HISTORIA DE MARÍA DEL ROSARIO DE SAN NICOLÁS
San
Nicolás de los Arroyos se encuentra en la provincia de Buenos Aires,
República Argentina, a 230 Km. de la Capital Federal, a orillas del Río
Paraná. Ciudad donde en 1852 se acordara fundar la Asamblea
Constituyente, por eso conocida como Ciudad del Acuerdo, o también como
Ciudad del Acero, por la industria metalúrgica, pues allí se encuentra
uno de los altos hornos más grandes de América Latina, pero será luego
conocida como la Ciudad de María.
La
ciudad lleva el nombre de un Santo nacido hacia el año 270, a quien se
ha levantado mayor cantidad de iglesias en el mundo, después de la
Santísima Virgen. San Nicolás defendió valientemente en el Concilio de Nicea el misterio de la maternidad divina de María.
En esta ciudad que lleva su nombre, el día 25 de septiembre de 1983 la Virgen se aparece a Gladys Quiroga de Motta, en su habitación, mientras rezaba el rosario.
La
Virgen estaba vestida de azul, tenía el Niño en brazos y un rosario en
la mano. La Santísima Madre hizo un gesto, como para darle el rosario a Gladys.
La aparición fue muy breve, como una especie de anunciación.
Gladys es
una mujer de pueblo, sencilla, esposa de un operario metalúrgico y
madre de dos hijas. Nunca antes había experimentado nada similar. El día
anterior había visto iluminarse el rosario que tenía colgado en su
habitación. Algunos vecinos lo vieron también. Allí comenzó a rezar el
rosario, y al día siguiente se produjo la primera aparición.
Durante algún tiempo, en varios lugares de Buenos Aires varias familias atestiguaron este fenómeno en sus propias casas.
Gladys no
acostumbraba a escribir. Asistió a la escuela primaria hasta cuarto
grado. Sin embargo fue dejando testimonio por escrito de los mensajes y
los hechos que cambiaron su vida y la de muchos.
El 28 de septiembre y el 5 de octubre de 1983 nuevamente la Virgen se le aparece a Gladys mientras reza el rosario. La Madre repite el gesto de tenderle el suyo. La Virgen no había hablado todavía.
El
7 de octubre, fiesta del Rosario, sintió el anuncio interior que había
aprendido a reconocer, cerró los ojos, vio una luz, y en ella a la
Santísima Virgen, real y llena de vida, sosteniendo en sus manos un gran
rosario. Gladys le preguntó qué esperaba de nosotros. La
imagen se borró y apareció la visión de un templo. Con ello comprendió
que María quería estar entre nosotros.
El 13 de octubre, día de la última aparición de Fátima, la Virgen habla por primera vez:
Has cumplido. No tengas miedo. Ven a verme. De mi mano caminarás y muchos caminos recorrerás.
Luego
del mensaje la Virgen agrega una cita de la Biblia, la palabra de Dios
que ilumina toda palabra. Con este texto la alienta a cumplir su misión,
a llevar sus mensajes aunque se presenten dificultades. A partir de
allí comienza a recibir otros mensajes en forma frecuente. El 19 de
octubre le dijo:
Rebeldes
son los injustos y humildes los servidores del Señor. Buscad ayuda, se
te dará. No temáis. Nada te pasará. El Señor nada deja librado al azar.
El 25 de octubre Gladys
va por segunda vez, desde que comenzaron las apariciones, a la ciudad
de Rosario, sede del arzobispado, ciudad consagrada a Nuestra Señora del
Rosario. Ese día, exactamente a un mes de la primera aparición, la
Virgen se le aparece y le tiende un rosario blanco:
Recibe este
rosario de mis manos y guárdalo por los siglos de los siglos. Contenta
estoy porque eres obediente. Y alégrate porque Dios está contigo.
Los
mensajes continúan, con frecuentes referencias a las Sagradas
Escrituras. Es que María conduce a la palabra de Dios y de esta manera
continúa su invitación, como lo hiciera a los servidores de Caná: “Hagan todo lo que él les diga”. Éste es un hecho nuevo y singular en la historia de las apariciones marianas.
En noviembre la Virgen le da varios mensajes, donde recuerda su cercanía, su protección y ayuda:
Cuando lo necesitéis, acudid a mí, yo te responderé. Feliz estoy contigo, digna eres de mi confianza. Gloria al Señor.
De mi presencia tenéis sed, de mis manos comerán. Tened paciencia, todo a su debido tiempo llegará.
Tu espíritu, del Espíritu Santo alimentado está.
Gladys siente entonces un gran aroma a rosas, una de las frecuentes manifestaciones marianas. La Virgen le dice:
Aquél que huele el perfume de mis rosas, conmigo camina. Gloria al Señor.
