Desconocemos el tiempo que Tiziano estuvo en el taller de Giovanni Bellini
ni cuales fueron las enseñanzas que recibió. Si es cierto que en las
primeras obras se pone claramente de manifiesto la influencia del gran
maestro veneciano e incluso algunos rasgos de Mantegna,
cuñado de Bellini. Estas influencias se pueden apreciar en la Virgen de
las cerezas que contemplamos, llamada así por las frutas que ofrece el
Niño a su madre. San José aparece en la izquierda mientras que en la
derecha podemos apreciar a San Zacarías, el padre de San Juan Bautista
que se presenta como un niño, portando en su mano una filacteria y
dirigiendo la mirada a la Virgen. El centro de la composición está
ocupado por María, una figura amplia y volumétrica, estableciendo
Tiziano en esta figura el eje del conjunto al crear un esquema
piramidal. Un cortinaje cierra la escena en el centro mientras en los
laterales se deja ver el celaje. El juego de miradas que establecen
entre la Madre, el Hijo y san Juanito indica la renovación que pronto
invadirá el arte veneciano durante el Cinquecento.
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