
intereses comerciales, las irracionalidades y fanatismos de turno, la
desinformación y los eternos miedos humanos. Por aquellas fechas,
haciendo una revisión de libros sobre estos temas, encontré una novela
cuyo título me llamó la atención: La profecía 2013, de Francesc Miralles.
Simplemente le hice una foto a la portada por lo curioso que me
resultó, y la foto fue ocasión de alguna que otra broma cuando, unos
días después, pasado el 21 de diciembre, avisé a algunas personas de que
habría que esperar al año 2013 para conocer la hecatombe tan temida.
Sin leer el libro, y simplemente con la información proporcionada por
la editorial, pude ver que, sin demasiadas originalidades dentro del
subgénero del thriller esotérico, trata sobre el hallazgo de la
correspondencia entre el conocido psicólogo Carl Gustav Jung y un
estudioso de la cábala. ¿El tema de las cartas? Nada más y nada menos
que el fin del mundo, que estaría situado precisamente en el año 2013,
conclusión a la que se llegaría mediante unos cálculos numéricos basados
en la Biblia. La trama incluye la típica secta que roba los manuscritos
y el intento de provocar una catástrofe que dé lugar a una nueva
humanidad, aprovechando el tema de las profecías. Algo más de 400
páginas que, por cierto, vieron la luz en 2008, así que no podemos
hablar de aprovechar el tirón de la fiebre apocalíptica del año 2012.
Y la verdad es que ya había olvidado la novela… hasta que hace unos
días me enteré de la primera profecía “importante” que ha saltado a la
actualidad. ¿No se ha enterado? Tranquilo, no se pierde nada. Además,
ahora mismo la resumo. El protagonista esta vez es Rasputín, el famoso
monje ruso Gregori Yefimovich Rasputín (1869-1916). Además de
controvertido místico, sanador, farsante e iluminado, el extraño
consejero de la familia real rusa se atribuía a sí mismo el don de
profecía. Y, entre otras cosas, ahora parece que habló de una “terrible tormenta”, afirmando que “el
fuego devorará la vida en la Tierra, y después de ello la vida en la
Tierra morirá y en ella reinará el silencio de las tumbas”, tal como
se lee en algunos medios de comunicación. ¿Cómo se sabrá que llega el
final?, podemos preguntarnos. Pero Rasputín también nos lo aclara: “Jesucristo
volverá a la Tierra para advertir a la humanidad del inminente desastre
y para consolar a la gente, y posteriormente ascenderá al cielo”.
Lo primero que hay que preguntarse cuando uno se encuentra con estas
cosas es la veracidad de esa atribución: ¿de verdad dijo o escribió eso
Rasputín? Porque los textos publicados infunden temor y temblor. Además
de los ya copiados, otros nos dan igualmente miedo ante la catástrofe
inminente: “lágrimas del Sol caerán sobre la Tierra como chispas de fuego, quemando a personas y plantas”, o “un gran dragón derramará mucha sangre”.
¿De dónde viene todo esto?
La fuente directa es un libro escrito por el ruso Andréi Brestski, titulado 100 profecías de Rasputín.
Una obra que he sido incapaz de encontrar en Internet, más allá de
estas referencias que cito de algunos medios digitales. No encuentro
nada sobre el libro ni sobre su autor. Lo más interesante que he hallado
es un resumen de las profecías del monje ruso, pero no tienen que ver
con el tal Brestski y, además, están escritas en su idioma: Пророчества Распутина.
Incapaz ni tan siquiera de descifrar los caracteres cirílicos de los
supuestos vaticinios, tengo que decir que no puedo “autentificar” lo que
se está diciendo estos días sobre el próximo 23 de agosto.
Algunos han aprovechado la ocasión para recordarnos “el peligro de las tormentas solares”,
algo de lo que ya se habló el año pasado. No es serio que se traiga el
tema cada vez que “toca” un presagio apocalíptico. Claro, esta vez el
astro rey de nuestro sistema planetario cobra un mayor protagonismo en
las supuestas profecías del ruso. La prensa rusa habla de miedo
generalizado en algunas zonas y de falsos sacerdotes ortodoxos que han
provocado el alarmismo en la población, llamando a creer en lo dicho por
Rasputín. Algunas autoridades religiosas han llamado públicamente a la
tranquilidad y al sentido común, recordando que Jesús dijo que el día y
la hora del final sólo lo conoce el Padre. Como siempre, hay personas
que se basan en estas cosas para el engaño del pueblo sencillo o, en
ocasiones, no tan sencillo.
Algo también curioso es que si uno busca otras profecías del polémico
místico oficial de los últimos zares se encuentra con predicciones
(supuestas) como las siguientes: en 2001 se produciría una oleada de
suicidios masivos tras la confirmación de la teoría de la reencarnación,
en 2003 se difundiría una epidemia mortal en los Estados Unidos, en
2005 se aparecería Jesucristo en un contexto de cambio climático brutal,
en 2006 se revelaría al mundo el monstruo del Lago Ness, y en 2007
comenzaría una lucha entre el Próximo Oriente islámico y la Norteamérica
cristiana. El final de la historia llegaría en 2013, concretamente el
23 de agosto, con el fuego devorador de todas las cosas. Sin embargo, en
algunos lugares he visto esta cita como propia de Rasputín: “el castigo de Dios llegará tarde, pero será tremendo. Y llegará antes de que termine nuestro siglo”. Algo claramente contradictorio con la noticia que se difunde estos días.
¿Predijo Rasputín el fin del mundo para el próximo 23 de agosto?
Lo
dudo. Más bien creo que es un dato “amañado” por alguien para vender un
libro y lograr publicidad gratuita en un mes en el que, en nuestro
hemisferio, los medios de comunicación andan escasos de noticias. Pero,
por si acaso… ¿y si lo hubiera dicho? Yo, la verdad, estoy muy
tranquilo. No me fío mucho de las dotes proféticas del extraño iluminado
ruso. Dicen que vaticinó la caída de la familia real a la que servía –o
más bien de la que se servía–, pero en aquel momento de la historia no
había que ser muy listo ni tener revelaciones superiores para
asegurarlo. Como otros muchos a lo largo de la historia, ya sean pasados
o presentes, olvidados o “recuperados” interesadamente… son,
sencillamente, falsos profetas de los que no hay que fiarse. Y a seguir
viviendo con libertad, responsabilidad y esperanza, algo más difícil que
abandonarse en las manos de estafadores, pero mucho más auténtico y más
humano.
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