El 15 de noviembre de 1983, Jesús le habla a Gladys por primera vez: “Soy el sembrador, la cosecha será grande”
El mismo día la Virgen dice:
Soy patrona de esta región. Haced valer mis derechos.
Este
mensaje nos recuerda que la parroquia de San Nicolás había sido
encomendada desde el principio a Nuestra Señora del Rosario. La imagen,
hoy venerada en el Santuario, había ocupado un lugar destacado en la
catedral inaugurada en 1884. Luego de ser bendecida por el Papa León XIII,
fue traída desde Roma y donada para este lugar. Después de distintas
ubicaciones en la catedral y a raíz de su deterioro, fue depositada la
imagen en el campanario, a la espera de una reparación que nunca
llegaba.
En 1983, el 27 de noviembre, día de la Medalla Milagrosa y primer día de la Novena a San Nicolás, el Padre Pérez, confesor de Gladys
y párroco de la catedral, se dio cuenta de que la imagen de Nuestra
Señora del Rosario que por largo tiempo había estado en la catedral y se
encontraba ahora en el campanario, coincidía con la descripción de Gladys. Entonces condujo a Gladys
hasta el campanario, quien reconoció inmediatamente la imagen de la
aparición, aunque le faltaba una mano y el rosario. En ese momento se le
apareció la Virgen María frente a la imagen:
Me tienen olvidada,
pero he resurgido. Ponedme allí, porque me ves tal cual soy. No os
apenéis, ya me tendrán. Quiero estar en la ribera del Paraná. Poneos
firmes. Allí viste mi luz. Que no flaqueen tus fuerzas. Gloria al
Altísimo Padre.
El Padre Pérez hizo reparar la imagen y colocó en sus manos y en las del Niño Jesús un nuevo rosario.
Nuestra Madre ha elegido un lugar de bendición, cerca del río. Allí quiere recibirnos:
Cerca de ti quiero estar. El agua es una bendición. Quiero poder recibiros en un día no muy lejano en la casa que he elegido.
Ante la pregunta de Gladys,
de si debía ser capilla o santuario, la Virgen le da una respuesta a
través de las Sagradas Escrituras. Le dice que lea Éxodo, capítulo 25,
versículo 8º que dice: “Me harán un santuario y habitaré en medio de
ellos”.
En la noche del 24 de noviembre, unos días antes del reconocimiento de la imagen que estaba en el campanario, Gladys
se dirigió con un grupo de personas al lugar que la Santísima Madre
eligiera para construir su Templo. Y al tiempo que les mostraba el sitio
donde veía la aparición, un fuerte rayo de luz cayó sobre el lugar
pareciendo hundirse en el suelo. Una niña de nueve años vio también ese
rayo.
Al día siguiente la Virgen dijo a Gladys:
El Espíritu Santo es tu guía. Debes obedecer. Elegido está el lugar de mi morada. Todo queda en vuestras manos.
Aproximadamente a los tres meses de la primera aparición, un rayo de luz iluminó por segunda vez el lugar del Santuario.
Vuestra
Madre os pide su morada. No quiero esplendores. Quiero sí una casa
espaciosa. No olvidéis el santuario, ya que será el santuario del Señor.
El tiempo pasará mas esto perdurará.
Una
vez aprobado el proyecto del Templo, por la Santísima Virgen, y
comenzada su construcción, la imagen fue trasladada al nuevo Santuario
en 1989.
Ante la pregunta de Gladys si le gustaría que la llamaran María del Rosario de San Nicolás, la Virgen le responde:
Así
debe ser. Mi anhelo es estar entre vosotros, colmarles de bendiciones,
de paz, de alegría, y acercarles al Señor Nuestro Dios.
La Virgen hizo acuñar a Gladys una medalla con la advocación de María del Rosario de San Nicolás, y en el reverso la Santísima Trinidad con siete estrellas.
Hija
mía, el significado de las siete estrellas son siete gracias que mi
Hijo Jesucristo concederá a quien la lleve sobre su pecho. Alabado sea
el Señor.
Gladys recibió más de mil ochocientos mensajes, desde el 13 de octubre de 1983 hasta el 11 de febrero de 1990, día del último mensaje.
La
primera vez que vio a la Virgen fue el 25 de septiembre de 1983. Pero
desde el 27 de noviembre de ese año, las visiones fueron diarias, en su
casa, en diferentes horarios. Antes de cada aparición recibe un anuncio
interior, y si está con otros no lo manifiesta. Dice Gladys:
“Siento como un hormigueo en los brazos, entonces sé que Ella viene;
cierro los ojos y aparece”. Pareciera ser que ella no cae en éxtasis, si
se entiende esta palabra como desconexión con el mundo exterior. Sin
embargo no se trata de una visión interior subjetiva. Para Gladys
la Virgen es real y está viva. La ha tocado. Ha sentido la consistencia
y el calor de su cuerpo. La escucha y le responde, gozando de una real
intimidad. A veces las personas cercanas perciben un perfume de rosas o
una sensación de calor.
