EL PAPA FRANCISCO ANUNCIA UNA JORNADA DE ORACIÓN Y PENITENCIA POR LA PAZ PARA EL SÁBADO 7/09/2013
El Papa Francisco anuncia una vigilia de oración por la paz en Siria
y en todo el mundo, en la tarde del sábado 7 de septiembre en la Plaza
de San Pedro de Roma y en toda la Iglesia
- Ecclesia -
Queridos hermanos y hermanas: Buenos días.
Hoy, queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete del
grito que, con creciente angustia, se levanta en todas las partes de la
tierra, en todos los pueblos, en cada corazón, en la única gran familia
que es la humanidad: ¡el grito de la paz! Es el grito que dice con
fuerza: Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz,
queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y
conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!
La paz es un don demasiado precioso, que tiene que ser promovido y
tutelado.
Vivo con particular sufrimiento y preocupación las numerosas
situaciones de conflicto que hay en nuestra tierra, pero, en estos días,
mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en
Siria y angustiado por la dramática evolución que se está produciendo.
Hago un fuerte llamamiento a la paz, un llamamiento que nace de lo
más profundo de mí mismo. ¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción,
cuánto dolor ha ocasionado y ocasiona el uso de las armas en este
atormentado país, especialmente entre la población civil inerme!
Pensemos: cuántos niños no podrán ver la luz del futuro. Condeno con
especial firmeza el uso de las armas químicas. Les digo que todavía
tengo fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes de los
días pasados. Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia
sobre nuestras acciones, del que no se puede escapar. El uso de la
violencia nunca trae la paz. ¡La guerra llama a la guerra, la violencia
llama a la violencia!
Con todas mis fuerzas, pido a las partes en conflicto que escuchen la
voz de su conciencia, que no se cierren en sus propios intereses, sino
que vean al otro como a un hermano y que emprendan con valentía y
decisión el camino del encuentro y de la negociación, superando la ciega
confrontación. Con la misma fuerza, exhorto también a la Comunidad
Internacional a hacer todo esfuerzo posible para promover, sin más
dilación, iniciativas claras a favor de la paz en aquella nación,
basadas en el diálogo y la negociación, por el bien de toda la población
de Siria.
Que no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia
humanitaria a las víctimas de este terrible conflicto, en particular a
los desplazados en el país y a los numerosos refugiados en los países
vecinos. Que los trabajadores humanitarios, dedicados a aliviar los
sufrimientos de la población, tengan asegurada la posibilidad de prestar
la ayuda necesaria.
¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el
Papa Juan XXIII, a todos corresponde la tarea de establecer un nuevo
sistema de relaciones de convivencia basadas en la justicia y en el amor
(cf. Pacem in terris [11 abril 1963]: AAS 55 [1963], 301-302).
¡Que una cadena de compromiso por la paz una a todos los hombres y
mujeres de buena voluntad! Es una fuerte y urgente invitación que dirijo
a toda la Iglesia Católica, pero que hago extensiva a todos los
cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de las diversas
religiones y también a aquellos hermanos y hermanas no creyentes: la
paz es un bien que supera cualquier barrera, porque es un bien de toda
la humanidad.
Lo repito alto y fuerte: no es la cultura de la confrontación, la
cultura del conflicto, la que construye la convivencia en los pueblos y
entre los pueblos, sino ésta: la cultura del encuentro, la cultura del
diálogo; éste es el único camino para la paz.
Que el grito de la paz se alce con fuerza para que llegue al corazón
de todos y todos depongan las armas y se dejen guiar por el deseo de
paz.
Por esto, hermanos y hermanas, he decidido convocar en toda la
Iglesia, el próximo 7 de septiembre, víspera de la Natividad de María,
Reina de la Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria,
en Oriente Medio y en el mundo entero, y también invito a unirse a esta
iniciativa, de la manera que consideren más oportuno, a los hermanos
cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras religiones y a los
hombres de buena voluntad.
El 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro, aquí, desde las 19.00 a
las 24.00 horas, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia
para implorar de Dios este gran don para la amada nación siria y para
todas las situaciones de conflicto y de violencia en el mundo. La
humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de oír palabras de
esperanza y de paz. Pido a todas las Iglesias particulares que, además
de vivir esta jornada de ayuno, organicen algún acto litúrgico por esta
intención.
Pidamos a María que nos ayude a responder a la violencia, al
conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, de la reconciliación
y del amor. Ella es Madre. Que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos
nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar este difícil
momento y a comprometernos, todos los días y en todos los ambientes, en
la construcción de una auténtica cultura del encuentro y de la paz.
María, Reina de la Paz, ruega por nosotros
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