El 8 de noviembre de 1984 Gladys
relata cómo es la Mujer de la visión: “Hoy como nunca siento deseos de
decir cómo veo a la Santísima Virgen María. Es de una belleza nada fácil
de describir, pero es hermosa, y en Ella van juntas la humildad, la
fuerza, la pureza y el Amor, así con mayúscula, porque todo el amor del
mundo creo que no cubre el amor que Ella siente por sus hijos. Cuando
ordena, siento la fuerza que hay en Ella. Cuando da consejos, siento su
amor maternal. Y cuando me dice que sufre por esos hijos alejados del
Señor, me transmite su tristeza. Todo esto deja en mí esta maravillosa
Madre a quien venero y he consagrado mi vida. Hago esto para que mis
queridos hermanos puedan saber de alguna manera cómo es nuestra Madre
del cielo.
Desde noviembre de 1984 Dios le concede a Gladys
vivir los grandes dolores de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Los
estigmas de las manos aparecen durante los jueves y los viernes de
Adviento y Cuaresma, año tras año. La sangre brota solo los viernes de
Cuaresma. Los estigmas de los pies se presentan los viernes santo,
después de las tres de la tarde, hora de la muerte de Cristo. Es como si
el Señor quisiera concretar el sufrimiento de su Pasión por medio del
cuerpo de Gladys que representaría a la Iglesia. Cada
viernes santo siente en forma especial el dolor de cargar una cruz. Su
hombro queda marcado con una mancha alargada y muy dolorosa. Algunas
veces ha sentido también la llaga del costado. Gladys asegura que si bien el dolor físico es grande, el sufrimiento moral es aun mayor.
La Virgen fue quien le propuso a Gladys ayunar. El ayuno de Cuaresma dura cuarenta días. A pesar de comer tan poco, su aspecto es saludable y su peso normal.
El 11 de febrero, día de Nuestra Señora de Lourdes, en 1989, la Virgen dice a Gladys:
Ayer
en Lourdes, hoy aquí. Siempre la Madre en busca de sus hijos. Oración,
ayuno, penitencia y sobre todo conversión espera de ellos. Las almas se
salvarán si se asoman al Señor, si admiten al Señor. Falta la paz en
muchas almas. Busque el alma la paz y hallará a Dios.
Y el 13 de mayo de 1989, día de la primera aparición de Fátima:
Hoy
como entonces, en Fátima, son nuevamente mis visitas aquí en la tierra,
aunque son éstas más frecuentes y prolongadas ya que la humanidad vive
momentos de gran dramatismo.
El obispo de San Nicolás, Monseñor Domingo Salvador Castagna,
lejos de tomar distancia de ese fenómeno vital que ocurre en su
diócesis lo acepta, lo guía y lo nutre, sin dejar de lado la prudencia y
el discernimiento. De manera ejemplar alienta a los peregrinos que
desde el primer momento comienzan a afluir a San Nicolás. Las
procesiones se suceden todos los meses el día 25, siendo la más
importante y numerosa el 25 de septiembre de cada año, en recuerdo del
día de la primera aparición.
El 25 de septiembre de 1986 el obispo coloca la piedra fundamental del actual Santuario.
El
Campito de la Virgen que se halla junto al Santuario se ha transformado
en un lugar de procesiones, vía crucis y de confesiones,
particularmente en días de mayor concurrencia.
Las conversiones son numerosas y profundas. Esta gracia tiene efectos duraderos.
A lo largo de la Argentina se han formado miles de grupos de oración que son fuente de luz.
Varios han dado también testimonio de curaciones físicas realizadas por Jesús, por intercesión de la Virgen María.
Muchos
atestiguan haber visto manifestaciones extraordinarias de la presencia
de Dios y de la Virgen como la danza del sol, que nos recuerda el
milagro de Fátima; el perfume a rosas; el ver brillar el rosario sobre
las paredes en varios hogares; las bombitas de luz que al quemarse dejan
impresa la letra M de María del lado de adentro. Más recientemente
comenzó a fluir agua del Santuario y muchos han percibido olor a rosas
en ello. Pero el milagro más grande que marca la presencia del Cielo en
este lugar de la tierra, son las numerosas conversiones. Dios quiere
renovar la alianza con su pueblo por medio de María, su arca de la
Alianza. Ella es la Mujer vestida de sol del Apocalipsis. Es nuestra
ancla de salvación que nos lleva a su Hijo.
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